Mi aprendizaje por medio de la sensopercepción

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La Sensopercepción  en mi aprendizaje

Podría decir que mi aprendizaje según mi percepción ha sido una serie consecutiva de prueba y error.  Por ejemplo:

Por medio del gusto aprendí que el picante no es una sensación agradable para una niña de 2 años. Aprendí que la piña por muy dulce que sea, después de comer mucha, la lengua se escalda  (gusto y tacto) y puedo no querer probarla de nuevo hasta después de 5 años, con un consumo moderado, aprendí que por muy rico que sea un alimento (por ejemplo galletas con queso crema y magi), no debo consumirlo en exceso, pues puede causar indigestión, Aprendí que mi boca segrega más saliva de la normal cuando como, incluso sin comer, con solo oler un alimento de mi agrado (olfato), incluso sin olerlo, con solo imaginarlo.

Por otro lado aprendí y sigo aprendiendo que la estufa es un lugar peligroso sí está caliente. Aprendí que si usaba mi bici, patines o patineta sin protección, las consecuencias estaban por arriba del término doloroso. Aprendí muy repetidas veces que al correr y tropezar debía poner mis manos antes que mi cara. Aprendí que si tocaba las cosas que mi abuela tenía en el tocador, la única consecuencia sería un buen pellizco. Aprendí que pegando la lengua en el congelador de escarcha no quitaría el ardor del picante y que por el contrario perdería un pedazo de lengua al despegarla.

Aprendí que si miraba la televisión por mucho tiempo o de muy cerca, mis ojos se cansarían y se traduciría en ojos rojos o dolor de cabeza. Aprendí que aunque alguien no me pareciera agradable a la vista, podía ser muy agradable su compañía.

Aprendí que el poder de un grito de mi madre podía llenarme de pánico en segundos, aprendí que me irritan las voces muy agudas, aprendí que no puedo escuchar más de 5 canciones de un mismo género porque me harto. Aprendí que después de un fuerte golpe en el oído costará un poco de trabajo hasta el caminar. Aprendí que escuchar algo a un volumen muy alto aturde. Aprendí que sí quiero ser escuchada es mejor hablar que gritar. Aprendí que soy tan auditiva que casi todos mis reflejos condicionados tienen que ver con algún sonido, un silbatazo, un aplauso, un grito.

Aprendí que antes de comer algo parece estar en buen estado debo  asegurarme de que no huele fétido, ni a fermentación. Aprendí que si sudaba y no me bañaba, no iba a oler precisamente a rosas. Aprendí que sí no usaba el baño antes que mis hermanos, seguramente lo iba a lamentar. Aprendí que la basura orgánica debe tirarse antes de una semana sino se hará notar al descomponerse y apestar todo. Aprendí que sí esperaba mucho para sacar la ropa de la lavadora y tenderla, tendría que lavarla de nuevo. Aprendí que mi memoria guarda olores. Aprendí a descifrar cuando llovería, porque el ambiente se “sentía” húmedo.

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