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Un futuro aparentemente perfecto en el que el orden reina sobre todas las cosas, es el escenario de un mundo en el que la diversidad sigue sin estar bien vista.

En esta nueva era, la ciencia se ha convertido en una religión y la genética es el recurso utilizado para conseguir acabar con las diferencias naturales que existen entre las personas, y el modo de obtener una especie de nueva raza más perfecta y carentes de defectos o enfermedades congenitas.

Ahora la discriminación no se realiza porque seas de una raza u otra o porque seas hombre o mujer. Ahora la discriminación viene dictada por los genes, y el no haber nacido en un tubo de ensayo, te limita a la hora de realizar ciertos trabajos y te convierte directamente en un sector de la sociedad situado en lo más bajo.

Vincent Freeman nació del modo convencional en un mundo en el que los pequeños retoques en los genes de los futuros humanos estaban a la orden del día. Sus padres prefirieron que su primer hijo naciese de un modo natural, y que sus defectos y virtudes fuesen elegidos al azar.

Así, gracias a los avances de la ciencia, nada más nacer, le diagnosticaron miopía, un 43% de posibles transtornos emocionales, un 99% de posiblidades de morir a causa de problemas de corazón y una esperanza de vida situada en los 30´2 años.

Su sueño siempre fue ser un astronauta de Gattaca; una organización parecida a la Nasa de donde salen los vuelos y donde la entrevista de trabajo no es otra que un análisis de sangre y orina para ver si

eras un ser "valido" o "no valido". Él quería visitar lugares lejanos en el espacio, pero por culpa de tener pequeños defectos, como ya le dijo su padre, lo más cerca que estaría de entrar en Gattaca, sería limpiando sus retretes.

Para entrar en Gattaca tendrá que mentir en sus examenes físicos, aportando orina y sangre de un especimen "valido" que se preste al engaño. Así, todos los días deberá eliminar de su cuerpo e

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