La Investigación moderna acerca de Jesús
Enviado por André Vasquez • 27 de Marzo de 2019 • Síntesis • 1.835 Palabras (8 Páginas) • 230 Visitas
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- La Investigación moderna acerca de Jesús.
A finales del siglo XIX y continuando en el XX, se desarrolla un gran interés por la persona real de Jesús, el Jesús histórico, no el Jesús de los dogmas, que lo alejan de su realidad histórica. Al principio hay una gran producción de “Vidas de Jesús”, pero posteriormente, los especialistas se desilusionan de esta clase de ejercicios, ya que se llega a la conclusión de que estas vidas adolecen del defecto de que los autores proyectan sus intereses particulares en ellas, careciendo así de exactitud histórica.
De los estudios científico críticos de la Sagrada Escritura, nace un énfasis en la búsqueda de la veracidad histórica. Se abandona el fundamentalismo, como lectura habitual de la Escritura en general, y en particular de los evangelios. El estudio se hace más bien basado en criterios histórico críticos.
Comienzo del estudio histórico crítico de los evangelios.
Un discípulo de H. Reimarus (1694-1768), H. Lessing publica póstumamente parte de la obra de Reimarus, levantando un gran revuelo, por las ideas racionalistas de este. Reimarus ve a Jesús como un “mesías político”, que anunció el Reino de Dios, pero fracasó. Que luego sus discípulos inventaron lo de la resurrección, y transformaron su obra en algo diferente para seguir adelante. La revolución creada por la obra de Reimarus, desarrolló una gran actividad de investigación sobre los evangelios y su posible historicidad.
La cuestión sinóptica.
De los primeros problemas que se comenzaron a abordar, fue la antigüedad de los diversos evangelios, y cómo se relacionaban entre ellos. Primero se pensó que los evangelios más antiguos eran Mateo y Lucas, y que Marcos era un resumen de ambos. A Juan se lo consideraba muy teológico y poco histórico.
Después, con el estudio de Wrede se hizo común la opinión que ve a Mc como el evangelio más antiguo, al que siguieron Mt y Lc, que también conocieron otra fuente escrita, llamada “Q” (quelle=fuente).
Por último, se produce una nueva valoración de Juan como fuente histórica, especialmente de datos relacionados con las estancias de Jesús en Jerusalén (aparentemente como testigo ocular, en la base de que el autor del evangelio de Juan fue un jerosolimitano, con toda probabilidad, el mismo misterioso discípulo amado), por los detalles histórica y arqueológicamente correctos de Jerusalén, de la última cena, su amistad con el sumo sacerdote, y el conocimiento de otros personajes jerosolimitanos, como son José de Arimatea y Nicodemo.
Entre los descubrimiento más importantes de esta primera etapa, está la toma de conciencia de los “géneros literarios” en la Sagrada Escritura. Se reconocen como géneros diferentes con criterios de escritura diferentes y con veracidad histórica diferente, entre ellos, parábolas, cuentos didácticos, leyes, poemas, narraciones históricas, etc.
En este período surge el estudio de la Sagrada Escritura, conocida como Historia de las formas. Los investigadores hacen notar que las diversas “perícopas” o unidades narrativas en la Escritura y en los evangelios, en realidad son unidades de predicación, de transmisión oral, y que están unidas artificialmente por los autores, según sus intereses teológicos o catequéticos, para responder a necesidades concretas de sus comunidades. El marco narrativo es obra de los autores.
Continuando con las investigaciones, luego surge el interés por el trabajo redaccional de los autores, con lo que se conoce con el nombre de Historia de la redacción. En el Nuevo Testamento, los evangelistas no solo transmiten fielmente las perícopas, unidades tradicionales de predicación que han recibido de la tradición oral, sino que hacen una verdadera labor de autores para comunicar un mensaje teológico, un testimonio de fe.
Etapas en la búsqueda del Jesús histórico.
En la búsqueda del “Jesús histórico”, se suelen mencionar tres etapas hasta mediados del siglo XX. Una primera etapa que se la conoce como “Old quest” (Vieja búsqueda), que se lleva a cabo en parte del siglo XVIII y el XIX, que es la etapa de las grandes vidas de Jesús, con la búsqueda de algún tipo de concordancia entre los 4 Evangelios.
Después de esta etapa, vino un período de desencanto y escepticismo, que se le conoce como “No quest” (Período de escepticismo y negativismo). En las primeras décadas del siglo XX, se llega a un completo pesimismo sobre la posibilidad de acceder al Jesús histórico. En este período se llega a considerar como imposible llegar al verdadero Jesús de la historia, ya que los documentos más confiables, que son los Evangelios, todos son testimonio de fe de la comunidad. Albert Schweitzer llega a decir que “del Jesús histórico, no podemos saber nada con certeza”. Rudolf Bultmann llega al convencimiento de que nos es imposible llegar a un conocimiento seguro de la persona de Jesús histórica, ya que solo tenemos acceso al Cristo predicado por la iglesia, que es el Cristo de la fe. Piensa que Jesús es un hombre que pertenece al mundo judío. La fe en la resurrección es una barrera que nos impide llegar hasta el Jesús histórico. Según Bultmann -y sus ideas tuvieron mucho influjo en la teología de la primera mitad del siglo XX-, el Jesús resucitado, predicado por la Iglesia, es el Cristo de la fe, al único al que tenemos acceso, y lo único que nos interesa.
Sin embargo, este negativismo, es superado a mediados de los años ‘50 del siglo pasado, por los mismos discípulos de Bultmann. En 1953, Ernest Käsemann, dicta unas conferencias donde sienta las bases para una búsqueda científica de la persona histórica de Jesús. Esta etapa, se la conoce como la “New quest” (Nueva búsqueda), desde 1950, hasta 1980.
E. Käsemann, hace énfasis en la importancia que para la fe, tiene el Jesús histórico, ya que el resucitado predicado, es el mismo Jesús histórico.
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