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A lo largo de este trabajo se intentará abordar el proceso de constitución de la subjetividad moderna


Enviado por   •  2 de Marzo de 2016  •  Examen  •  2.144 Palabras (9 Páginas)  •  323 Visitas

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A lo largo de este trabajo se intentará abordar el proceso de constitución de la subjetividad moderna. Poniendo en juego el rol que ocupó la  religión  cristiana en la constitución del sistema capitalista.

Rozitchner, en su libro La Cosa y la Cruz, nos ofrece algunas claves para analizar el cristianismo y el capitalismo. Es a través de las Confesiones de San Agustín que el autor examina el modelo humano religioso constituido por el cristianismo y su relación directa con el surgimiento del capitalismo. Sus confesiones logran vislumbrar los mecanismos psíquicos que ha ido creando la Iglesia para consolidar su poder político.

El cristianismo produjo la desvalorización del cuerpo sexuado y de las cualidades humanas, lo que hizo posible que se puedan cuantificar las relaciones sociales y económicas hasta convertirlas en mercancías.  Por lo que se podría pensar que si previamente no hubiera existido una concepción religiosa como la cristiana, no existiría el capitalismo. Como señala Rozitchner “(…) pensamos que el capitalismo triunfante (…) no hubiera sido posible sin el modelo humano de infinitud religiosa promovida por el cristianismo, sin la reorganización imaginaria y simbólica operada en la subjetividad por la nueva religión del Imperio romano. (…) La tecnología cristiana, organizadora de la mente y del alma humana, antecede a la tecnología capitalista de los medios de producción y la prepara.”(Rozitchner, 2001:9).

           Rozitchner nos plantea al cristianismo como la primera religión que se propuso hacer de su Verdad algo único y absoluto. Y podemos decir que lo ha logrado con éxito, ya que actualmente el cristianismo sigue formando subjetividad, sigue definiendo el mundo y sus significados, por lo que sigue controlando nuestras conductas y sentimientos. Estamos determinados por la cultura cristiana occidental. “El cristianismo aparece produciendo en masa a hombres subjetivamente sometidos, no sólo por el terror y la amenaza externa en sus cuerpos (…) sino en las marcas más elementales que organizan la singularidad de cada “libre” y democrático ciudadano posmoderno.”(Rozitchner, 2001:12). Esto es utilizado por el capitalismo, quien se vale de esta estructura creada por el cristianismo, la subjetividad generada, su expansión global, para establecerse como único modelo económico y de producción.

Volviendo al personaje principal de su libro, Rozitchner nos plantea “San Agustín sueña despierto y construye la mitología aterrorizante que se prolongara en el occidente cristiano durante dieciséis siglos. Las Confesiones elaboran una figura literaria nueva de la convicción religiosa, una forma de evangelización para posesos: otra guía para descarriados.”(Rozitchner, 2001: 23). Es en este libro que San Agustín nos indica como “salvarnos de la muerte”. Este personaje parte de la idea del pecado original, con el que supuestamente todos venimos al mundo, ya que se ha vivido la simbiosis amorosa con la madre, el primer objeto de amor.  San Agustín entonces nos plantea que es necesario sacrificar la pasión, la satisfacción de los deseos, sacrificar la Cosa. Es entonces necesario alejar lo femenino, lo materno para encontrar a Dios dentro de si mismo, “muerte y pecado van juntos desde el comienzo de la vida. (…)Dios reside dentro de Agustín o el reside en Dios: en ambos casos la unidad con Dios es su punto de partida. Sólo en él encontrará un gozo extremo, apacible, aquietado y satisfecho.”(Rozitchner, 2001:27). La lógica que sigue el pensamiento cristiano es generar terror y sometimiento al interior del sujeto. La ley cristiana es interna, opera sobre la pulsión primaria como una amenaza desde el interior. Al inscribir la amenaza de muerte en lo más profundo de nuestra subjetividad es que anula cualquier posibilidad de deseo, es así como la sola idea de desear algo es considerado como pecado. Es a través de mecanismos de control tales como la confesión, la delación y la muerte que el cristianismo intenta crear una relación unidireccional entre el sujeto y Dios, interiorizando así la ley en el sujeto. La muerte es utilizada como método e instrumento para ordenar la vida social e histórica.

Teniendo en cuenta la idea cristiana de que el mal no esta dentro del individuo sino que se encuentra por fuera del mismo, podemos decir que un objetivo de la religión cristiana es fracturar toda relación social autónoma entre los hombres que pueda llegar a implicar una amenaza al orden social represivo. Así se entiende al individuo como un sujeto aislado, tanto del resto de los hombres como de sus deseos. En términos de Marx, un sujeto alienado, y desde Freud un sujeto escindido, entre el placer y la angustia. Freud plantea que la cultura cristiana apela a los sentimientos de culpabilidad para reprimir las tendencias que le son antagónicas (sexualidad y agresividad), y así domina estas inclinaciones haciendo que los individuos se sientan culpables y “en pecado”, cuando consideran que han cometido algo “malo” lo que produce angustia. Y posteriormente plantea que la búsqueda de la felicidad es sólo a partir de lo que no nos causará dolor ni sufrimiento. Por otra parte, Marx concibe la religión como una alineación, ya que el hombre proyecta en ella una vida trascendental y se olvida de su situación presente facilitando así su dominación. Plantea que la religión es un compendio de toda alienación por la relación que tiene con el capitalismo ya que ambos se han establecido como instrumentos de poder y defienden los intereses de la clase dominante.

Volviendo a San Agustín, él descubre que hay un ser “anterior” a todo. Antes de la madre, existe un Dios-Padre, el generador de la vida, de su vida, de carácter omnipresente. Dios es, para San Agustín, el fundamento de la verdad y del conocimiento. Él nos ilumina, irradia su luz sobre el espíritu humano permitiendo que las ideas se revelen, se muestren a nuestra alma. Reconoce tener dos padres, uno el Dios-Padre cristiano, y el padre real, el genitor. El primero es el padre espiritual y puro, y el segundo es el terrenal, despreciado. Esto le genera la confrontación de dos legalidades, la que ha internalizado del Dios-Padre y por otro lado la ley del padre biológico que es despreciada por la madre. Con la experiencia del robo de las peras, (“el robo de la Cosa”), San Agustín ha quebrantado la ley del padre, en la que aún cree, y la amenaza con el incumplimiento de la misma era la castración para separarlo sólo de su madre, convirtiendo esto en lo que Freud considera el Edipo. En el caso del cristianismo el Edipo toma una nueva formulación, el padre biológico es desplazado por el Dios-Padre idealizado por la madre. Este nuevo padre prohíbe la unión con la madre, e impone también un límite al cuerpo carnal. San Agustín nos plantea la ley interna en el cristianismo que se encuentra en el corazón de los hombres. La ley debe dejar una marca real o simbólica en el cuerpo, en el judaísmo es la circuncisión del pene, con la amenaza de la castración en caso de tomar a la madre como objeto sexual, es una marca externa. En el caso del cristianismo se produce una circuncisión del corazón, como reflejo de esta ley interna. “Al aceptar la ley cristiana, (…) Agustín al mismo tiempo debe borrar dos cosas. Borra primero el objeto de su amor, que tanto mas se encapsula cuanto más regresa a la unión arcaica primera (…). Borra luego el enfrentamiento con el padre, pues el padre no tiene espacio identificatorio en su cuerpo. No hay reconciliación adulta con el padre muerto; la culpa por su muerte es sin rescate: no hubo combate. Sólo así se legitimará la ley cristiana como absoluta en su conciencia.”(Rozitchner, 2001:97).

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