NIÑO DEL MILAGRO DE ETEN
Enviado por roggerdanny • 4 de Agosto de 2015 • Monografía • 2.417 Palabras (10 Páginas) • 169 Visitas
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MISTICISMO Y DEVOCIÓN DE LOS ULTIMOS HABLANTES MUCHIK
HISTORIA DEL DIVINO
NIÑO DEL MILAGRO
DE ETEN
Por: Fuentes Chirinos Rogger Danny
Estudiante de la Escuela de Derecho
RESUMEN
El presente trabajo etnográfico trata del misticismo y devoción de los últimos hablantes de la lengua muchik, que se encuentran en la ciudad eucarística de Eten, trataremos la ya famosa aparición del Divino Niño del Milagro, hablaremos de su fervor religioso, el compromiso de su gente ante tal evento. Trataremos de conocer a sus habitantes, de su fe hacia el Divino Niño del Milagro veremos más allá de la historia misma la devoción y fervor religioso que ellos preservan de la ya famosa aparición del Niño en la Eucaristía.
INTRODUCCION
El presente ensayo hablaremos de la aparición del Divino Niño del Milagro en la eucaristía y para ello tuve que trasladarme al distrito de Eten, provincia de Chiclayo del Departamento de Lambayeque, donde tratamos de conocer; más allá de la historia de Divino Niño, el fervor religioso que estos habitante tienen, los Etenanos son los últimos hablantes de la lengua Muchik.
Comenzaremos primero narrando brevemente, la hoy ya famosa historia de la aparición del Divino Niño del Milagro, cuentan los moradores, que se apareció dos veces en la Hostia consagrada, en la ciudad de Eten, cuya iglesia, al toque de las campanas, se repleto de fieles, en la víspera de la fiesta de Corpus Cristi. Pues cuando el Párroco de disponía a bajar la custodia para dar la bendición a la muchedumbre que estaba postrada de hinojos ocurrió el Milagro de la Santa Eucaristía, el día 2 de junio de 1649. En la hostia consagrada había un Niño muy hermoso y medio cuerpo para arriba, vestido con una túnica algo morada sus cabellos rubios y retorcidos que le llegaban cerca de los hombros, así fue visto por el sacerdote y por todo el pueblo, se dice que el propio sacerdote no creía lo que veía por eso llamo al monaguillo y le pregunto si veía algo en la eucaristía, confirmando lo que el sacerdote estaba observando, y claro luego todo el pueblo que estaba presente.
[pic 2]Dicen, que en el instante propio del hecho surgió un rumor de exhalación de suspiros de todos los corazones presentes. Y luego se preguntaban ¿Qué hay? ¿Qué pasa?¿Que ven asombrados el sacerdote y el sacristán en el viril de la custodia? Oh milagro Divino, un hermoso Niño que se movía en la hostia dirigiendo su dulce mirada hacia la multitud. Jesús en persona que se presenta para certificar su existencia y divinidad, la gente arrodillada, llora y exclama ¡Milagro! ¡Milagro!.
En esos momentos se oye el retocar de las campañas y un violento bramido del mar se auna a la glorificación del suceso Divino. La noticia cunde por todos los pueblos mochicas y las autoridades eclesiásticas disponen la certificación de este milagro. [pic 3]
De igual manera, por segunda vez, volvió aparecerse el Divino Niño Jesús ante cuatro sacerdotes franciscanos: Fr Tomas de Reluz, Fr. Jerónimo de Silva Manrique, Fr. Marcos Lopez y Fr. Antonio Crespo, que estuvieron presentes en la ciudad de Eten el 22 de julio del mismo año (1649) dando solemnidad a la fiesta de Santa María Magdalena, patrona del pueblo. Y después de la procesión, los referidos sacerdotes sacaron la hostia del sagrario para examinarla y observar si tenía tal vez, mancha, señal o sombra en la figura del Niño y mientras hacían esta investigación, volvió a repetirse el MILAGRO, presentándose el Niño Jesús ante sus ojos en la hostia consagrada.
Narra la historia que en el momento que se estaba celebrando la misa y el coro cantaba a la comunidad, alzo los ojos al viril colocado encima del altar y vio en la hostia consagrada una sombra confusa como el cuerpo de un niño. Acababa la misa, nervioso y confundido, procedió ayudado por los tres sacerdotes presentes a bajar al Santísimo, hizo señas con los ojos al padre Silva Manrique para que viera la sombra y este le indico que efectivamente veía algo.
Luego el padre Fray Marcos Lopez bajo el viril y llevándolo entre sus manos inicio la procesión, sin que ya nada se viera. Mas, al detenerse para que la multitud de gente pasase adelante, vio detrás de la hostia consagrada la misma sombra, aunque más oscura, la que permaneció hasta que salió de la iglesia. Siguió la procesión hasta el primer altar, donde puesto el viril encima, el padre reparo que la media luna en que la hostia estaba puesta, se puso colorada por varios minutos, para luego no verse ya nada durante el recorrido de la procesión por las otras calles. Ya de regreso a la iglesia el santísimo fue encerrado en el sagrario y la gente retirada a sus hogares.
Pero después como a las cinco de la tarde del mismo día, impulsados los padres por sus cavilaciones sobre lo que habían visto, acordaron reunirse para hacer algunas visiones en la hostia. En efecto se reunieron y encerrados en la iglesia con sus estolas puestas, sacaron al santísimo, lo pusieron encima del altar y para su sorpresa de ellos el mismo niño el mismo Jesús estaba a los ojos de los cuatro sacerdotes, confirmándoles su real aparición en esta vez y en el interior. Los sacerdotes se consternan ante la maravilla divina que presencian, y el niño voltea la cara como enojado y desaparece para, inmediatamente presentarse en la hostia tres corazones blancos unidos entre sí.
Avergonzados los sacerdotes de su ingrato proceder no dieron a conocer por el momento, esta nueva aparición del niño Jesús, pues temían un fuerte reproche de la enorme masa de concurrentes a la fiesta, sin embargo pronto se dispusieron a confesar bajo juramento a los jueces eclesiásticos su portentosa visión.
Los acontencimientos de esta visión milagrosa están perfectamente relatados y certificados por las autoridades eclesiásticas de aquella época, todos los documentos originales de la aparición del Niño Dios en la Hostia Consagrada en el pueblo de Eten, se guardan en el archivo bibliográfico del Convento de San Francisco de Lima.
Seguidamente ante los notarios Públicos: Don Juan Carrillo y Don Iñigo de Zarabia se llevo a cabo la investigación en base a las informaciones, declaraciones juradas de testigos y constancias de autos que minuciosamente las practico el Licenciado Presbítero Don Fernando de la Carrera, Juez Eclesiástico Expresamente designado por la Autoridad de la Iglesia.
Los que culmino con el histórico Auto de 25 de Junio y 21 de Setiembre de 1649, en el que consta y legalmente se declara “Que las apariciones que el Señor se digno hacer milagrosamente en la hostia, mostrándose en forma humana fueron reales y verdadera y como tales se deben creer dándoles entera fe, como certifican los testigos en sus juradas declaraciones, por ser como son personas de todo crédito, particularmente el Señor Vicario Fr. Jeronimo de Silva Manrique, a quien se debe dar entera fe y creencia, por su virtud, religión y calidad de persona”.
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