La doble revolucion

Trabajo Práctico de Historia:

“La doble Revolución”

El texto de La Doble Revolución de Eric Hobsbawn propone que el mundo moderno es un producto de los cambios sufridos en la época de las famosas revoluciones burguesas. ¿Qué innovaciones trajeron estas revoluciones? ¿Y por qué estos cambios incidieron profundamente en nuestra sociedad? Pues, en este apartado usaremos estas preguntas que nos hicimos para guiarnos mientras redactamos el texto.

Hobsbawn menciona la invención de la agricultura, la metalurgia, y la escritura. Estas cosas supusieron un gran avance para la humanidad, y uno no podría imaginarse que hubiese sido del mundo sin estas cosas. Entonces, lo que hace Hobsbawn al compararlas con las Revoluciones Burguesas de los siglos XVIII y XIX es darle a estas últimas un grado superlativo de importancia, diciendo que el mundo moderno es lo que es ahora gracias a estos cambios.

Tanto en el plano político, social, económico e incluso en el plano tecnológico, estas revoluciones produjeron grandes cambios irreversibles. La forma de gobierno republicano (y todas sus variantes), la elección popular, la igualdad ante la ley, y la creación de constituciones universales son todas herencias de una revolución ocurrida en Francia hace más de doscientos años. También podemos mencionar la ley de la oferta y la demanda, en el cual los precios de los productos y servicios se manejan a través del consumo/uso o no de estos. Otro fruto de las revoluciones fue el éxodo rural, creándose así los grandes centros urbanos como Manchester, Liverpool, Birmingham, y otras ciudades por Europa y en el mundo que concentraron las industrias. Estas ciudades estaban pobladas no solo por aristócratas y burgueses, sino también por las grandes masas de trabajadores. La industria pesada que involucró al carbón y al acero inspiró un avance tecnológico que hoy en día podemos apreciar en todas partes. Lamentablemente, todos estos avances en las distintas ramas de la sociedad tuvieron un alto costo social para la clase obrera en ese momento: largas horas laborales; pésimas condiciones de trabajo; barrios obreros de pésima calidad de vida; etc. Sin embargo, durante las revoluciones también se empezaron a sembrar las ideas de lo que hoy son los sindicatos; los derechos laborales; la igualdad no solo ante la ley, sino también una igualdad social, y otras muchas nociones que hoy damos por sentados.

Nosotros intentamos remarcar el hecho de que hay muchísimas ideas y conceptos que hoy nos son obvios y fundamentales, no obstante, fueron pensadas por primera vez en la época de la revolución francesa y de la revolución industrial.

En los siguientes párrafos explicaremos algunos de los conceptos que surgieron en las revoluciones, y que Eric Hobsbawn considera indispensables para comprender los sucesos de 1789 – 1848.

La revolución francesa fue la que nos libró de régimen monárquico, imponiendo la república, la democracia, la voluntad popular como las bases del pensamiento político que tenemos hoy en día. Para entender mejor que fue lo que sucedió en aquel entonces, palabras como liberal, aristócrata o burgués no pueden faltar en el vocabulario de uno a la hora de analizar el contexto de la época. ¿Quiénes eran los aristócratas o nobles? Eran la clase social dominante que imponía sus intereses a todos los demás, a pesar de que eran una pequeñísima minoría. En Francia eran los amos del gobierno, señores feudales, dueños del único medio de producción, la tierra, otorgándoles el control de la producción bienes indispensables (la comida). Por otra parte, los burgueses eran de la ciudad, fueron una clase social relativamente nueva, porque ascendieron socialmente sin llegar a ser nobles. Estos supieron valerse del comercio (la circulación de la moneda) para ascender socialmente, también fueron ellos que pusieron en marcha el iluminismo*, siendo quienes propulsaron la revolución en Francia con sus ideas de liberales. El liberalismo político fue la búsqueda por parte de los revolucionarios de la igualdad de todos ante la ley, una monarquía limitada y parlamentaria, de librarse también un poco de la iglesia, entre otras cosas.

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