Acción De Gracias

ACCIÓN DE GRACIAS

Esta mañana, nuestra querida hermana Lupita, quiere hacernos partícipes de la “Acción de Gracias” que en nombre de toda la Comunidad Educativa, de sus hermanas de misión y Comunidad y en el suyo propio, quiere elevar al Dios bendito por tanto bien recibido.

Curiosamente, hoy ella cumple 15 años de vivir entre nosotros acá en El Salvador realizando su labor misionera como verdadera hija de María Inmaculada de Guadalupe.

De allí que las lecturas que hemos escuchado, hablen de alegría y de bendición al Señor.

La Primera Lectura que hemos escuchado corresponde a un himno precioso y profundo que escribió San Pablo.

San Pablo bendice a Dios agradeciendo las bendiciones que él, y también cada uno de nosotros hemos recibido.

Bendice a Dios Padre, que nos ha elegido por amor; bendice a nuestro Señor Jesucristo, que nos ha liberado y nos ha obtenido la salvación a través de su sufrimiento y, finalmente, bendice al Espíritu Santo que es la mejor garantía de que tanto la acción del Padre como la del Hijo lograrán su objetivo final: que tú y yo seamos verdaderos hijos e hijas en obediencia y amor.

Por su parte, en el Evangelio de San Juan que acabamos de escuchar, Jesús compara la fe, o dicho de otra manera, el vínculo de confianza con él, a un parto, que es fruto de una gestación larga y costosa, pero que cuando toca a su fin, produce una ALEGRÍA inmensa que nada ni nadie puede quitar.

De modo que, la ALEGRÍA es una clara señal de la identidad cristiana.

En esto nos va a insistir nuestro Señor cuando nos invita, desde el Evangelio, a estar contentos, a pesar de las tristezas y dificultades que nos vayan apareciendo en el día a día del camino de la vida. Jesús asegura que tu “tristeza se convertirá en alegría” y que tu “corazón se llenará de alegría”.

Jesús nos pide tener un corazón de ganadores que saben que el mal, sí, tu mal y el mío, han sido vencidos, por la fuerza y la gracia del amor del Padre que nos da y nos llena “de una alegría que nadie nos podrá quitar” (Lc 16, 22).

Que esta Eucaristía nos sirva a cada uno para pensar un poco en lo que debemos, más allá de las cosas cotidianas, agradecerle a Dios y así llenarnos de la ALEGRÍA que nos promete. Así sea.

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