Mi iniciación como sumisa
Enviado por BlancaBonilla • 24 de Julio de 2016 • Tutorial • 7.908 Palabras (32 Páginas) • 1.364 Visitas
Diario Intimo de una Sumisa
Mi iniciación como sumisa
Me llamo Andrea Ángela Gonzales Salvatierra, y con tan solo 18 añitos recién cumplidos, fui ordenada a relatar sobre la manera en que me convertí en lo que soy hoy ahora; una sumisa sexual. Vivo con mis padres y mi pequeña hermana, en Bogotá, Colombia y mi vida siempre ha sido siempre muy alocada y alegre, según mis amigas y amigos. Mi manera de ser es muy abierta y directa; lo que a veces me trae problemas pero soy muy buena chica. A veces soy muy impulsiva, insistente y respondona; como dicen los que no me quieren nada. Mis locuras y a veces rebeldías son siempre un dolor de cabeza para mis padres, frecuentemente me llaman la atención ya sea por mi mala conducta al hablar en casa, por mis bajos rendimientos que tenía en la escuela, o por mi exagerada forma de vestir que según ellos resulta demasiado insinuante y atrevido. ¿Atrevido e insinuante el usar casi siempre jeans muy ajustadísimos y que revelen mis bien redondeadas curvas o usar escotes pronunciadísimos? ¿Atrevido e insinuante el que decida mostrar mis contorneadas piernas veladas en pantimedias negras y en cortitas minifaldas con tacones altos o botas? ¿Qué hay de malo en ser sexy, loca e insinuante, mientras se es joven y mientras una no llegue a hacer nada malo o pecaminoso? Mis padres siempre me critican por estas supuestas malas actitudes mías que según ellos solo me pueden conducir si no me cuido o cambio mi forma de ser; a la mala vida o al pecado. Según mi papá yo me visto como si estuviera lista a ir a buscar un desconocido en la calle y encamarme con él en un sucio cuarto de hotel y recibir dinero a cambio. Como si la prostitución fuera algo monstruoso, asqueroso y sucio, como si fuera un pecado que ninguna chica decente siquiera debería pensar como medio de vida. Y yo me pregunto; ¿Cuántas prostitutas conoció mi padre en su juventud antes de estar con mi mamá? Qué mal que los padres nunca entiendan el sentir de la juventud de hoy sin siquiera pensar o reflexionar sobre cómo era la de ellos cuando eran jóvenes como lo soy yo ahora.
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Pero volviendo a mi caso; me resulta sorprendente descubrir que detrás de toda esa faceta de locura, rebeldía y atrevimiento que demuestro siempre, nunca me hubiera imaginado que escondía una faceta interna y oculta mía que yo no conocía hasta entonces y que gracias a alguien llegué a descubrir. Un día, contacté por internet a Francisco, un hombre mucho mayor que yo; de unos 35 años aproximadamente, totalmente extraño y desconocido para mí, que en poco tiempo me hizo descubrir muchas cosas nuevas de la sexualidad interna de muchas chicas y que me hizo descubrir mi naturaleza sumisa interna. Me habló sobre unas prácticas sexuales muy raras y nuevas para mí, se trataba de los secretos del mundo del BDSM. Me explicaba en un principio de manera leve y suave sobre las diferencias de la naturaleza humana, de los tipos de caracteres que hacen que las personas nos diferenciemos unos de otros. El decía que la naturaleza humana era muy compleja especialmente en las mujeres, quienes según él desarrollan actitudes muy diferentes a los hombres en algunos casos. Fue cuando comenzó a hablarme sobre todas las cosas que comprendían las prácticas del BDSM. Mis sentidos se hicieron cada vez más susceptibles al tema cada día que chateábamos; de manera que yo misma me empecé a crear una necesidad de conocer por mi propia cuenta todo al respecto, es decir mi curiosidad me estaba creando un deseo oculto que me quemaba todo mi cuerpo cada día más y más. Buscaba en internet material de videos o relatos sobre BDSM y cada vez se me hacía una necesidad imperativa de encontrarme con Francisco en línea para que me hablase del tema. Estaba volviéndome tan obsesionada y adicta a este tema, que siempre quería saber y conocer muchísimas cosas de ello. No sabía si hacía lo correcto en investigar por mi propia cuenta o si hacía mal. Francisco me hablaba de que toda chica en su interior lleva una parte de sí oculta; una parte muy íntima en lo referido al aspecto sexual, la cual puede desarrollarse de manera dominante o sumisa; términos que yo no entendía en esos momentos, pero que él poco a poco iba explicándome con mucha sutileza y calma. Me explicaba que si una chica al tener el más mínimo conocimiento de lo que el BDSM significa y su cuerpo y mente reacciona positivamente hacia el deseo de experimentarlo, era prueba irrefutable que está despertando dentro de sí, su propia capacidad de entrega y sumisión. Sin embargo si al saber todo ello, su naturaleza le causa un rechazo total y adverso al tema; significa que de ninguna manera el BDSM es lo indicado para ella. Todo depende de la naturaleza sumisa interna y oculta que toda chica lleva muy dentro de sí misma y que muchas veces no conoce hasta que alguien o algo le hacen despertarlo en ella. A medida que conocía yo más sobre el BDSM, mi cuerpo reaccionaba en desmedida mucho más intensa; que ya no podía resistirme siquiera el deseo de tocarme y acariciar mis partes. Leía cantidades de casos de chicas sumisas, que de manera voluntaria, se entregaban a amos o amas muy exigentes y severos, los cuales gozaban libremente de sus delicados e inocentes cuerpos. Cada vez que leía todo eso me ponía totalmente excitada que terminaba introduciéndome unos dedos en mi húmeda vagina inmediatamente. Me ocasionaba también una extrema excitación el oír cada una de las explicaciones que Francisco me daba sobre la manera en que una chica inocente y joven como yo, podía fácilmente llegar a ser una sumisa en potencia siempre y cuando su naturaleza fuera de un aspecto dócil y pasivo. Las noches se me hacían alucinantes y calientes, llenas de morbo y deseo al recordar cada una de las imágenes que había visto en esas películas y fotos en las páginas de sumisas; de aquellos alucinantes relatos o de todas las cosas que mi muy singular y extraño amigo me relataba sobre estas chicas. El insistía mucho que cuanto más jovencitas estas chicas eran iniciadas en el mundo del BDSM; mucho mejor aceptaban su condición de sumisas a plenitud y gozaban así de ese placer en manera permanente. Cuánta razón tenía él, lo descubriría en carne propia yo misma más tarde. Francisco me hacía sentir cosas que nunca antes había sentido en mi vida, me facilitaba lecturas de prácticas de BDSM increíbles pero que fueran ciertas, videos de películas mucho más fuertes que las que yo había podido encontrar en internet; donde chicas sumisas eran sometidas a estrictos castigos y violaciones de parte de severos amos y amas. El me preguntaba con frecuencia si yo sentía ya la curiosidad y deseo de entregar mi cuerpo para experimentar y saber el real y absoluto significado del BDSM, a lo que yo simplemente negaba diciendo que no sentía nada en absoluto y que no estaba interesada. Pero eso era totalmente falso; cada día se me hacía imposible seguir negándolo y mintiéndole a Francisco sobre mi verdadera naturaleza sumisa que él estaba despertando en mí; no podía tampoco seguir mintiéndome yo mi misma. Mi cuerpo para ese entonces era ya un volcán de pasiones y deseos, ocasionado por la curiosidad de experimentar en carne propia lo que Francisco me proponía. Tan solo al imaginar lo que cada una de esas chicas sentía al ser humilladas y sometidas, hacían que mi cuerpo se quemara más de deseo inmediatamente. Ya no podía negar más lo que mi propia naturaleza sumisa exigía dentro de mí; mi sumisión y entrega. Francisco siempre me insistía que la única forma de conocer realmente lo que el BDSM comprendía, y si yo tenía esa llamada naturaleza sumisa; era entregándome voluntariamente a él como mi Amo y Señor, para que me hiciera sentir esas nuevas experiencias en mi cuerpo. Yo sabía que mi resistencia absurda acabaría tarde o temprano; rindiéndome a él algún día, más que nada traicionada por mis propios deseos y a mi propia curiosidad de experimentar por mí misma todas esas formas de entrega y sometimiento que solo mi cuerpo podría hacerme sentir. Así fue como acepté dejarle someterme vía internet en un comienzo para saber lo que se sentía en el chat. Francisco empezó entonces a hacerme su sumisa virtual, tratándome como a cualquier esclava sexual, haciéndome aceptar la humillación de permitirle llamarme PUTA como señal de entrega y humildad y por consiguiente de nunca olvidar llamarle AMO. Algo que noté inmediatamente en mí, fue que en vez de causarme una indignación la forma en que me hablaba, al contrario me excitaba tanto que me humillara llamándome siempre Puta. Eso de manera repentina, me hacía sentir una excitación tremenda, al tiempo que seguía sus órdenes ciegamente. Sus insultos y malos tratos, eran algo que nunca ni soñé, ni llegué a fantasear despierta, que me fuera a gustar tanto.
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