La falta de recursos nos lleva al estancamiento en temas de ciencia, tecnología e innovación

La falta de recursos nos lleva al estancamiento en temas de ciencia, tecnología e innovación.

En Colombia se presenta una problemática muy notable respecto a ciencia, tecnología e innovación, algunos se preguntarán ¿qué relación tienen estos elementos con el país? Acorde a la UNESCO “son elementos centrales para el desarrollo de sociedades del conocimiento sostenibles. Las capacidades nacionales de CTI son, por lo tanto, un importante motor de crecimiento económico y desarrollo social. (UNESCO, 2017). Como es sabido, el ente responsable de estos elementos en el país es Colciencias; entidad la cual atraviesa una grave crisis económica que podría agravarse en futuro próximo.

De acuerdo a esta entidad: “La gran visión que tenemos es que Colombia debe ser uno de los países más innovadores de América Latina en el 2025”. Colombia actualmente invierte apenas un 0,23% del PIB (producto interno bruto) nacional en ciencia, tecnología e innovación; mientras que en Corea del Norte se invierte en este ámbito un 4,3% de su PIB convirtiéndolo en el país que proporcionalmente más invierte en investigación y desarrollo. Y, hablando de América Latina el único país que invierte más de 1% del PIB en este ámbito es Brasil, dejando a Colombia entre los países que menos invierte y siendo Paraguay el último con 0,09%. (Banco Mundial, 2017).

En vista de la problemática presente, el Estado debe asegurar la destinación de los recursos necesarios para que este ámbito pueda desarrollarse; de igual modo, fortalecer los entornos los cuales faciliten el progreso de estos cruciales elementos. Pero, ¿Qué esperanza tenemos con el inminente recorte de presupuesto anunciado para el año 2018? El presupuesto establecido para Ciencia y Tecnología pasaría de aproximadamente $320 mil millones a $222 mil millones el 2018, además, se ha visto una reducción en el mismo en los últimos años.

Los programas con los que cuenta el Estado que buscan incentivar el desarrollo de la ciencia como el proyecto “Pasaporte a la ciencia” cuyo objetivo es: “Promover la formación en el exterior, y retorno de capital humano de alto nivel con el fin de contribuir a la investigación en los retos del país, salud, sociedad, alimentos, energías sostenibles y bioeconomía”; se verían gravemente afectados con este recorte. Ejemplificando la situación Colciencias otorgó en el año 2015 alrededor de 650 becas, mientras que, en el  2016  sólo se otorgaron 222 becas para más de mil admitidos en todas las universidades del país.

Así, se desencadena el fortalecimiento de otra falencia con la que contamos, otro de los grandes ámbitos en los cuales Colombia se encuentra rezagada: la formación de doctores. Ya que, contamos con 8,2 profesionales con título de doctorado por cada millón de habitantes según el Ministerio de Educación. Por el contrario, el país que posee más personas con este título es Estados Unidos con 67.449 doctores; allí se gradúan aproximadamente 200 doctores por cada millón de habitantes. (Dinero, 2017)

Este anunciado recorte presupuestal desfavorece a cientos de aspirantes a becas educativas y de investigación, dado que, según la exdirectora de Colciencias, gran parte del dinero que se iría a recibir por parte del Estado se encuentra comprometido con los antiguos beneficiados (RCN radio, 2017). ¿Cómo se aumentará el desarrollo del país si desciende aún más el porcentaje de doctores? El número de doctores que posee un país es una muestra de las capacidades del mismo para llevar a cabo tareas de investigación, y, la aptitud para la formación de profesionales para llevarlas a cabo.  

Otra consecuencia de la reducida inversión en ciencia y tecnología presente se ve manifestada en la falta de invención que tiene el país. En el año 2014 sólo se presentaron 2.417 solicitudes de patentes de invención, contrastando con países más desarrollados como Estados Unidos (70.000) y Corea del Sur (100.000) se ve el atraso de Colombia en este campo. (Dinero, 2015). Estas denominadas patentes son un derecho otorgado a un inventor por un Estado y que permite que el inventor impida que terceros exploten por medios comerciales su invención durante un plazo limitado, que suele ser de 20 años (INAPI, 2017).

Para Colciencias “La apropiación social del conocimiento es el fundamento de cualquier forma de innovación porque el conocimiento es una construcción compleja que involucra la interacción de distintos grupos sociales”. (Colciencias, 2017) Siguiendo esta definición podemos entender que esta apropiación nos compete a todos, no solamente a un grupo de investigadores, estudiantes, etc. La producción de conocimiento se desarrolla dentro de la sociedad, y obedece sus necesidades. Sin embargo, esta apropiación no es sinónimo de alienación, sino, de empoderamiento del conocimiento, para impulsar cambios que beneficien a la sociedad en la situación en la cual nos encontramos.

Los colombianos debemos apropiarnos del conocimiento que generan nuestros semejantes, de este modo, obtendríamos una guía, un modelo que contribuya a la solución de problemas en los que se encuentren involucrados conocimientos científico tecnológicos. Debe haber una promoción de  proyectos que fomenten en la sociedad una idea o los contextualice sobre las relaciones ciencia, tecnología, innovación y sociedad, y como estos elementos son de gran importancia para el desarrollo de un país.

Además, para finalizar con el tema de destinación de recursos, en el año 2012 el presidente Juan Manuel Santos firmó una ley en la cual se reglamentó una reforma a las regalías, allí se estableció que se destinaría el 10% de las mismas a este sector. Sin embargo, la dicha no duró dado que ese dinero quedó en manos de las gobernaciones de los diferentes departamentos del país. Esto se convirtió en una catástrofe para la ciencia, ya que, la Controlaría General encontró irregularidades como la destinación de recursos para un asadero de pollos y un spa al analizar aproximadamente 33 proyectos de ciencia y tecnología, demostrando así el mal manejo del dinero por parte de algunas administraciones (El espectador, 2017).

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