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Maneras de querer. Película: detrás de la pizarra..


Enviado por   •  16 de Octubre de 2016  •  Trabajo  •  4.830 Palabras (20 Páginas)  •  339 Visitas

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Trabajo Práctico Individual

Materia: Aportes Psicopedagógicos.

Profesora: Di Pasquale, Rosana.

Alumna: Rodríguez, Nadia.

4° E.P

Fecha de entrega: 12-10-16.

       INSTITUTO DE FORMACIÓN DOCENTE N°115


Guía para la película: “Más allá de la pizarra”.

Libro: “Maneras de querer. Los afectos docentes en las relaciones pedagógicas”.

Ana Abramowski.

Consignas:

  1. ¿Cuáles fueron las transformaciones históricas relativas a las emociones y a su lugar de la sociedad y a la cultura occidental?
  2. Explicar los diferentes estereotipos presentes en la actividad docente.
  3. Relacionar el amor escolar con las modalidades del amor líquido vigente en la actualidad.
  4. ¿Cuáles son los modos de vinculación afectiva que se construye entre el alumno y el docente a partir de las figuras actuales del niño débil, frágil y sufriente?
  5. Profundizar las relaciones entre afectividad y politicación.
  6. Explicar las diferentes figuras amorosas que se despliegan en las relaciones pedagógicas. Ejemplificar usando viñetas o dibujos.
  7. Analizar la película “Más allá de la pizarra” incluyendo cada una de las preguntas antes citadas.
  8. Buscar y analizar las posturas de otros autores en torno al tema afectividad docente (incluir el material en un anexo).
  9. Conclusión personal.

  1. Desde la Antigüedad, las pasiones fueron adquiriendo diferentes signos. En un primer término las pasiones proceden de los dioses, y por lo tanto, no pueden ser juzgadas. Ésta reduce al hombre a un objeto de sus propios instintos, no lo conecta con la divinidad sino con el sufrimiento, la falta, la pasividad y la muerte. Cuando la razón se convierte en rectora de la vida humana, las pasiones adquieren connotaciones enteramente negativas. Las emociones, las pasiones, los amores pasan a considerarse imprevisibles, peligrosos y destructivos, contrapuestos a la sabiduría y al buen entendimiento.

Debemos mencionar la influencia del cristianismo. Para la doctrina cristiana, las pasiones están directamente ligadas al mundo de las tentaciones y de lo pecaminoso.

Entendidas en términos negativos, las pasiones debían ser evitadas y suprimidas.

El siglo XVII, pero sobre todo el siglo XVIII son escenario de una amplia rehabilitación del asunto de las pasiones, contempladas, esta vez, desde su positividad.

A medida que avanza el siglo XVIII, de sostenerse la necesidad de coerción, represión y control de las pasiones, pasó a plantearse el requisito de civilizarlas o, mejor dicho, de metamorfosear las pasiones dañinas para transformarlas en benignas.

Este análisis de las emociones llevó a los filósofos a encontrar pasiones benéficas, prudentes y constantes, y establecer una división. Por un lado estarían las pasiones “calmadas” o “frías” (tranquilas, permeables a la racionalidad y compatibles con una estructura de orden: los intereses), y “agitadas” o “calientes” (normalmente litigiosas, hirvientes, rebeldes a la razón y a la voluntad, o bien delicadas, pero vagas, humorales, inconsistentes).

El interés, entendido como pasión calma, disciplinada, razonable, se volvió de uso común entre los grandes moralistas a principios del siglo XVII.

Serán “positivas” aquellas que pasiones prudentes y calmas, compatibles con la domesticidad y teñibles de razón. Pero las pasiones “calientes” tendrán pocas probabilidades de alcanzar atributos de racionalidad.

Hacia los siglos XVII y XIX, el desarrollo de las sociedades industriales burguesas y de las grandes urbes fue dibujando la separación de los ámbitos privado y público. En el terreno público, las personas debían conducirse con los extraños de manera emocionalmente satisfactoria, permaneciendo, sin embargo, alejadas de ellos. Mientras el hombre se hacía a sí mismo en público, realizaba su naturaleza en el dominio privado (constituyéndose como refugio privilegiado del yo).  

El “yo” no tendrá dificultades de ser “él mismo” mientras esté resguardado en el ámbito privado, pero deberá disimular su ser en la vida pública.

De la mano de un nuevo vínculo con la lectura y la escritura germinó una forma de subjetiva peculiar, dotada de un atributo muy especial: la interioridad psicológica. Donde se fomentaban pensamientos y sentimientos privados. De este modo, nacía y se fortalecía un tipo de sujeto que se tornaría el objeto de una disciplina científica de vital importancia en la conformación de la subjetividad moderna: la psicología.

En 1800 nace la escritura del diario íntimo, en paralelo a unos cambios en las costumbres de la clase media que consagraron “un modelo de mujer laica, encerrada en el círculo familiar, esposa y madre: el ángel del hogar”.  

Hacia el siglo XIX toma forma un modelo emocional que se vive y se siente intensamente en la intimidad, pero se expresa con modestia y pudor.

Un punto de inflexión es el surgimiento de la noción de personalidad (siglo XIX). Los seres, de acá en más, serán únicos, originales y diferentes; no intercambiables.

A partir del siglo XVI, en Europa, la niñez comenzó a perfilarse como objeto de amor, cuidado y ternura; ya que antes no había motivos suficientes para encariñarse con los pequeñines. En el siglo XVIII se le da una mayor atención al lactante. Se fueron tomando lugar nuevas prácticas, precauciones y preceptos sobre la higiene y el cuidado del infante. Paulatinamente el cuidado de los niños ganó terreno como preocupación social y la ternura se convirtió en un valor y hasta comenzó a percibírsela como probable factor educativo.

El niño es niño: “Él no debe ser ni animal ni hombre, sino niño”; “la naturaleza ha formado a los niños para ser amados y socorridos” (Rousseau).

A partir de este surgimiento, se pusieron en discusión las pautas de crianza, referido a la nutrición, la disciplina y la presencia/ausencia de los padres.

Hacia la primera mitad del siglo XX, se consolidan dos discursos que tienen repercusiones en los afectos, emociones y las pasiones. Ellos son la psicología y el feminismo. El mundo interior empieza a ser invitado  salir afuera y a expresarse. A lo largo del siglo XX, la psicología se fue convirtiendo en “un magma” de significaciones sociales imaginarias. Se constituyó un nuevo estilo emocional. Es estilo terapéutico emocional referido a los modos en que la cultura del siglo XX llegó a preocuparse por la vida emocional y a desarrollar técnicas específicas para comprender y manejar esas emociones.

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