FORMATO DEL REGISTRO DEL TRABAJO DE INVESTIGACIÓN, CONDUCENTE AL TÍTULO UNIVERSITARIO
Enviado por joalripo • 2 de Noviembre de 2016 • Síntesis • 3.956 Palabras (16 Páginas) • 290 Visitas
“Decenio de las Personas con Discapacidad en el Perú”
“Año de la Promoción de la Industria Responsable y del Compromiso Climático”
ASAMBLEA NACIONAL DE RECTORES
COMISIÓN DE COORDINACIÓN INTERUNIVERSITARIA
Calle Aldabas Nº 337
Las Gardenias – Surco
Lima – 33 – Perú
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“CATÁLOGO DE TRABAJOS DE INVESTIGACIÓN”
Resolución Nº 1562-2006-ANR
FORMATO DEL REGISTRO DEL TRABAJO DE INVESTIGACIÓN, CONDUCENTE AL TÍTULO UNIVERSITARIO
- DATOS GENERALES (PREGRADO)
- Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo.
- Escuela Profesional: Educación
- Título del Trabajo: Programa de acompañamiento humano-espiritual, según la propuesta educativa de San Alberto Hurtado para la formación de los estudiantes del seminario menor San José de Chota- Cajamarca, en el año 2012
- Área de Investigación: Filosofía y Teología
- Autor:
Apellidos y Nombres: DIAZ CORONEL, CESAR UBILDO
DNI Nº 40677762
Apellidos y Nombres: VASQUEZ ROJAS, ANGEL
DNI Nº 41365426
- Título profesional a que conduce: Licenciado en Educación: Filosofía y Teología
- Año de aprobación de la sustentación: 2014
- EL RESUMEN
- Planteamiento del problema
La educación es un proceso que le permite a la persona llegar a la realización plena de su ser personal a través del ejercicio de sus potencialidades que se encierran virtualmente en la excelencia de su ser. Así lo afirma Beuchot (1999): “La educación es una actividad y un proceso en el que se lleva a la persona a desarrollar sus posibilidades o potencialidades” (p.14). Por eso, el fin de la educación es la formación integral de la persona humana; es decir, el perfeccionamiento de su ser en su dimensión corporal, psicológica, espiritual y trascendente.
Por tal motivo, la persona, siendo no sólo un ser corpóreo sino también espiritual, es un ser necesitado tanto de formación humana como de formación en el espíritu. Pero esta formación necesita de un acompañamiento en la adquisición de hábitos y virtudes, como base para la apertura a lo espiritual, a lo trascendente, que en definitiva es una apertura a lo Divino. Este acompañamiento no es más que la ayuda que le ofrece el educador o formador al educando en el proceso de perfeccionamiento. Rojas (1996) sostiene: “Educar es ayudar a alguien para que se desarrolle de la mejor manera posible en los diversos aspectos que tiene la naturaleza humana” (p. 18).
La persona humana, para lograr la perfección a la que está llamada, sea cual sea su vocación, necesita del ejercicio de todas sus facultades para poder lograrlo, como decía Andrés Bello en uno de sus discursos “todas las facultades humanas forman un sistema, en que no puede haber regularidad y armonía sin el concurso de cada una. No se puede paralizar una fibra, una sola fibra del alma, sin que todas las otras se enfermen (Bello, 1982, p. 7). Por tal motivo, hay necesidad de una formación integral de la persona, tanto en su dimensión humana natural como también en su dimensión sobrenatural.
En toda institución educativa y en especial en los Seminarios o instituciones educativas donde se forman los futuros sacerdotes, es sumamente importante la formación humana como base para la formación sobrenatural, ya que, independientemente de su experiencia individual y comunitaria previa, debe desarrollar un profundo sentido humano que le permita conocerse a sí mismo, valorar la dignidad de su ser aceptarse, así como conocer y comprender la naturaleza del ser humano con profundidad, intuir los valores y dificultades del hombre concreto y facilitar su acceso a la fe, pues es imprescindible que en su ministerio el sacerdote plasme su personalidad humana, que su actitud, su testimonio y su ejemplo sirvan de unión y no de obstáculo a los demás en su encuentro con Jesucristo.
Una formación integral para el futuro sacerdote significa ayudarle a formar hábitos buenos o virtudes que le capaciten para llegar a la plenitud de su ser, en el ejercicio de su misión sacerdotal. Al respecto Meléndo (1995) afirma: “Formarse íntegramente, desde el punto de vista de la propia actuación, consiste, quiérase o no, en adquirir e intensificar un conjunto de virtudes que faciliten el ejercicio de la libertad, el amor” (p. 34). En consecuencia, solo las virtudes, tanto intelectuales como morales, le darán a la persona la fuerza que necesita para ejercitar su vocación al amor, de acuerdo a las nobles exigencias de su ser personal. Por eso, si se quiere formar íntegramente a la persona es necesario entusiasmarlo con la práctica de acciones buenas hasta llegar a habituarse en la elección del bien.
Cuando se afirma que el futuro sacerdote debe entusiasmarse en la práctica de la virtud no se está hablando solo de virtudes humanas sino también y sobre todo de virtudes sobrenaturales, que le ayuden a crecer no sólo en su dimensión puramente humana o natural sino también en su dimensión cristiana o sobrenatural.
La dimensión espiritual es el núcleo de la formación para un futuro sacerdote, ya que su oficio es de orden divino; en beneficio de la salvación de las almas. La formación espiritual unifica y fundamenta todas las demás dimensiones y objetivos de la formación del seminarista, tal como nos dice el informe de la LXV Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española.
Queremos describir estas maneras de pensar y de actuar que se perciben en los jóvenes que ingresan al Seminario Menor San José de Chota, manifestadas en las siguientes características:
En cuanto a la organización de su tiempo: Los jovencitos que ingresan a formarse en el Seminario Menor, llegan sin ningún horario establecido para organizar su tiempo; les cuesta en demasía tener una hora fija para levantarse y acostarse, no tienen horario de estudio, no tienen buenos hábitos alimenticios, etc.
No tienen una concepción correcta del tiempo libre; desaprovechan este tiempo en otras ocupaciones que no les aprovechan.
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