Recensión y comentario sobre: Magníficat No. 4 y 7 - Misión Materna de María IX
Enviado por Ricardo de Jesús Robles Nevarez • 9 de Mayo de 2017 • Reseña • 3.323 Palabras (14 Páginas) • 254 Visitas
Alumno: Juan de Dios Castillo Encinas Materia: Mariología
TEMA: Recensión y comentario sobre:
Magníficat No. 4 y 7 - Misión Materna de María IX
Profesor: Pbro. Dr. Ernesto María Caro Fecha: 21 de Marzo del 2017
4.- "MI ALMA GLORIFICA AL SEÑOR" (Lc 1, 46)
Al iniciar con la lectura y el análisis de esta maravillosa obra, podemos decir alguna palabra sobre el Magníficat, que es un himno litúrgico atribuido a María. Aunque cabe resaltar que algunos manuscritos antiguos del Nuevo Testamento en versión latina atribuyen el Magníficat a Isabel ("El dixit Elisabeth:"). También por decenios, en época moderna, muchos escolares. De esta forma como se muestra en el análisis interno, esté cántico debe corresponder a los sentimientos de María: en efecto, una perfecta congruencia entre la alabanza que María dirige al Señor y el misterio que en su persona apenas se ha realizado: por ejemplo María se proclama sierva (v. 48) exactamente como en su respuesta al ángel (v. 38); Isabel la acaba de proclamar bienaventurada (v.45), y María dice que así la llamarán las generaciones (v. 48); luego añade que la razón de su alabanza es porque el potente ha hecho cosas grandes en ella (v. 49), mientras apenas le ha dicho el ángel que "nada es imposible para Dios" (v. 37).
Muchos atribuían la composición del Magníficat a María. Tradicionalmente esta teoría se da por descontada, pues se encuentra prácticamente en todos los teólogos antiguos. Pero podemos ver algunos motivos de ciertos autores que todavía la defienden: A). Las mujeres hebreas conocían de memoria las oraciones del Antiguo testamento (ya que no tenían libros). B). La esperanza de los pobres de Yahvé era muy común en el tiempo de María, y ésta se cuenta entre los de una comunidad semejante. C). Se trata de un cántico muy arcaico y lleno de hebraísmos. Ténganse en cuenta todas las alusiones al Templo y al sacerdocio en Lc 1-2, y sin dificultad se podrá descubrir este carácter jerosolimitano. D). En tal caso Lucas lo habría recogido de esa tradición para traducirlo y adaptarlo a la redacción de su evangelio.
Es decir el himno de María resulta del todo extraño: no se refiere a las palabras de su interlocutora, sino ofrece una teología mucho más amplia, que da significado al misterio de lo realizado en María, y lo coloca en todo el proyecto histórico salvífico de Yahvé en favor de su Pueblo.
Aunado a lo anterior hay que decir que el himno de Ana, es predecesor espiritual del de María, es un canto de los pobres que expresa la confesión de su esperanza: por eso termina con la mención del Mesías Rey: "Yahvé juzga los confines de la tierra, da pujanza a su Rey, exulta el cuerno de su ungido" (1 Sam 2, 10), a pesar de que en ese momento ni la institución monárquica ni mucho menos la promesa mesiánica, eran una realidad en su Pueblo. María en su cántico expresa su acción de gracias porque contempla esa esperanza israelita que Ana expresaba, ya realizada. El estilo del Magníficat, que pasa de la alabanza por el beneficio personal a la confesión de la liberación de su Pueblo (indicando la íntima trabazón entre ambos dones), está en clara relación con el género literario bastante común en el Antiguo Testamento, como sucede por ejemplo en el cántico ya considerado de 1 Sam. 2, y en Jdt 9.16.
7.- "COMO LO HABÍA PROMETIDO A ABRAHAM" (Lc 1, 55)
Sin duda alguna María sabe (como después Pablo) que la descendencia de Abraham es el Hijo que lleva en su seno (Gal 3, 16). María tiene dos funciones en estos versículos (vv. 54-55): por una parte es la portadora por su maternidad (biológica y por la fe) del cumplimiento de la promesa a su Pueblo. Y respecto al Nuevo Israel, heredero del Antiguo, es su figura, que acoge en su seno a Aquél que es el cumplimiento de la promesa liberadora del Padre. De esta forma la que fue evangelizada por el ángel se convierte también en la primera evangelizadora.
COMENTARIO PERSONAL:
Ante este contexto del Magníficat, el cual fue proclamado por María, basta recordar que el evangelista san Lucas resaltar que apenas el ángel Gabriel dejó a María, ella se apresuró a ir a la casa de su pariente más anciana, Isabel, para comunicarle la buena noticia. No cabe duda que María entendió que la anciana Isabel podría también, por gracia de Dios, dar a luz un hijo muy especial.
De esta forma podemos ver como María se alegra de lo que el ángel Gabriel le dijo y lo que Isabel ha confirmado: su hijo es el hijo de David, el Mesías, el futuro Rey. Ella exulta porque Dios va a establecer la justicia poniendo en acto su reino sobre Israel y a favor especialmente de lo más pobres y lo que lo añoraba. María se alegra porque –como Ana, la madre del profeta Samuel- va a ser Madre. De ahí que ella exclama: por eso “todas las generaciones la llamarán bienaventurada… porque el Todopoderoso ha hecho obras grandes por mí”. Sería muy bueno si leemos el Magníficat como el texto de una mujer buscadora y sedienta de Dios en el contexto histórico de Israel, y así pudiéramos descubrir que: Primer que sus palabras van más allá de lo que es la alegría de una mujer que va a tener un hijo: son las palabras de una mujer que se encuentra en lo más bajo del orden social; Segundo son palabras que llaman al movimiento contra los líderes injustos, como podían ser César Augusto y Herodes, que entonces ocupaban los tronos, porque proclaman la llegada del Mesías de Dios que traerá la justicia para los pobres; porque proclaman un orden nuevo, centrado en su hijo, el Único que salvará al pueblo de sus pecados. Y finalmente que para entrar en el contexto del Magníficat es preciso recordar a Herodes el Grande, que asesinó a miembros de su familia por simples sospechas de traición; el mismo Herodes que oprimió más que ningún otro a Israel con impuestos en desfavor total por los más pobres. En ese contexto, las palabras de María son palabras de revolución por así decirlo, palabras que revelan cómo podrían y deberían preocuparse los magnates y los líderes injustos de Israel. María tal vez cantó este canto muchas más veces: en Nazaret entre los campesinos de Israel: “¡Está para llegar la hora. Bendito sea el Señor!”
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