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AUTORIDAD Y SUMISION


Enviado por   •  14 de Octubre de 2013  •  566 Palabras (3 Páginas)  •  446 Visitas

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CAPITULO 5

LA SUMISION DEL HIJO

EL SEÑOR CREA LA SUMISION

La Palabra de Dios nos dice que el Señor Jesús y el Padre son uno. En el principio existía el Verbo, y también existía Dios. El Verbo era Dios y este Verbo creó los cielos y la tierra. En el principio la gloria estaba con Dios, una gloria a la cual nadie podía acercarse. Esta era la gloria del Hijo. El Padre y el Hijo son iguales, omnipotentes, coexistentes, es decir, existen simultáneamente.

La diferencia entre Dios y nuestro Señor se da en el momento en el que el Señor se despoja y se humilla asimismo.

La primera es cuando se despoja de su deidad y la segunda cuando toma forma humana, asu vez también se despoja de su gloria de su poder la posición y su imagen. El Padre representa la autoridad, y el Hijo representa la sumisión.

Para nosotros los seres humanos la sumisión es un asunto sencillo. Podemos someternos en la medida que nos humillamos a nosotros mismos. Pero la sumisión del Señor no es tan sencilla. Despojarse absolutamente de todo y tomar la forma de siervo es ahí donde crea la sumisión.

La obediencia por parte de la Deidad es lo más maravilloso de todo el universo. El se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Esa fue una muerte dolorosa y vergonzosa. Cuando el Señor vino a la tierra, el se despojó de Su autoridad y se sometió.

Quienes conocen al Señor serán sumisos espontáneamente, pero los que no conocen ni a Dios ni a Cristo, no conocen ni la autoridad ni la sumisión. Cristo representa la sumisión, una sumisión perfecta, del mismo modo que la autoridad de Dios es perfecta. En Cristo tenemos el modelo por excelencia de la sumisión; por eso, los que son sumisos aceptan el principio de Cristo, y quienes están llenos de Cristo, estarán llenos de sumisión.

Dios creó dos clases de seres en el universo: los ángeles, que son espirituales, y el hombre, que es anímico. Su autoridad no podía ser establecida sobre los ángeles ni sobre los descendientes de Adán.

Cuando el Señor se despojó sólo había dos caminos para regresar a su posición inicial. Una era ser un hombre auténtico que se sometiera de una manera absoluta y sin reservas ni rastro de rebelión, siendo obediente paso a paso a fin de permitir que Dios lo regresara a Su posición como Señor. El determinó en Su corazón sujetarse al camino de sumisión hasta la muerte. El completó Su obediencia hasta la muerte manteniéndose en la posición de hombre. No hubo ni la más mínima tendencia a rebelarse. Por eso, Dios lo exaltó y le devolvió Su posición como Señor en la Deidad.

La salvación no sólo trae gozo, sino también sumisión. Si el hombre sólo se interesa por el gozo, no tendrá

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