A QUE SE DEBE LA HISTORIA DEL ARTE
Enviado por Miguel Alejandro Puentes • 20 de Octubre de 2015 • Apuntes • 820 Palabras (4 Páginas) • 130 Visitas
VERONICA TATIANA SEPULVEDA G.
HISTORIA DEL ARTE
ENSAYO 2
EL HISTORIADOR Y LOS HECHOS Sentido común de la historia defiende que la historia consiste en un cuerpo de hechos verificados. Los hechos los encuentra el historiador en los documentos, en las inscripciones, etc., el historiador los reúne y luego se aventura a interpretarlos por su cuenta. Pero está claro que así no se llega a ninguna parte, porque no todos los datos acerca del pasado son hechos históricos, ni deben ser tratados como tales por el historiador. Un hecho históricos son aquellos que son los mismos para todos los historiadores y que constituyen, por así decirlo, la espina dorsal de la historia, son materias primas del historiador La necesidad de fijar estos datos básicos no se apoya en ninguna cualidad de los hechos, sino en una decisión que formula el historiador a priori. Los hechos sólo hablan cuando el historiador apela a ellos: él es quien decide a qué hechos se da paso, y en qué orden y contexto hacerlo. El historiador es necesariamente selectivo. La interpretación interviene en todos los hechos históricos. La barrera que separa los hechos históricos de los que no lo son, en el caso por ejemplo de la historia antigua y medieval, se esfuma porque los pocos hechos conocidos son todos ellos históricos. Los datos, hayan sido encontrados en documentos o no, tienen que ser elaborados por el historiador antes de que él pueda hacer algún uso de ellos: y el uso que hace de ellos es precisamente un proceso de interpretación. Por sí solos no constituyen historia Collingwood usa los dos significados para “historia” la investigación llevada a cabo por el historiador y la serie de acontecimientos del pasado que investiga. El pasado, que estudia el historiador no es un pasado muerto, sino un pasado que en cierto modo vive aún en el presente y un acto pasado está muerto es aquel que carece de significado para el historiador. Oakeshott dice “el único modo de hacer historia es escribirla” Esta crítica penetrante, aunque puede inspirar serias reservas, saca a la luz ciertas verdades olvidadas. Ante todo, los hechos de la historia nunca nos llega en estado “puro”, ya que ni existen ni pueden existir en una forma pura: siempre hay una refracción al pasar por la mente de quien los recoge. De ahí que, cuando llega a nuestras manos un libro de historia, nuestro primer interés debe ir al historiador que lo escribió, y no a los datos que contiene. Sólo podemos captar el pasado y comprenderlo a través del cristal del presente. El historiador pertenece a su época y está vinculado a ella por las condiciones de la existencia humana. Las mismas palabras de que se vale, términos como: democracia, imperio, guerra, revolución. Tienen sus connotaciones en curso de las que no puede divorciarlas y es que el historiador no tiene más remedio que elegir: el uso del lenguaje. La función del historiador no es ni amar el pasado ni emanciparse de él, sino dominarlo y comprenderlo, como clave para la comprensión del presente. Pero, el énfasis puesto en el papel del historiador como hacerdor (tal cual lo he escrito) de la historia tiende, llevado a sus lógicas consecuencias, a descartar toda historia objetiva: la historia es lo que hace el historiador. Clark dice “no existe historia objetiva”. Ningún historiador es mejor ni más cierto que los demás, lo que en el fondo equivale a lo mismo. No puede deducirse, porque la interpretación desempeña un papel necesario en la fijación de los hechos de la historia. El deber de respeto a los hechos que recae sobre el historiador no termina en la obligación de verificar su exactitud. Tiene que intentar que no falte en su cuadro ninguno de los datos conocidos o susceptibles de serlo que sean relevantes en un sentido u otro para el tema que le ocupa o para la interpretación propuesta. Como todo historiador activo sabe, si se detiene a reflexionar acerca de lo que está haciendo cuando piensa y escribe, el historiador se encuentra en trance continuo de amoldar sus hechos a su interpretación y ésta a aquéllos. El historiador empieza por una selección provisional de los hechos y por una interpretación provisional, sea ésta obra suya o de otros. Conforme va trabajando, tanto la interpretación como la selección y ordenación de los datos va sufriendo cambios sutiles y parcialmente inconscientes, consecuencia de la acción recíproca entre ambas. Y esta misma acción recíproca entraña reciprocidad entre el pasado y el presente, porque el historiador es parte del presente, en tanto que sus hechos pertenecen al pasado. El historiador y los hechos de la historia son mutuamente necesarios. Sin sus hechos, el historiador carece de raíces y los hechos, sin el historiador, muertos y faltos de sentido.
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