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Trastorno alimenticio


Enviado por   •  12 de Mayo de 2018  •  Informe  •  1.385 Palabras (6 Páginas)  •  164 Visitas

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Antes de contar lo que me pasó, voy a contar un poco sobre mí. Cuando me ocurrió el pequeño desliz yo tenía alrededor de quince años, estaba entre tercero y cuarto de la ESO.  Digamos que mi historia hasta entonces había sido difícil, ya que cuando tenía seis años mi padre murió y además tenía recuerdos que no eran muy buenos hasta entonces. Físicamente, nunca he sido una chica “gorda” pero si he tenido mis “mollitas”.

 En la época alrededor de mis 15 años, mi mente comenzó a pensar que pesaba un poco demás; cuando me miraba al espejo no me gustaba el reflejo que veía, cuando iba a sitios públicos en verano, como la playa o la piscina, no podía para de pensar que seguramente la gente me miraría y pensaría que estaba “gorda”, y en mis estudios quería siempre llegar a más. Desde ese momento, yo le dije a mi madre que quería adelgazar unos kilos, y ese era el objetivo en un principio, pero un tiempo después me di cuenta de que se me había ido de las manos.

Empecé a comer menos (incluso a veces me comía dos cucharadas de un plato y ya no comía nada más en esa comida), tampoco realizaba las cinco comidas diarias (habían días que comía una vez, otros que comía dos y los días que comía tres veces ya era demasiado para mi) y además todas en pequeñas proporciones que no eran suficiente; la regla dejó de bajarme, y mi personalidad no era la misma en el sentido de que estaba siempre irritable y ya no sonreía tanto. De la misma manera, yo jugaba al tenis en mi pueblo, y a parte del ejercicio que hacía con ese juego, en mi casa también realizaba cada día otra hora de ejercicio. Todo lo que hacía era pensando previamente en mi cuerpo.

A partir de este momento, todo el mundo me empezó a decir que estaba adelgazando mucho, que estaba más seria, que no era normal que cada vez que comía algo contara las kcal y que lo estaba llevando todo al extremo. Pero yo a pesar de lo que toda la gente me decía constantemente, me sentía orgullosa; cada vez que me miraba al espejo me veía más guapa, me sentía mejor conmigo misma ya que estaba siendo capaz de conseguir el cuerpo que quería, pase de una talla 40 a una 34, etc. todo esto eran cosas por las que yo sentía que podía enorgullecerme. Lo malo es que yo cada vez quería adelgazar más y cada vez que me miraba al espejo yo me seguía viendo gorda a pesar de que se me notaban todos los huesos (según lo que me decía la gente), y a lo mejor al cabo del día me pesaba 3 o 4 veces y nunca estaba conforme con el peso, veía que estaba perdiendo y yo aún quería perder más.

En el momento que mi madre vio todo esto, se empezó a preocupar, sobre todo por el hecho de que estaba adelgazando mucho y no comía nada, entonces su solución fue obligarme a comer. A partir de este momento, observé que volví a empezar a engordar (que fueron uno o dos kilos, pero para mí eso ya era mucho), y me gustaba menos mi imagen, por lo que tomé otra vía de escape. Pensé que vomitando podría solucionarlo. La primera vez que lo hice dije que solo sería esa vez porque había comido un poco demás, entonces fui al váter y vomite y en ese momento sentí que había conseguido perder todo lo que había comido y que así ya no engordaba.

Como cabria esperar a esa primera vez le siguió una segunda, y después una tercera y así consecutivamente hasta que finalmente se volvió en rutina.

Mi madre al poco tiempo (entre uno y dos meses) se percató de la situación, ya que un día de los que estaba vomitando me escuchó, por lo que vino al baño y me pillo, pero yo le dije que me encontraba mal y tenía ganas de vomitar. Ella obviamente no me creyó, ella sabía que era un vomito provocado. Mi madre se lo empezó a comunicar a toda mi familia y a mis amigas más íntimas, y yo a todo el mundo se lo desmentía, les decía que yo eso nunca lo haría y que sabía que eso no estaba bien. Un día mi madre se fue a trabajar y yo volví a vomitar, pero ese día vomité tres veces y tras ello, yo ya empecé a pensar que a pesar de lo orgullosa que me sentía en ese momento de mi peso y de mi cuerpo sabía que lo que estaba haciendo no estaba bien. Ese mismo día antes de que llegará mi madre del trabajo me puse a buscar información sobre los trastornos alimenticios y descubrí que lo que había estado experimentando al principio, alrededor de 7 meses, era anorexia, y que después de ella, durante 1-2 meses, estaba experimentando bulimia nerviosa. Yo en ese momento no me sentí nada bien, y empecé a pensar que a pesar de que yo me viera bien y que yo fuera feliz con mi cuerpo, si todo el mundo me estaba diciendo que estaba adelgazando mucho y que ya no era la misma, era porque algo estaba haciendo mal. Además, mi peso había bajado mucho, de 63 kilos a 45.  Decidí que cuando llegara mi madre le contaría la verdad y le pediría ayuda, y así lo hice, nada más llegar le conté lo que había estado haciendo, y que yo le prometía no volverlo hacer pero que necesitaba ayuda.

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