Piaget IV. La adolescencia
Enviado por Valkiria18 • 6 de Diciembre de 2021 • Resumen • 743 Palabras (3 Páginas) • 92 Visitas
SEIS ESTUDIO DE PSICOLOGÍA| Piaget
IV. La adolescencia
Las conquistas propias de la adolescencia aseguran al pensamiento y a la afectividad un equilibrio superior al que tenían durante la segunda infancia.
Piaget divide a la adolescencia en dos etapas:
1. PENSAMIENTO: el adolescente es un individuo que constituye sistemas y “teorías”. El niño, piensa de manera concreta, en cambio, el adolescente deja de lado lo concreto y puede crear con facilidad teorías abstractas. Esta transformación tiene lugar entre los 11 y 12 años.
Después de los 11-12 años, el pensamiento formal se hace posible. Las operaciones son transpuestas al plano de las ideas. El pensamiento formal es hipotético-deductivo esto quiere decir que el adolescente es capaz de deducir las conclusiones que hay sacar de puras hipótesis. Sus conclusiones con validas aun dependiendo de su verdad de echo. El pensamiento formal desprende al niño de real y de esta forma le permite construir reflexiones y teorías. Reflexiona sobre operaciones independientes de los objetos y los reemplaza por simples proposiciones.
La inteligencia formal marca el primer vuelo del pensamiento.
En la adolescencia existe un egocentrismo intelectual similar al de la infancia. El adolescente asimila el universo a su actividad corporal. Esta forma de egocentrismo se manifiesta a través de la creencia en la reflexión todopoderosa, como si el mundo tuviera que someterse a los sistemas y no los sistemas al mundo. Yo soy bastante fuerte para reconstruir el universo y lo bastante grande como para incorporarlo. Este egocentrismo paulatinamente se corrige con la reconciliación entre el pensamiento formal y la realidad, el equilibrio se alcanza cuando la reflexión comprende que la función que le corresponde no es contradecir sino anticiparse e interpretar la experiencia.
2. AFECTIVIDAD: de manera paralela con la elaboración de las operaciones formales, la vida afectiva de la adolescencia se afirma por la doble conquista de la personalidad y su inserción en la sociedad adulta.
La personalidad resulta de la sumisión, o mejor, de la autosumisión del yo a una disciplina cualquiera. La personalidad implica la cooperación: la autonomía de la persona se opone a la vez a la anomia[1] (el yo), y a la heteronimia[2], en este sentido, la persona es solidaria de las relaciones sociales que mantiene y engendra.
La personalidad se inicia a partir del final de la infancia (de ocho a doce años), con la organización autónoma de las reglas, de los valores y la afirmación de la voluntad. Pero en la persona hay algo más que estos factores. Hay su subordinación a un sistema único que integra el yo de modo único: existe un sistema “personal” en el doble sentido de particular de un individuo dado y de implicado de una coordinación autónoma. Hay personalidad a partir de que se forma el “programa de vida” pero este plan de vida requiere de la invención del pensamiento y reflexión libre por esto no se elabora hasta que se alcanza el pensamiento hipotético-deductivo.
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