No estamos solos
Enviado por MesUno • 9 de Noviembre de 2021 • Apuntes • 1.350 Palabras (6 Páginas) • 159 Visitas
NO ESTAMOS SOLOS
[2 Timoteo 4:16] “En mi primera defensa, nadie me respaldó, sino que todos me abandonaron. Que no les sea tomado en cuenta.”
¿Alguna vez en estos últimos días, últimas semanas, últimos meses ó … has pensado o manifestado “ESTOY SOLO”, “TODOS ME ABANDONARON”, “NADIE ESTÁ CONMIGO”?
En la primera parte de este versículo encontramos la manifestación del apóstol Pablo que nadie estaba con él, es decir que “estaba sólo”. Y señala la causa: que todos lo habían abandonado.
No sé la causa por la que usted lo haya manifestado, pero debemos coincidir en que al llegar a sentirse solo va acompañado del sentir que a nadie le importamos, que nadie nos ama, que les da lo mismo si existimos o no existimos.
Le escuche decir a alguien que con el mundo nuevo de la tecnología en comunicaciones, Chat, Messenger, Twitter, redes sociales, … nos estamos acercando con los que están lejos físicamente, pero nos estamos alejando físicamente de los que están cerca.
Como “doraditos” muchas veces tendemos a sentirnos solos, y en esta carta de Pablo a Timoteo, hallamos algunas respuestas válidas para que nosotros los “Timoteos que peinamos canas” comprendamos que no estamos solos y las maneras con que debemos enfrentar los momentos en que nos sintamos solos.
1.- Aprender a reconocer la presencia de Dios
[2 Timoteo 4:17 A] “Pero el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas …”
La primera forma de enfrentar la soledad es aprender a reconocer la presencia de Dios a nuestro lado y en nuestra vida.
El apóstol Pablo expresó que en su primera defensa ningún ser humano lo había acompañado ni respaldado, “estaba solo” pero que el Señor estuvo a su lado y le dio fuerzas.
¿Dónde está Dios cuando nos sentimos solos?
Justo a nuestro lado. Y esto es lo que debemos aprender a reconocer, y ¿cómo? La respuesta nos la sabemos: leyendo la Palabra de Dios y pidiéndole a Dios con un corazón dispuesto a obedecerlo que la haga viva en nosotros.
[Deuteronomio 31:6]
6 Sean fuertes y valientes. No teman ni se asusten ante esas naciones, pues el Señor su Dios siempre los acompañará; nunca los dejará ni los abandonará.»
Dios nos indica que debemos ser fuertes y valientes, que no temamos ni nos asustemos ante situaciones como la soledad, pues ÉL siempre nos acompaña, no nos deja ni nos abandona.
El Señor Jesucristo en Juan 14:18, nos expresa que no nos deja huérfanos, es decir que contamos con su presencia, su consuelo, su apoyo y su fuerza, en todo momento.
DIOS está en todas partes y en todo momento y cada uno de nosotros puede dialogar con ÉL constantemente. No hay un sitio donde Dios no esté. ÉL es omnipresente.
Si reconocemos esta verdad, nunca sentiremos que estamos realmente solos.
Pongamos en práctica el conversar con Dios, nosotros hablarle y permitirle que nos hable y nosotros escucharlo.
Debemos aprender que nuestra comunión, íntima y personal, con DIOS es el principal antídoto contra la soledad. Si nos sentimos solos debemos reconocer que es hora de tener comunicación con nuestro Padre para conocerlo un poco más.
2.- Perdonar para aminorar el dolor
[2 Timoteo 4:16] “En mi primera defensa, nadie me respaldó, sino que todos me abandonaron. Que no les sea tomado en cuenta.”
La segunda forma de enfrentar la soledad es perdonar para aminorar el dolor. Esto es lo que nos deja constancia el apóstol Pablo, después de manifestar que estaba sólo en la primera defensa.
No debemos ponerle muchísima atención a la soledad, y sencillamente perdonar a quienes esperábamos que nos acompañaran.
No debemos pronunciar una y otra vez: «Me siento tan solo, tan solo». Pues si lo pensamos muy continuamente permitiremos que la soledad nos produzca amargura y que el resentimiento se anide y aumente en nuestra vida, y no demos cabida a la decisión de perdonar.
En la cárcel el apóstol tenía mucho tiempo a su disposición, pero no para guardar resentimiento.
Y debemos aprender del apóstol que el resentimiento solo nos hace sentir solitarios y al no perdonar se levanta un muro alrededor.
La soledad nos aleja de los demás y nos encierra en un calabozo personal, pues a nadie le gusta estar en compañía de alguien que siempre está amargado y quejándose.
Pablo se la pilló y decidió mejorarse, y no amargarse, perdonar, utilizar mejor el tiempo y aminorar su dolor».
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