Experiencia ¡Valió la pena!

¡Valió la pena!

Cada desvelada con mis ojos pegados a un libro; cada segundo, minuto, cada hora transcurrida en el reloj; todo el esfuerzo, las lágrimas y sonrisas… Todo ha valido la pena.

Por fin logre, he cumplido mi gran sueño, el sueño que desde pequeña tuve, la meta que me propuse alcanzar costara lo que costara, llegue al lugar donde muchos quieren estar, pero al que pocos pueden llegar.

No fue nada fácil, tuve muchos obstáculos, pero bien dicen que lo que fácil llega fácil se va, y tengo la certeza de que cada caída al levantarme se convirtió en un escalón que me llevaba más cerca a la cima, alcanzando lo que tanto anhelaba. Gracias a las personas que me apoyaron siempre, que me animaban a seguí, a no rendirme, gracias por haber estado conmigo a pie de cañón. Mi logro es también de ustedes (Mis papás y mis muñecas).

Cada frase de “Tú no puedes”, “Jamás lo lograras”, “No seas ridícula”, “¿De verdad crees que si miles no pueden tú si lo harás?”; entre muchas otras frases de desaliento me hacían aferrarme más y más a mi meta, me hacían luchar cada vez con más fuerza, con cada persona que dudaba de mí, que se reían de lo que tenía en mente, que creían que solo eran habladurías mías… hoy les demuestro que la ridícula soñadora que compitió con miles al fin llego a su meta, gracias por sus gestos de burla en sus rostros… Lo más importante es que me demostré a mí misma lo alto que puedo llegar.

Gracias a Dios que me permitió llegar al lugar donde ahora estoy.

Obtuve un lugar de 1754 aspirantes, donde seleccionaron a 302 y finalmente llegamos a la meta 57.

Oficialmente y orgullosamente pertenezco a la máxima casa de estudios, puedo gritar a todo pulmón y con un gran entusiasmo: ¡GOYA! ¡GOYA!
¡CACHUN, CACHUN, RA, RA! 
¡CACHUN, CACHUN, RA, RA! 
¡GOYA! 
¡¡UNIVERSIDAD!!

¡Soy UNAM!

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