Sujeto, Psicología y Cultura
Enviado por Anabel Eslava • 4 de Noviembre de 2020 • Apuntes • 2.286 Palabras (10 Páginas) • 150 Visitas
Universidad Nacional Villa María[pic 1]
Asignatura: Sujeto, Psicología y Cultura
Año Académico: 2020[pic 2]
Trabajo Práctico N°1
- Describa el Aparato Psíquico desde el punto de vista tópico y explique sus funciones
El aparato psíquico es una estructura capaz de transmitir, transformar y contener la energía psíquica.
Según la primera teoría de Freud (1900), el aparato psíquico está conformado por 3 niveles de consciencia: consciente, preconsciente e inconsciente. Ésta estructura está compuesta por 3 instancias que coexisten y se interrelacionan entre sí, integrándose en los distintos niveles.
Estas instancias son: Ello, Yo y Superyó, las cuales son descritas desde la segunda tópica propuesta por Freud en (1923), para comprender el funcionamiento de la psiquis.
De este modo, el aparato psíquico está constituido por sistemas que poseen características propias y diferentes entre sí y generando las distintas elaboraciones psíquicas.
El aparato psíquico tiene como función principal mantener la energía interna en constante equilibrio, siendo el principio de homeostasis la regla bajo la cual trabaja. Su objetivo es mantener lo más bajo posible los niveles de excitación, es decir, la creciente de energía psíquica que puede ser producida tanto por factores internos como externos.
Para Freud, el aparato psíquico es el resultado de la elaboración del complejo de Edipo por medio del cual se producen en el niño, las identificaciones con los progenitores.
De lo que llamamos nuestra psique (vida anímica), nos son consabidos 2 términos: en 1° lugar el órgano corporal y escenario de ella, el encéfalo (sistema nervioso) y, por otra parte, nuestros actos de consciencia, que son dados inmediatamente y que ninguna descripción nos podría transmitir.
Nuestros 2 supuestos se articulan con estos 2 cabos o comienzos de nuestro saber. El 1° supuesto atañe a la localización y el 2° supuesto “lo psíquico genuino”.
- ¿Por qué se sostiene que inconsciente, preconsciente y consciente son cualidades psíquicas? ¿Cuáles son los vínculos entre las instancias del aparato psíquico y las tres cualidades mencionadas?
El punto de partida de lo psíquico lo da el hecho de la conciencia. La consciencia es el conjunto de vivencias de las cuales el individuo es consciente de ellas en el mismo instante en el que están ocurriendo. Según Freud, el estar consciente es lo que le permite al sujeto pensar y comunicarse de forma racional.
Freud formuló dos tópicas para describir este aparato psíquico -la mente-.
Según la primera tópica freudiana el aparato psíquico está compuesto por tres elementos: consciente, preconsciente e inconsciente:
CONSCIENTE: consta de todos los procesos mentales de los que está consciente una persona en un momento dado.
PRECONSCIENTE: consta de recuerdos almacenados en la mente que se pueden recordar fácilmente, sobre todo por asociación de ideas.
INCONSCIENTE: comprende la mayor parte de la mente. Está formado por recuerdos que pueden influir en el pensamiento y en la conducta, pero no se pueden recordar (excepto en circunstancias especiales como sueños, estados hipnóticos o asociaciones libres).
Estas estructuras están compuestas por 3 instancias que coexisten y se interrelacionan entre sí:
ELLO: parte primitiva, desorganizada e innata de la personalidad. Se presenta en nuestro inconsciente y está presente desde que nacemos. Representa nuestros impulsos, deseos y necesidades más elementales y primitivas. Tiende a tratar de cubrir sus necesidades fisiológicas inmediatamente sin considerar las consecuencias. Es una reserva de energía psíquica inconsciente que lucha todo el tiempo por satisfacer impulsos básicos como la agresividad, la supervivencia o la reproducción.
SUPERYÓ: es una parte que contrarresta al ello y viene a representar los pensamientos éticos y morales que el individuo recibe de la cultura, es decir, que el superyó es todo lo que nos viene externamente impuesto por la sociedad, relacionado con la ética y la moral. El individuo no tiene el superyó desde que nace, sino que, comienza a ser consciente de este superyó (según Freud) desde los 4 o 5 años y este superyó surge como una consecuencia de la internalización de la figura del padre como el resultado de la resolución del complejo de Edipo.
YO: Es el gran mediador entre el superyó y el ello. Tiene como fin cumplir de manera realista los deseos y demandas del ello y a la vez conciliarlas con las exigencias del superyó. Todas las acciones ejecutadas son analizadas por este yo amenazando con el castigo en caso de incumplimiento. El yo nos permite reconocer lo que hacemos, nos permite tomar conciencia, elegir el camino adecuado y razonar los impulsos con tal de no ceder a la liberación libidinosa y velar siempre por la integridad general de la realidad, es el paso del reconocimiento para afrontar las alegrías, culpabilidades o el castigo.
- Articule los conceptos de Pulsión y Libido.
Llamamos pulsiones a las fuerzas que suponemos tras las tensiones de necesidad del ello. Representan los requerimientos que hace el cuerpo a la vida anímica.
Se puede distinguir un número indeterminado de pulsiones, pero contamos con dos pulsiones básicas: “Eros” y “La pulsión de destrucción”.
La meta de la 1° (Eros o Pulsión de Amor), es producir unidades cada vez más grandes y, así, conservarlas; la meta de la 2° (Pulsión de Destrucción) es, al contrario, disolver nexos y, así destruir las cosas del mundo, aparece como su meta última transportar lo vivo al estado inorgánico, por eso también la llamamos “Pulsión de Muerte”.
En las funciones biológicas, las 2 pulsiones básicas producen efectos una contra la otra o se combinan entre sí. Esta acción conjugada y contraria de las 2 pulsiones básicas produce toda variedad de las manifestaciones de vida.
Alteraciones en la proporción de mezcla de las pulsiones tienen las más palpables consecuencias.
La íntegra energía disponible de Eros, que desde ahora llamaremos líbido, está presente en el yo-ello todavía indiferenciado y sirve para neutralizar las inclinaciones de destrucción simultáneamente presentes.
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