¿Quién mató a Emily Peguero?

¿Quién mató a Emily Peguero?

El caso de Emily Peguero, una joven de 16 años con 5 meses de embarazo que fue asesinada por su pareja Marlon Martínez, encubierto por su madre Marlin Martínez, al realizarle un aborto en contra de su voluntad, es solo la punta del iceberg de un país que no cuenta con educación sexual en el sistema educativo ni en el ámbito familiar. Dejar que las adolescentes y los adolescentes despierten sexualmente y entren en relaciones a temprana edad, sin información adecuada, sin orientación sobre las enfermedades y los riesgos a los que se exponen, sin conocimiento sobre la existencia de métodos anticonceptivos, es un desatino en el que la sociedad Dominicana debe poner su atención.

La falta de educación sexual en la sociedad y escuelas dominicanas proyecta la sexualidad como tema tabú, lo cual provoca un incremento en la cantidad de jóvenes desinformados que sufren las consecuencias de la falta de instrucción en las casas y escuelas. El  país cuenta con el marco legislativo y político adecuado para prevenir el embarazo en adolescentes, sin embargo, la falta de programas de educación y servicios de salud sexual y reproductiva son un obstáculo para reducir la alta tasa que se presenta a nivel nacional pues los embarazos de niñas de nueve años y adolescentes de menos de 18 años, es entre un 25-30% de mujeres, que coloca al país en el quinto lugar en toda Latinoamérica y tercero en la región del Caribe.

Promover solo abstinencia ha demostrado una y otra vez que no funciona; además de que resalta el adultocentrismo en que vivimos, que define el sistema de dominación que tienen los adultos sobre los adolescentes, que sueñan con que les pidan permiso para tener relaciones sexuales, para decirles que no, que esperen, sin darles herramientas para que sepan cuidarse en caso de que ya lo decidan, y que asuman una sexualidad responsable. Una educación sexual, por lo tanto, tiene que ser  integral y estar orientada al conocimiento de los principios que  conlleve a la prevención del embarazo y que eduque a los jóvenes sobre  la responsabilidad  que puede tener un embarazo a destiempo  en su vida futura.

La iglesia sataniza la educación sexual presentándola como algo pecaminoso, favoreciendo así al machismo, pues los hombres llegan a desarrollar el pensamiento de que las mujeres les pertenecen, llegando al punto de tomar decisiones sobre ellas que en verdad no les conciernen. La prédica de las iglesias es que sean los padres y las madres quienes se encarguen de la educación sexual, que el Estado no debe intervenir en esta materia. Y con ese predicamento imponen a toda la sociedad esta pesada carga de las muertes maternas por adolescencia, de la alta tasa de niñas dando a luz en los hospitales, y hasta de los que intentan abortos en circunstancias absolutamente inseguras, como lo sucedido en el caso de la joven Emily Peguero.

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