Navidad en tiempos políticos

Un regalo navideño

En Guatemala la navidad es una celebración que se tiene en familia, que alegramos con cohetes y luces, ponche, tamales y villancicos, con olor a incienso de las posadas y pino. Son todas estas pequeñas tradiciones, símbolos y valores que se dan a final de año que nos dan una identidad cultural. Esta época es un tiempo en que el mundo conspira para dar amor universal. Ojalá hubiera alguna forma de mantener ese espíritu todo el año, todo el tiempo, en todas partes.

Podríamos decir que la navidad es parte de nuestra cultura. Y si definimos la cultura como una manera de pensar, sentir y crecer, como un sistema de concepciones expresadas en forma de expresiones simbólicas, si la vemos como una conducta aprendida, ¿es entonces parte de nuestra cultura el consumismo? En esta época en donde los centros comerciales se encuentran a tope, donde la mayoría se encuentra más preocupado por los regalos, la decoración y la cena de navidad que en las problemáticas que ha sufrido el país este año; personas que prefieren pensar en su estreno de navidad que pensar en lo que pasará en las elecciones del 2019, ¿han aprendido a pensar de esta manera? ¿pertenecemos a una cultura de indiferencia, de conformismo?

Es por esto que en esta navidad quisiera que debajo del árbol me encuentre con algo de mayor significado, que no tenga un valor material, tampoco devoluciones ni cambios. Un regalo que haga una verdadera diferencia.

Me gustaría que la lucha contra la corrupción fuera específicamente eso y no una contra solo algunos corruptos, que dejara de ser un mecanismo y una norma implícita en la administración de la política. Me gustaría que la justicia tuviera los ojos vendados para que no pudiera ver a quien este juzgado, que no se pueda comprarla ni chantajearla; que los privilegios no existieran y que la ley sea igualitaria para todos los guatemaltecos.

Me gustaría que niñas como Jackeline Caal y sus familias no tuvieran que salir del país.  Que miles de chapines no tengan la necesidad de buscar una vida mejor en el norte, obligados a renunciar a su identidad y etnicidad por el fracaso de las élites políticas y económicas que gobiernan el país. Que el egoísmo de los oligarcas desaparezca tomando responsabilidad en sus acciones y que el presidente de los Estados Unidos entienda que sus muros y palabras de odio no salvarán a su país, solo profundizan el sufrimiento de la gente que solo busca algún alivio.

Me gustaría que la pobreza que abarca la mitad de la población desapareciera; que, siendo el quinto exportador mundial de palma aceitera, el cuarto de azúcar, los niños no mueran de hambre, que no tengan que trabajar para alimentar a su familia o caminar kilómetros para poder ir a la escuela en donde sus profesores no hablan su propio idioma y no se le remunere como merecen. Me gustaría que la educación y la salud llegaran a todos lo lugares.

Deseo que en las elecciones del próximo año las personas no votaran con el hígado. Que tengamos candidatos honestos que busquen erradicar de maneras reales y factibles las problemáticas de Guatemala. Pero sobre todas las cosas me gustaría que ese espíritu navideño llegue a todo el mundo y que nos pueda unir, que creemos una cultura de paz en donde no existan fronteras ni muros. Quisiera que los guatemaltecos tuviéramos otra oportunidad.

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