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Subjetivismo


Enviado por   •  22 de Noviembre de 2012  •  3.448 Palabras (14 Páginas)  •  482 Visitas

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David Hume expresó la razón esencial en 1738 cuando escribió en su gran obra Un tratado sobre la naturaleza humana que la moralidad es cuestión de «sentimiento, no de razón»:

Tomemos cualquier acción considerada viciosa: por ejemplo, el asesinato intencionado.

Examínelo desde todo punto de vista, para ver si puede encontrar ese hecho, o existencia real, que denomina vicio... Nunca podrá encontrarlo, hasta volver su reflexión hacia el pecho, y encontrar un sentimiento de desaprobación, que surge en nosotros, hacia este acto.

Aquí hay un hecho; pero es objeto del sentimiento, no de la razón.

La función del juicio moral, dice Hume, es guiar la conducta; pero la razón por sí sola nunca puede decirnos qué hacer. La razón meramente nos informa de la naturaleza y consecuencias de nuestros actos, y de las relaciones lógicas entre las proposiciones. Así pues, la razón puede decir a una mujer que si tiene un aborto su vida le será más fácil en algún sentido, pero el feto morirá. Sin embargo, de esto no se desprende nada sobre si ella debe tener un aborto.

Para decidir qué hacer es necesario que entren en juego sus emociones: ¿le preocupa que muera el feto? ¿Cuánto le preocupa la vida más fácil que pueda tener? Si se imagina que ha tenido el aborto, ¿se siente cómoda con esta idea, o bien le repele? Hume concluye que, en última instancia, «la moralidad está determinada por el sentimiento». Muchos se han sentido atraídos por esta concepción por diversas razones, algunas de ellas buenas y otras no tan buenas.

En ocasiones la gente suscribe el subjetivismo ético porque lo asocia con una actitud de tolerancia. Debemos ser tolerantes -dicen- con aquellos que discrepan de nosotros. Cada cual tiene el derecho a tener su propia opinión, y nadie tiene derecho a dictar a los demás qué ideas morales debe aceptar.

El subjetivismo ético, la tesis según la cual la moralidad no es más que cuestión de sentimientos personales, ofrece una razón plausible para esta actitud de tolerancia. Si los sentimientos de ninguna persona son más «correctos» que los de cualquier otra, no está justificado que nadie imponga sus opiniones a los demás. Cuando la moral afecta a la política, como en el caso del aborto, la implicación es obvia: ningún segmento de la comunidad tiene el derecho de imponer su concepción moral a otro.

Sin embargo, esta línea de pensamiento supone un error sutil. La idea de que debemos ser tolerantes es ella misma un juicio moral, y el subjetivismo no exige que aceptemos ningún juicio moral particular, incluido este. No es una teoría de este tipo. Por supuesto, alguien que acepte la teoría tendrá aún opiniones morales puede decir que el aborto es moralmente aceptable, o bien que es odioso. Pero la teoría no nos dice qué actitud adoptar. Sólo dice que, adoptemos la que adoptemos, nuestra elección no representará la «verdad».

Nuestras opiniones representarán nuestros sentimientos personales, y nada más.

Otra errónea concepción común es la de que, si el subjetivismo ético es verdadero, «en realidad» nada es bueno o malo. Esta idea puede expresarse de diferentes modos: puede decirse que «todo está permitido» o que «en realidad nada importa». Se exprese como se exprese, muchas personas la consideran una idea liberadora y como un argumento en favor del subjetivismo.

Otros consideran que es una idea perniciosa que niega toda moralidad, y llegan a la conclusión de que debe rechazarse el subjetivismo a causa de ella. Sin embargo, ambas reacciones están equivocadas, porque en realidad el subjetivismo ético no supone que nada sea bueno o malo desde el punto de vista moral.

Esta teoría expresa la idea básica del subjetivismo ético de forma clara y simple, y muchas personas la han considerado atractiva.

Sin embargo, el subjetivismo simple está expuesto a varias objeciones bastante obvias, porque tiene implicaciones contrarias a lo que sabemos (o al menos, contrarias a lo que pensamos conocer) sobre la naturaleza de la evaluación moral.

En primer lugar, el subjetivismo simple contradice el hecho obvio de que en ocasiones podemos estar equivocados en nuestras evaluaciones morales.

Ninguno de nosotros es infalible. Todos cometemos errores, y cuando descubrimos que estamos equivocados, podemos querer cambiar nuestros juicios.

Pero si fuese correcto el subjetivismo simple, esto sería imposible -porque el subjetivismo simple implica que cada cual es infalible.

Pensemos de nuevo en el señor Bush, que afirma que el aborto es inmoral. Según el subjetivismo simple, lo que está diciendo en realidad es que él, George Bush, lo desaprueba. Por supuesto es posible que no esté hablando sinceramente en fecha tan reciente como en 1980 apoyó públicamente a Roe v. Wade. O bien ha cambiado de opinión o ahora está simplemente contentando a su audiencia conservadora. Pero si suponemos que habla sinceramente si suponemos que en realidad desaprueba el aborto- de ello se sigue que lo que dice es verdadero. En tanto en cuanto representa honestamente sus sentimientos, no puede estar equivocado.

Otro problema grave es que el subjetivismo simple no puede explicar el hecho de que la gente discrepa sobre las cuestiones éticas. George Bush afirma que el aborto es inmoral. Betty Friedan, autora de La mística femenina v una destacada pensadora feminista, lo niega, diciendo que el aborto no es inmoral. Sin duda, el señor Bush y la señora Friedan discrepan. Pero pensemos en lo que implica el subjetivismo simple en relación a esta situación.

Según el subjetivismo simple, cuando el señor Bush afirma que el aborto es inmoral, meramente realiza un enunciado sobre su actitud -está diciendo que él, George Bush, desaprueba el aborto. ¿Discreparía la señora Friedan con eso? No, ella estaría de acuerdo en que Bush desaprueba el aborto. Al mismo tiempo, cuando ésta dice que el aborto no es inmoral, sólo está diciendo que ella, Betty Friedan, no lo desaprueba. Y ¿por qué discreparía de eso el señor Bush? De hecho el señor Bush reconocería sin duda que Friedan no desaprueba el aborto. Así pues, según el subjetivismo simple, no hay desacuerdo entre ellos -¡cada cual reconocería la verdad de lo que dice el otro! No obstante, sin duda hay aquí algún equívoco, pues está claro que Bush y Friedan discrepan sobre si el aborto es o no inmoral.

El subjetivismo simple implica una suerte de frustración eterna: Bush y

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