PRESENTACIÓN DE EL ELEFANTE DORMIDO
Enviado por Pablo_Salazar • 19 de Junio de 2017 • Apuntes • 1.413 Palabras (6 Páginas) • 120 Visitas
Esta plaqueta nace luego de quince años de embarazo. La dulce espera se extendió demasiado dirían Carlitos Larrañaga, La che Mariana, el loco German, Dina, Andrea Cabel, Pepa Ortiz, Rodrigo Malca, Deywid, el Pacho, El Burrito y muchos amigos más que estuvimos junto a él durante este tiempo. Cómo no recordar las caminatas por Pueblo Libre con Sergio Gomez en peregrinación hasta la casa del poeta Rudy Pacheco para escucharlo leer sus poemas. Rudy ya era considerado parte de la aldea poética de esa generación llamada de los noventas, compartir con él, en mi caso, fue sentir que me acercaba a un poeta de verdad, casi como acercarme a un samurái, no importaba que tan importante sea, al fin de cuentas, era un samurái. Llamaba mi atención la familiaridad que tenía Sergio con él y la oportunidad que aquello le dio para conocer en persona a poetas de entonces que ya muchos habíamos leído como Carlos Oliva, que pocos años después muriera trágicamente en una de las avenidas del centro de Lima, y alrededor de él otros poetas que militaban en diferentes grupos de esa época como: Neón, Cultivo, Noble Caterva entre otros. Sergio me presentó ese mundo en tiempos que no se había difundido mucho el internet ni mucho menos existían las redes sociales, en los cuales las revistas jugaban un papel muy importante o los fanzines tan populares también, comercializados en los alrededores del bulevar Quilca así como en las universidades. En fin, ello, la lectura de Enrique Verástegui, César Calvo, Luchito Hernádez, Henry Miller, nos acompañaron mucho esos años junto a la música de Charly, Calamaro o Vox Dei y otros referentes que iban generando un mundo para nosotros. En ese contexto comenzamos a intercambiar nuestros textos, todos veíamos mucho talento en Sergio así como entusiasmo. Recuerdo que no había plata que no llegase a sus manos que no acabara esfumándose tras su paso por las ferias del libro de Quilca; siempre aparecía su infaltable cuadernito en el cual escribía sus poemas y los versos que le gustaban con los cuales sorprendía a la muchachada leyendo textos como Ausencias y retardos de César Calvo, que nos leyó por lo menos unas trecientas veces, o diversos pasajes del Trópico de cáncer de Henry Miller. En fin, ya a principios de los 2000 teníamos la intención de publicar algo algún día, obvio que Sergio sería el primero, pero ese momento no llegaba, sin embargo no perdíamos la fe, ya pasada una década de esos años la oferta editorial había crecido y nos generaba una oportunidad que no podíamos desaprovechar, en este contexto nace la publicación de estos poemas que a continuación comentaré brevemente:
La poesía de Sergio Gómez Reátegui parte de una serie de temas centrales como son: el rechazo e incomprensión del ser amado, la impronta de ciertas normas sociales que se le imponen, las cuales rechaza, así como la toma de conciencia constante sobre el paso del tiempo. Frente a esos temas que lo oprimen, el sujeto poético responde apesadumbrado pero con humor, hecho que lo torna tierno, a la vez que altivo al levantar el verbo airado que reclama a aquellos que buscan atentar contra esa fiesta, casi sagrada, ese espacio donde el goce propicia el olvido de una mujer a la cual se amó demasiado; tanto, que lo llevó a temer al amor mismo, al cual enfrentó sin buenos resultados, fue vencido. El sujeto poético en ese contexto, deambula sin amor, en ese mundo gris, el sentimiento se haya reemplazado por lo sexual, que provoca una pulsión que permite al sujeto poético sobrevivir, o vivir lo mejor que se pueda antes de desaparecer producto del rechazo de ese amor. Dice en uno de sus versos. Cito:
“Si me ven bebiendo/ solo en Lima/ es porque mi corazón/ es una comadreja/ que muerde si la acorralan/ No quiero dos besos a la misma hora/ Quiero una mujer/ que me ofrezca como un racimo sus pechos/ Para guarecerme de los temores/ Cuando la vida a mi alrededor se deshoje/ Y mi juventud/ sea una fruta descascarada…”
¿Qué o quiénes lo rescatan de esta soledad envenenada? Pues los amigos, aquellos que para él son ángeles los cuales nunca fallan, en el caso de estos poemas, uno en particular, uno que estaría sentado en mi lugar en este momento presentando esta plaqueta si es que no se nos hubiera adelantado, me refiero al poeta Rudy Pacheco. Cito:
“¡Hey, Rudy!/ A cinco años de tu muerte/ Sé que me esperas impaciente en el purgatorio/ Estoy haciendo los méritos para llevar la guitarra/ Nos salvaremos, loco/ Ni bien empieces a cantar/ Nos echarán a todos del lugar”. Fin de cita.
Este diálogo con el amigo muerto es muy importante, ya que a través de él se abre una ventana, se enciende una luz que lo acoge, en un lugar que trasciende el fin de un mundo, casi la muerte, ese vacío que lo envuelve. Necesita que lo guíen a través de ese infierno, como hiciera Virgilio con Dante en la Divina Comedia, para conducirlo hasta ese amor que tanto busca y necesita.
Y es que en el fondo de estas endechas se halla la búsqueda de Eros la cual emprende subrepticiamente. Bien dice en otro pasaje. Cito:
“Igual siempre te espero
Porque tengo la paciencia de un buey
Y porque la soledad me abre la bragueta a cada rato” Fin de cita.
El anticlímax de este último verso que acabo de citarles es interesante, manifiesta otro punto de resistencia por parte de este sujeto poético frente al peso que le infiere el vacío ocasionado por el rechazo de esta presencia femenina, se halla tan derrotado que muerde como refiere en ese verso citado sobre la comadreja acorralada.
Las caracterizaciones sobre este sujeto que hasta esta parte de mi presentación me hallo esbozando, podrían generar entre los lectores, la imagen de alguien amargado al cual uno podría querer evitar, pero no es así, y en ello radica parte importante de la riqueza de esta propuesta, me refiero a su retórica. Realmente se muestra como alguien que cae bien pese a las circunstancias que lo envuelven.
Por ejemplo en el poema “Mulato Sour” cuando dice:
“Llévate a otros pantalones tus limosnas de tiempo/ Esas caricias que repartes como mendrugos/ Tu postre ya no será explorar mi anatomía”
La poesía puede ser una fiesta de los sentidos; la imagen, el sonido, el ritmo pero aquí además el gusto es el que aparece, central en el poema. Muestra a un sujeto poético transfigurado en un pisco sour o como él dice un mulato sour, que representa aquello que contrarresta lo gris, lo vacío y sinsabor. Lo único que le queda es el sabor como expresión de su esencia
El tema del paso del tiempo es otra de las claves para ingresar a esta poética. El envejecimiento genera una alarma, ya que el cuerpo más que el intelecto es el que gobierna aquí, de alguna manera esto es algo que podría generar únicamente una preocupación, pero también propone nuevas maneras de asumir el cuerpo y enriquecerlo con otros significados.
En ese sentido el poema El elefante dormido que le da título a la plaqueta es emblemático. El elefante es uno de los animales más grandes que existe, el más grande de la selva, con una gran capacidad de destrucción, a su vez que muy útil para el hombre por su fuerza para transportar personas o llevar objetos pesados, es incluso gracioso al hacer piruetas en el circo o un personaje divino para muchas culturas de oriente. El elefante puede ser todo eso, pero a la vez puede ser simplemente un elefante dormido que quiere que no lo fastidien. Un elefante macho de casi cuarenta años, podría ser un jubilado durmiendo con el pantalón puesto y con el bividí arriba o un poeta que pasó una larga noche bebiendo con sus amigos (recuerden que el espacio de la amistad es muy importante en esta poética, por las espacios de fuga que este genera), un elefante poeta, podría ser un elefante que sueña, que busca en otra dimensión lo que aquí perdió, pero quizás es solo un elefante dormido, viejo, pero aún capaz de liderar una estampida. Es decir, a su pareja le deja la posibilidad de elegir qué tipo de Elefante quisiera que fuera, puede ser muchos, lo que no permite es que nadie lo moleste y en ello, me parece, refiere a su soledad, en el principio y en el final se halla este elefante malhumorado, tierno, chistoso, solitario, pero sobre todo, libre.
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