Una carta para la infancia

“Una carta para la infancia”                                                                     12/04/2022

Gera Ricaño.

Pequeña niña risueña, sentada en el campo con la mirada perdida en la noche estrellada, imaginando mil historias fantásticas junto a tus amigos que opacaban los ruidos cotidianos de la ciudad con sus risas llenas de esa inocencia y anhelo en que la vida es magia, y algo más, algo más que tal vez, yo ya he perdido.

En los cuentos que escribías, en los cuentos que le leías a los demás tratando de interpretar a los personajes, los juegos que organizabas, y como hablabas con emoción al final del día, nadie diría que te sentías solita, solita.

Porque mirabas a muchos lados con curiosidad y un alma infante llena amor por conocer, pero nadie estaba allí para alentarte o guiarte un poco. Volteabas a todos lados, pero sentías que nadie entendía los mundos que creabas en tu interior.

Confundida y ansiosa por querer ser varias cosas; artista, bailarina de ballet, astronauta, bióloga, escritora… Mil sueños, que se iban cayendo conforme pasaba el tiempo, y cuando erróneamente y tal vez sin querer (o así quieres pensarlo), tus seres queridos te comparaban con otros, dañando poco a poco lo que de grande conocerías con un nombre: autoestima.

Aunque ahora, sientes que hay algo roto dentro tuyo, algo que no lo puede englobar una palabra o un concepto. Ahora, te sentías perdida.

Te sigues sintiendo solita, solita, pero cuando vuelves a querer soñar y creer en ti, abrazas de nuevo a esa pequeña niña que imaginaba mundos en una noche estrellada.

Valoras que nunca se haya ido, y que sigue viéndote con los mismos ojos llenos de esperanza en ti, llenos de estrellas y planetas, aun cuando sientes que la vida se te va, la pequeña niña risueña allí está.

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