LA CULTURA Existe un número importante de antropólogos que entienden que la cultura se compone de ideas o de modelos cognitivos
Enviado por joasil • 15 de Julio de 2017 • Monografía • 1.881 Palabras (8 Páginas) • 356 Visitas
LA CULTURA
Existe un número importante de antropólogos que entienden que la cultura se compone de ideas o de modelos cognitivos. Lo que ellos denominan cultura incluye las pautas de comportamiento, los valores y las creencias de una sociedad. Por lo que sociedad y cultura serían términos correlativos.
Pero existen otros antropólogos que excluyen a las cosas materiales de la cultura y piensan que los modelos cognitivos de una sociedad son los que crean estas cosas, por ello es verdad que en las sociedades técnicamente avanzadas, las cosas materiales nacidas de la cultura, acaban modificando la totalidad de la cultura porque alimentan nuevos valores, a la vez que modifican otros.
Además la cultura material incluye expresiones tangibles porque hace referencia al mundo de los objetos, como por ejemplo la tecnología. Y la cultura no material es intangible porque contiene la esencia de la percepción del mundo y de las cosas que tiene una sociedad.
El núcleo de la cultura contiene normas, valores y creencias. Las normas son reglas que regulan la conducta de los miembros de la sociedad. Estas reglas pueden ser legales, consuetudinarias, morales, religiosas, etc. Las legales entrañan obligaciones rígidas, mientras que las costumbres comportan adhesiones emocionales más discretas.
Los valores de una sociedad son modelos culturalmente definidos, por medio de los cuales las personas que integran una cultura realizan evaluaciones, que van desde lo deseable hasta lo que carece de valor. Su importancia es extraordinaria porque es la guía de los comportamientos individuales y colectivos.
Las normas y los valores son la fuente de los patrones ideales de una sociedad. Por patrones ideales entendemos los conjuntos de ideas (ideales). Frente a los patrones ideales están los reales, que indican no lo que el individuo debiera hacer, sino lo que realmente hace por lo general.
La cultura se compone también de creencias, las cuales están compuestas de enunciados específicos acerca del mundo y de las cosas, no verificables, que se consideran ciertas. Las creencias y la ideología comportan las dos dimensiones de la llamada cultura inmaterial.
Las creencias se presentan bajo diversas formas, siendo las esenciales la magia y la religión, que se hallan frecuentemente unidas.
En las modernas sociedades occidentales es frecuente que normas, valores y creencias entren en conflicto, dado que son sociedades en permanente cambio. Estos procesos de cambio dan lugar a inconsistencias valorativas que son causas de crisis generales dentro de las culturas.
Las variaciones en las culturas se producen por suma de modificaciones individuales de las conductas. Estas culturas controlan los cambios mediante el establecimiento de limitaciones muy diversas. En este caso, las normas no legales pueden constituir claras limitaciones o actuar como limitadoras de los cambios. Unas veces estas limitaciones son directas y otras veces indirectas. Mientras que las limitaciones directas nos dicen de manera más o menos explícitas lo que debemos o no debemos hacer (la asistencia a determinados actos requiere invitación), las limitaciones indirectas nos sugieren implícitamente una actitud (en los actos a los que soy invitado, se espera de mí un determinado comportamiento).
La cultura está compuesta por símbolos, entre los que se encuentran los gestos, las palabras, las actitudes, etc. La capacidad del ser humano para simbolizar lo ha convertido en un animal superior y le ha permitido agrandar su cultura. Lo que hacen los miembros de una sociedad es descodificar constantemente los signos que perciben, a fin de dotar a los mismos de significados.
A la imposibilidad de interpretar los símbolos en una cultura distinta de la propia se la denomina “choque cultural”. Ciertamente hay símbolos universales que nos permiten alcanzar niveles mínimos de comunicación, pero no es menos cierto que cada cultura posee sus propios símbolos.
En ocasiones, idénticos símbolos tienen significados diferentes, incluso en la misma cultura, dependiendo de la interpretación que hacen las personas de acuerdo con la edad, el sexo, la clase social, las etnias, la religión, etc.
Un coche excelente puede significar la identificación del usuario con una tecnología admirable, pero también la insensibilidad de dicho usuario ante el drama de la pobreza en el mundo.
Hay otro aspecto inseparable de la cultura, y expresión misma del simbolismo, que es el lenguaje. Todos los seres humanos en condiciones normales usan el lenguaje hablado, como conjuntos de símbolos dotados de significados. El lenguaje permite la comunicación y facilita el hecho de que los conocimientos almacenados en el cerebro de las personas sean transmitidos a los cerebros de otras personas. De este modo, los seres humanos comparten experiencias y proyectos. Es por ello que el lenguaje es la clave de la reproducción cultural.
Es obvio que la cultura influye sobre el lenguaje. Algunos antropólogos estuvieron convencidos de que también el lenguaje condiciona la manera de ver el mundo. Aquí la hipótesis de Sapir-Whorf, a partir de sus investigaciones de campo, según la cual los hablantes de lenguas con estructuras diferentes tienen maneras distintas de ver y de percibir el mundo (relativismo lingüístico), es muy importante.
El lenguaje presenta tantos matices que la traducción entre lenguas distintas, es de una gran complejidad. Lo cual significa que lo que en algunas lenguas se dice explícitamente, en otras va implícito en algunos términos léxicos y frases hechas (relatividad lingüística).
Además, la cultura de los seres humanos genera dos tipos de productos: los formales (organizaciones e instituciones) y los materiales (artefactos y cosas en general). Son productos nacidos de la interacción grupal.
El ser humano utiliza productos materiales, maneja herramientas y utensilios, los utiliza constante y masivamente, como sofisticadas computadoras en su vida cotidiana, de manera permanente y altamente eficaz.
También el estudio de la cultura nos remite al establecimiento de la diferencia que existe entre ésta y la Naturaleza. Ello acontece en el s. XVIII, cuando hombre, hecho razón, se adueña de toda la reflexión respecto de cuanto existe.
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