¿QUÉ SON LOS SACRAMENTOS PARA SAN AGUSTÍN?
Enviado por FrayBeto • 13 de Diciembre de 2015 • Trabajo • 5.651 Palabras (23 Páginas) • 762 Visitas
¿QUÉ SON LOS SACRAMENTOS
PARA SAN AGUSTÍN?
Teología de San Agustín
Fr. Adalberto Dorati, OAR
Fr. José Antonio Cañizares Ortiz, OSA
Los Negrales, Madrid - 18 de noviembre de 2015
Índice
Introducción
Aproximación al término sacramento en San Agustín
Análisis de sacramentum (rito, símbolo, misterio)
Análisis de sacramentum (Tradición, res arcana, lo sagrado)
Análisis de sacramentum (Mediatoris)
Cristo, autor de los sacramentos de la Iglesia
Influencia de San Agustín
Conclusión
Bibliografía
Introducción
Los sacramentos son esenciales para la vida espiritual de un cristiano. Jesucristo es el sacramento de Dios, la Iglesia Sacramento de Cristo: los sacramentos hacen Iglesia y la Iglesia hace los sacramentos, sin dejar de lado su origen divino[1]. Debemos tener en cuenta que el concepto que empleamos hoy día sobre sacramento no ha existido desde “siempre”, sino que ha sido una evolución del pensamiento y vivencia de los primeros siglos del cristianismo; pero lo que sí debemos resaltar es el origen del concepto, que es gracias a san Agustín; Él fue quien asentó las primeras palabras de lo que entendemos hoy por sacramento y a lo largo de más de 16 siglos se ha mantenido el espíritu del hiponense en el concepto de sacramento.
San Agustín ve en ellos un signo sacro eficaz de gracia espiritual. Grosso modo el sacramento para el santo puede ser definido como un signo exterior de cualquier cosa sagrada. En uno de sus sermones dice san Agustín: “estas cosas, hermanos, son sacramentos, porque en ellos se ve una cosa que significa otra. Esto que vemos con aspecto corporal, comprendemos que tiene un fruto espiritual”[2].
La mayor aportación que hace el Obispo de Hipona será la construcción de una teoría en la que hace progresar el concepto de sacramento como signo, distinguiendo como tal dos elementos: la parte visible (sacramentum) y la parte invisible (virtus sacramenti) que sería la tarde sobrenatural del signo sacramental, que repercutirá sin duda en todo el medioevo, especialmente en la teología tomista.
La finalidad del estudio que vamos a llevar a cabo en las siguientes páginas es para dar a conocer la complejidad del concepto sacramento en sus inicios y poder entender de forma más intensa el origen de lo que hoy llamamos propiamente sacramento.
Aproximación al término sacramento en San Agustín
Durante la época de San Agustín fue ilimitado el número de los sacramentos se han enumerado hasta 304 sacramentos. Para san Agustín el número de los sacramentos es más bien pequeño: Jesucristo, nos ha presentado muy pocos sacramentos, muy fáciles de observar. Reúnen en comunión, comenzando por el bautismo, a todas las personas en nombre de la Trinidad.
Es evidente entonces, que para hablar del concepto de sacramento en San Agustín, debemos tener en cuenta que, dicho concepto no había alcanzado la especificidad que obtuvo de los teólogos del siglo XIII; Agustín ayudó a la elaboración de una definición completa especificando los elementos esenciales de los sacramentos[3]. Los teólogos que le han seguido, incluyendo a Santo Tomás de Aquino y a los mejores de nuestros días, han ido desarrollando y sacando consecuencias de los primeros propuestos por San Agustín, pero sin formular doctrina radicalmente nueva, que Agustín no hubiera intuido[4].
San Agustín reflexionó sobre los sacramentos en general indirectamente, es decir, al tener que tomar postura ante determinadas cuestiones a partir de la consideración de un sacramento particular. Al tratar sobre el sacramento administrado por los herejes formuló su doctrina sobre la eficacia cristológica de los sacramentos, así, el bautismo recibido de un hereje es válido; quizá no surte sus efectos invisibles, cuando la mala disposición del sujeto pone un óbice, pero se produce la reviviscencia, en cuanto desaparece el obstáculo, y al preguntarse acerca del efecto del sacramento de la eucaristía, escribió sus definitivas páginas sobre la dimensión eclesial de la celebración eucarística[5] y que atiende siempre a dos presencias reales: la del Cristo personal y la del Cristo Místico.
Al referirse a la Penitencia, se pronuncia contra los rigoristas y novacianos, aseverando que la Iglesia tiene poder para perdonar todos los pecados, sea por el bautismo o bien por la penitencia privada o la pública. En cuanto al matrimonio somos deudores del hiponense por la concepción de sus tres bienes: proles, fides, sacramentum, y por constituirse en símbolo de la unión de Cristo con su Iglesia. Defiende su indisolubilidad y muestra que el matrimonio como una perpetua virginidad son ideales cristianos.
Es conocido en los escritores eclesiásticos que el uso del término mysterium y sacramentum lo empleaban indiferentemente con acepciones variadas pero principalmente para designar ritos santificadores o misterios divinos. En la Escritura se encuentra el término mysterium, que en su mayor parte se ha traducido por sacramentum, pero posteriormente los Padres han recogido el vocablo y lo han cargado de significaciones, no solamente en conformidad con la Escritura, sino extrayéndolas también de la literatura profana.
Algunos autores, como José Morán, piensan que Agustín mantuvo relación con algunos autores clásicos como Tertuliano, San Cipriano, San Hilario y San Ambrosio a la hora de emplear la palabra sacramentum[6].Antes de San Agustín la idea de signo eficaz no fue expuesta por los Padres de una manera suficientemente, más que para el Bautismo y para la Eucaristía. De los demás sacramentos hablan con menos claridad.
El obispo de Hipona contribuirá de modo decisivo a desarrollar la noción de signo eficaz, distinguiendo en el sacramento dos elementos: uno visible (sacramentum) y otro invisible (virtus sacramenti). P. Pourrat nos dice que “el sacramento agustiniano es un signo sagrado que evoca la idea de una cosa religiosa de la que es imagen; este signo es un elemento material; a este signo está ligado el don espiritual, destinado a santificar al hombre; la causa eficiente del sacramento, es decir, lo que hace de un elemento material el signo de una realidad espiritual significada, es la fórmula de bendición del misterio”[7].
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