Machismo En El Ecuador

Todos Vivimos en una Sociedad Machista

En las sociedades que basaban su economía en la caza, sociedades tribales, se produjo por primera vez la división de las tareas entre hombres y mujeres. Los hombres tenían la misión de encontrar el alimento para el hogar, este alimento por lo general consistía en feroces animales que debían cazarse en grupos, y a la mujer le correspondía el cuidado de los hijos y el hogar, Posteriormente se comienza a dar más importancia al trabajo de los hombres y a quitarle importancia a las labores que realizaban las mujeres, resaltando la “superioridad” de los hombres.

Desde un comienzo el machismo ha sido una característica de nuestra sociedad. Los hombres han tratado de rebajar a la mujer quitándole sus derechos, sin darse cuenta que todos somos seres humanos, y tenemos las mismas capacidades.

El machismo no es más que la exageración de la palabra MACHO, El hombre que trata de reafirmar su propia identidad como hombre a través de la degradación de la mujer, muchas veces esto es trasmitido de generación en generación, un padre que le enseña a su hijo, y el hijo a su hijo…

Hace un tiempo las mujeres eran dominadas por la idea del machismo, tanto que terminaron creyendo que los hombres eran seres superiores y pasando de ser esposas a empleadas sin sueldo, sin tener derecho a estudiar ni trabajar ni nada que sus esposos no aprobaran, todavía podemos escuchar los consejos de nuestras abuelitas que en su mayoría nos dirán como debemos comportarnos con nuestros maridos, que debemos aprender a cocinar, lavar, planchar, porque sino ellos nos golpearan o abandonaran ya que no supimos cuidar bien de ellos.

Un machista no es solo un hombre que trata de reafirmar su identidad, el machista se caracteriza por tener un pensamiento serrado de dominación, de creer malo todo lo que está fuera de su alcance, fuera de lo que él puede dominar, Entre los hombres, en general hay un aparente mayor reconocimiento de los derechos de las mujeres. Sin embargo también subsisten los casos extremos. “Las mujeres deben pedir permiso a su novio o esposo cuando deseen salir sin ellos. ¡Si tenemos una relación, tienes que decírmelo!. Por supuesto, en la situación inversa, su respuesta cambia: “Cuando yo salgo no pido permiso porque soy hombre, y a las mujeres hay que cuidarlas más”.

Aristóteles admitía la superioridad del hombre respecto a la mujer. Al hombre le corresponde gobernar a su mujer y a sus hijos; a la mujer la gobierna como al magistrado de la república y a los hijos como un monarca absoluto. El hombre está mejor dotado que la hembra para el mando y en cuanto a los hijos debe gobernarlos tanto en razón de amor, a la que es acreedor como por ser mayor de edad (más sabio). 1 Es un pensamiento que hoy no podemos mantener, aunque él haya

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