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Enviado por maritza24 • 2 de Abril de 2013 • 418 Palabras (2 Páginas) • 219 Visitas
El ensayo, un estilo libre.
El autor francés del siglo XVI, Michel de Montaigne, es considerado como el creador del estilo ensayístico.
El escritor galo fue el primero en llamar a sus escritos con ese nombre. Los mismos se caracterizaban por expresar de una forma libre el pensamiento de su autor.
Quizás por ello la máxima del conocido ensayista español José Ortega y Gasset,"El ensayo es la ciencia, menos la prueba explícita", sirva para ejemplificar perfectamente la esencia de este género.
Ejemplos de ensayos
La variedad de los estilos empleados en los ensayos y los temas que ellos tratan dependen en gran medida del escritor. Aunque a veces pueden asignarnos en el colegio la tarea de escribir un ensayo sobre un tema determinado, la manera de escribirlo es siempre personal. A continuación te presentamos extractos de ensayos de grandes escritores:
Si viajamos por Castilla no encontramos otra cosa que labriegos laborando sus vegas, oblicuos sobre el surco, precedidos de la yunta, que sobre la línea del horizonte adquiere proporciones monstruosas.
Sin embargo, no es la castellana actual una cultura campesina: es simplemente agricultura, lo que queda siempre que la verdadera cultura desaparece. La cultura de Castilla fue bélica. El guerrero vive en el campo, pero no vive del campo -ni material ni espiritualmente.
José Ortega y Gasset (Teoría de Andalucía, Wikimedia)
Yo soy de los más exentos de esta pasión y no siento hacia ella ninguna inclinación ni amor, aunque la sociedad haya convenido como justa remuneración honrarla con su favor especial; en el mundo se disfrazan con ella la sabiduría, la virtud, la conciencia; feo y estúpido ornamento.
Los italianos, más cuerdos, la han llamado malignidad, porque es una cualidad siempre perjudicial, siempre loca y como tal siempre cobarde y baja: los estoicos prohibían la tristeza a sus discípulos.
(Michel de Montaigne, Ensayos, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes)
Habiéndonos propuesto escribir en este libro la vida de Alejandro y la de César, el que venció a Pompeyo, por la muchedumbre de hazañas de uno y otro, una sola cosa advertimos y rogamos a los lectores, y es que si no las referimos todas, ni aun nos detenemos con demasiada prolijidad en cada una de las más celebradas, sino que cortamos y suprimimos una gran parte, no por esto nos censuren y reprendan. Porque no escribimos historias, sino vidas; ni es en las acciones más ruidosas en las que se manifiestan la virtud o el vicio, sino que muchas veces un hecho de un momento, un dicho agudo y una niñería sirven más para pintar un
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