Cuestionando ensayos sobre semiótica

Cuestionando al sentido de la semiótica

JESÚS ARMANDO SALDAÑA ROCHA. LCC 611. SEMIÓTICA. UNIVERSIDAD DE LA SALLE, BAJÍO.

Un dilema en la perspectiva de análisis

En una primera instancia, y de acuerdo con la naturaleza de los estudios de la semiótica, resulta difícil imaginarse la aplicación de dichas metodologías en otra cosa que no involucre a los signos dentro de los productos comunicativos.

En un intento por analizar los movimientos sociales, el método propuesto por Clifford Geertz, desde la perspectiva del análisis cultural, consiste en la interpretación de las acciones sociales de la misma forma en que lo haría con un texto, a través de la información que, de alguna manera, ha quedado grabada para que alguien más pueda interpretarla en la posteridad (Chihu, 2000).

Aunque, si bien, se trata de un campo de estudio distinto (el análisis cultural), mediante este ejemplo puede observarse como dicho fenómeno intangible debe ser analizado a través de un corpus tangible, conformado por productos comunicativos (que a su vez se integran por signos). Esto deja una interrogante con respecto a algunos estudios que buscan encontrar una solución en la semiótica, pero que sostienen un enfoque de estudio (o un objetivo) que parece apartarse de este corpus de análisis.

Acudiendo a las ramas de la semiótica

Como un criterio clave para determinar la valides del término en las investigaciones que se presentarán a continuación, será la división propuesta por Morris, que distingue entre la semántica, la pragmática y la sintáctica. La primera de ellas, haciendo referencia a las relaciones concretas de los signos con los objetos; la segunda, la relación de los signos tanto con los intérpretes, así como con los autores; y la tercer, a la relación de los signos entre sí (los sistemas formales o gramáticas)

Revisando las propuestas

En el texto Hacia una semiótica de la educación de Christina Cárdenas, la autora ofrece una propuesta del conocimiento y el aprendizaje que se focaliza en “analizar la formación de representaciones en el proceso de enseñanza-aprendizaje centrándose en formas de comunicación no lingüística” (Cárdenas, 2001), con el sustento de algunas posturas propuestas por Umberto Eco, cuestionando además sobre la percepción de los alumnos a través de los recursos que el profesor emplea para ilustrarlos. Entonces, es posible observar una aplicación de las dimensiones de la semiótica: iniciando por la semántica, poniendo en duda la percepción de los objetos de la realidad; así como la pragmática, aludiendo a los procesos a través de los cuales los profesores buscan generar el conocimiento.

Un segundo texto, presentado por Paola Ricaurte, titulado Hacia una semiótica de la memoria, revisa los aportes de la semiótica de la cultura para involucrar en esta estructura de análisis a la memoria, comprendida como un “fundamento material y simbólico que posibilita los procesos de transformación e intercambio cultural” (Ricaurte, 2014). En este caso, el enfoque tomado se dirige más hacia los fundamentos de los estructuralistas, tomando a la semiótica como un sistema amplio de relaciones entre el hombre y el entorno. Se habla entonces de sistemas que permiten al hombre aprender de su entorno, donde podemos apreciar un sesgo hacia la dimensión pragmática, en donde cabe cuestionarse con respecto

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