ANGELA ROSLES

La Guerra santa

Las religiones monoteístas que surgieron en Oriente Próximo (judaísmo, cristianismo e Islam) se articularon de un modo u otro en torno a la guerra santa según la cual Dios invita a sus fieles a ser agentes de la lucha cósmica contra el mal. La guerra santa se puede entender metafóricamente, como cuando se llama a los ascetas cristianos «soldados de Cristo», o bien en el sentido estricto de la palabra. El Antiguo Testamento contiene numerosos ejemplos de Dios luchando al frente del pueblo de Israel.

San Agustín el principal teólogo de la Iglesia occidental primitiva, desarrolló la idea de la guerra justa definiéndola como una lucha contra el pecado. Según él, 1a guerra era tanto la consecuencia del pecado como su cura. Invocada por la autoridad moral adecuada y de acuerdo con unos motivos justificados, no era sólo una acción de legítima defensa, sino un acto moral beneficioso para el soldado justo y el enemigo pecador. San Agustín, y tras él otras figuras destacadas de la Iglesia occidental, hicieron frente a invasores bárbaros que eran herejes arrianos o bien paganos. El papa Gregorio I exhortó a sus fieles a actuar como «soldados del Señor» contra los lombardos arrianos, y así aseguró la ayuda divina a las autoridades civiles de la península Itálica a través de la lucha armada.

La distinción entre guerra justa defensiva basada en los principios cristianos y «guerra santa» dirigida por el mismo Dios se había difuminado ya en tiempos de Carlomagno. Su defensa y campaña en pos de la consolidación de la cristiandad (sobre todo su victoria sobre los paganos sajones) le valieron el ser coronado emperador de manos del propio Papa, con lo que se convirtió en el defensor de la Iglesia romana.

A pesar de reconocer la necesidad de defender a la cristiandad y garantizar la paz entre los pueblos, la mayoría de los responsables de la Iglesia occidental siguieron viendo la guerra como algo pecaminoso y motivo de penitencia. Esto cambió en el siglo XI, cuando el papado empezó a justificar las acciones militares que tenían por objetivo restablecer el orden correcto en el mundo. De allí a la noción de cruzada, la guerra santa cristiana como acto de penitencia que purifica el alma de los que participan en ella, hay muy poco.

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