ABRIR EL JUEGO.
Enviado por Cecilia Garcia Rizzo • 30 de Marzo de 2016 • Trabajo • 973 Palabras (4 Páginas) • 363 Visitas
Sección: Mujeres con discapacidad y relaciones amorosas.[pic 1]
Autor: Cecilia Victoria García Rizzo
Mail: cecivic@revista-frontera.com.ar
Título: Dar rienda suelta a la imaginación
Bajada: Sexualidad: Dejar atrás las inseguridades y abrirse paso hacia la intimidad. Explorar el cuerpo y usar la creatividad. Encontrar recursos para dar y recibir placer.
La sexualidad forma parte de la vida de las personas y eso no excluye a quienes tenemos una discapacidad. No se puede generalizar cuando hablamos de personas con discapacidad motriz, cada cual tiene sus propias lógicas de movimiento y de uso de su cuerpo, hay quienes no tienen sensibilidad o requieren de cierta estimulación, los que mueven todo el cuerpo pero lo que les falta es fuerza, los que solo mueven alguna parte del cuerpo pero en las demás tienen mucha destreza, los que no tienen dificultades en la motricidad fina, también están los que tienen grandes limitaciones y necesitan asistencia, entre tantas otras variantes. Sin embargo, en todo este abanico de características conozco personas, entre las cuales me incluyo, que viven una sexualidad plena.
Dar el primer paso
La mayoría de los hombres con los que conversé quisieron ahondar en este tema. De manera directa o dando un poco de vueltas, una y otra vez, me preguntaron: ¿Podés tener relaciones sexuales normales? Ante esa interrogación siempre pensé a qué se referirían con “normales”. Después de haberlo reflexionado mucho, considero que esta gran curiosidad que les genera radica en dos cuestiones. Por un lado, en imaginar a las personas con discapacidad como seres frágiles, pasivos y dolientes. Por el otro, en pensar que existe una forma de sexualidad única y correcta, basados en que el disfrute está dado por tener mayor variedad de posiciones y fusionar dos cuerpos perfectos.
Por esta forma de pensar generalizada es que, frecuentemente, las personas con discapacidad se sientan inseguras ante las relaciones, no aceptan su imagen corporal o les de vergüenza mostrarse desnudas y tengan baja autoestima. Cuestiones que dificultan el encuentro con el otro y aparecen como una barrera psicológica que restringe el acceso al mundo amoroso.
“Tenía que salir de mi una zona de confort. Sentada en mi scooter me encontraba segura porque allí tengo más posibilidad de movimiento, pero en la cama, y acompañada, la sensación de dependencia y de que el otro me tuviera que ayudar era lo que me costaba afrontar. No estaba acostumbrada a tener que mostrar mi intimidad, no sabía decirle cómo ayudarme, esperaba que hallara mágicamente la manera, no lo dejaba fluir, y no era por el otro, era por mí”.
Y, entonces, ¿cómo hacemos?
Erróneamente muchos creen que sólo se puede obtener placer sexual con el coito. Sin embargo, la sexualidad es un concepto amplio y dinámico que involucra además del contacto físico, un plano emocional, donde se pone en juego la necesidad de expresar, sentir y compartir. Existen muchas maneras tanto de dar como de recibir placer. Conocer el propio cuerpo y explorar con el otro esas formas posibilita el goce sexual.
“Estaba en una posición incómoda, él hacía lo que podía y yo permanecía inmóvil, sólo pensaba en que de esa manera no iba a poder ser. En un momento me animé a decírselo. Si bien habíamos conversado del tema no era lo mismo que en la situación real, él se sentó en la cama y me dijo que no sabía qué hacer, qué le dijera cómo. Como era costumbre, nos reímos de la situación una vez más insólita, empezó a preguntarme si podía ponerme en tal o cual posición, si podía doblarme las piernas o levantarlas y yo le mostré cómo hacerlo, le expliqué en determinados momentos necesitaba que me sostuviera sin soltarme. Y mientras realizábamos esta especie de práctica, la situación se dio naturalmente”.
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