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Porfiriato


Enviado por   •  23 de Octubre de 2012  •  1.666 Palabras (7 Páginas)  •  284 Visitas

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La llegada de Porfirio Díaz a la presidencia del país fue similar a la de otros presidentes en cuanto a que después de haber sostenido una cruenta lucha para ocupar el cargo, una vez en él tuvo que afrontar problemas severos.

En esta primera presidencia, Díaz poco pudo hacer para gobernar. Carente de experiencia política y de aliados fuertes en la sociedad civil, el general oaxaqueño no tuvo tiempo para preocuparse por el desarrollo económico, social y cultural del país, e hizo lo que, hasta entonces, sabía hacer: apoyarse en el ejército para meter en cintura a los rebeldes y comenzar a centralizar el poder

Al respecto, aunque el presidente era de la idea que era necesario pacificar y unificar al país para que la Constitución tuviera vigor, especialmente las garantías individuales, no dudó en echar mano de la fuerza para la lograr este objetivo. Combatió sin cuartel contra los lerdistas levantados en armas por todo el país. A la par, aplicó a este grupo una política conciliatoria que le generó más beneficios que la lucha armada; para ello, pactó con su líder, Matías Romero Rubio, y dio la amnistía a todos sus seguidores.

Cuando este período gris llegaba a su fin, en la sociedad comenzó a haber cierta inquietud pues mientras unos aseguraban que el caudillo se reelegiría, otros lo negaban tajantemente. El propio Díaz se encargó de disipar las dudas al afirmar en público que no buscaría la reelección por ser contraria a lo estipulado en su Plan de Tuxtepec. La duda entonces fue ¿quién sería su sucesor?, pero ésta no duró mucho tiempo pues desde el inicio mostró simpatías por su amigo Manuel González quien terminaría siendo electo presidente de México para el período de 1880-1884, a través de un proceso electoral similar a los de los tiempos de Lerdo.

La tarea de Manuel González como presidente era continuar con la labor iniciada por Díaz tres años antes, especialmente en lo referente a la pacificación de México pues logró someter a los caciques de Puebla, Jalisco y Zacatecas. Sien embargo, fueron varios los errores que cometió que, unidos a la falta de carisma, hicieron que no contara con apoyo popular. Continuó con el sistema de fraudes electorales, de imposición de candidatos, de intervencionismo en la política local y de corrupción en lo que al manejo de las finanzas públicas se refiriere. Fracasó También fracasó en su intento por renegociar la deuda con Inglaterra y establecer un nuevo sistema monetario basado en el níquel. Aunado a ellor, la vida disipada y poco austera que llevaba el presidente, así como el enriquecimiento inexplicable de sus amigos, hicieron que González se hiciera de mala fama entre todos los estratos de la población.

Los más suspicaces decían que Díaz no intervino para que González corrigiera el rumbo, que por el contrario, le permitió actuar libremente para que él y los miembros de su grupo se desprestigiaran. Cierto o no, el hecho es que González gobernó tan mal que fueron muchos los que pidieron el regreso de Díaz a la presidencia, par lo cual hubo que hacer las reformas necesarias a la Carta Magna para que fuera válida la reelección no inmediata y así Porfirio Díaz pudiera ocupar de nuevo la presidencia del país.

Al asumir su segundo período presidencial (1884-1888) Díaz era un hombre y político diferente. Mientras González fue presidente de México, él se preocupó por formarse como político pues fue gobernador de Oaxaca entre 1881 y 1883. También contrajo segundas nupcias con Carmen Romero Rubio, quien ayudó a "refinarlo" y lo inició en el mundo social que aunque no le gustaba, lo consideraba políticamente valioso.

En esta presidencia, Díaz mostró que estaba dispuesto a utilizar la represión y las prácticas antidemocráticas cuantas veces fueran necesarias si con ello lograba centralizar el poder y ordenar al país. Impuso al presidente y regidores del Ayuntamiento de la ciudad de México, así como a los gobernadores en varios estados, mientras que a las autoridades y funcionarios opositores los eliminaba política o físicamente. A la prensa opositora también la trató con rudeza y no se "tentó el corazón" para encarcelar y mandar asesinar a los periodistas y editores que más críticos se mostraban con él.

Díaz también siguió en su campaña de pacificación. Incrementó la lucha contra aquellos individuos que continuaban imponiendo el desorden por medio de actividades guerrilleras u organizando levantamientos indígenas (mayas, mayos y yaquis). Las medidas contra estos grupos se fueron radicalizando y reforzando con el paso del tiempo, en particular contra los indígenas con los que se llevó, de plano, una guerra de extermino.

Las oligarquías regionales eran un peligro por la autonomía que mostraban frente al poder central. Para someter a estos grupos, Díaz siguió una política dual pues si bien, en principio, buscaba comprar su lealtad por medio de la concesión de privilegios de toda índole; pero como algunos se negaran a pactar, recurría entonces a la represión violenta y sanguinaria como otro instrumento de convencimiento.

También buscó un acercamiento con la Iglesia pues aunque era un liberal radical, la experiencia

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