ENSEÑANZA SOCIAL DE LA IGLESIA

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El trabajo es una vocación natural del hombre desde el inicio, pero el pecado hizo que el trabajo sea fatigoso, hoy aun con el sudor de la frente sigue siendo custodio de la creación, no puede lograr la perfección si es que trabaja, podrá glorificar a Dios haciendo las cosas bien.

No querer trabajar es un mal moral como dice San Pablo “el que no trabaja que no coma”. Al inicio Jesús nos enseña lo que es trabajar, Dios no nos dio la creación acabada y, sino que nos la dio para que nosotros podamos perfeccionarla, el trabajador. Cristo que continúa creando y haciendo el bien”.

Durante siglos el trabajo perdió la esencia de ser santificador y redentor se le dio prioridad a la vida contemplativa sobre la activa, se puso las bases de una nueva organización donde el trabajo tomó un papel secundario poniéndolo como un enemigo del ocio.

La revolución industrial del siglo XVI reduce al trabajo a nivel de mercancía, generando una utopía radical, trayendo lucha de clases, revoluciones, dictaduras y persecuciones religiosas. La iglesia debía responder con León XVI en la encíclica Renum Novarum la reivindica con un salario justo y condiciones laborales dignas, nace un magisterio social que no deja de enriquecerse.

En 1918 se, redescubre el valor del trabajo como vía de santificación, “nos haremos santos con el trabajo y santificamos a los demás con el trabajo”, nace como espiritualidad y abre camino a una teología que ve varias dimensiones en el trabajo siendo una vocación personal bien social, participación en la creación y es parte de la redención.

Juan Pablo II, sitúa el trabajo en el centro de la doctrina social, proclama el trabajo sobre la capital consecuencia de  la primacía del hombre sobre las cosas, el conflicto no es la relación entre capital y trabajo, sino que son complementarios y se necesitan mutuamente deben colaborar entre sí.

En un mundo tan complejo y cambiante, ¿qué principios nos plantea la iglesia? La clave es vivir la justicia con reciprocidad y equidad, no es un ideal sino una obligación moral, no basta una justicia fría, sino que esta no guíe a la amistad y esto significa conocerse.

El trabajo no es un medio de vida, sino que en él se realiza el hombre buscando un fin, es una necesidad que va más allá, la retribución no es una medida para juzgar la ética laboral, el desempleo es una tragedia humana que puede afectar mucho a la persona aún si posee medios para vivir, el trabajo pone en juego la dignidad humana.

La dignidad es un valor primordial pero no solo la persona sino también en la relación con los demás, el mensaje de la iglesia que dice respetar a la persona humana no es un vago discurso, sino que es una indicación práctica que les dice a las empresas que si quieren crecer ser exitosas y competitivas deben tratar a las personas con respeto ósea respetando su dignidad, implica derechos y deberes irrenunciables que no se pueden aprovechar de ellos en un contrato laboral.

Las empresas tienen sed de principios cristianos en la cual las que les vendrían a ser más útiles sin duda son respetar la dignidad de la persona humana, la idea del bien común y contribuir a la posibilidad de que todas las personas se realicen y lleven una vida plena,  también la idea de solidaridad, de estar en comunidad, no solo con tus compañeros de trabajo y tu familia sino también con todos los que viven en la tierra y así el mundo tendría menos problemas.

Ahora el salario justo es el derecho básico postulado por la encíclica Rerum novarum, la cual dependerá de las necesidades y contribuciones de cada uno, pero una pregunta interesantes es: “¿Aportamos todo lo que nuestra capacidad nos permite?”, el sueldo podría aumentar si una empresa saca el máximo uso a los talentos de sus empleados.

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