ACUERDOS BASILEA

ACUERDOS DE BASILEA

Los acuerdos de Basilea son una serie de principios básicos a seguir que tienen como fin la supervisión bancaria para reducir al máximo el endeudamiento de entidades financieras y así garantizar la capacidad de respuesta ante riesgos derivados de la operación de los mismos y que puedan afectar al crédito o al mercado. Las recomendaciones de regulación bancaria son emitidas por el Comité de Basilea de Supervisión Bancaria la cual tiene su secretaria en el Banco de Pagos Internacionales ubicado en Basilea, Suiza.

Debido a la evolución constante que se tiene en la economía y a los diferentes sucesos que a lo largo de la historia han sucedió los acuerdo han ido evolucionando y hasta el momento existen 3, Basilea I, II y III.

Es importante aclarar que la incorporación de estas medidas quedaba a decisión de cada país, sin embargo muchos de los países mas importantes al final optaron por incluir las mimas en su ordenamiento jurídico.

Basilea I: firmado en 1988 se limita a un conjunto de recomendaciones que tenia como objetivo fijar un límite al valor de los créditos que un entidad bancaria podía emitir dado su propio capital; en este sentido el límite de apalancamiento de las entidades se limito a 12.5 veces el valor de loa recursos propios. Otros puntos que marco este primer acuerdo fueron el capital regulatorio, el requisito de permanencia y la capacidad de absorción de pérdidas y de protección ante quiebra.

Basilea II: este se aprobó en 2004 y en el había un desarrollo más complejo del cálculo de los activos de riesgo, se permitió a la entidades bancarias la aplicación de calificaciones de riegos basadas en modelos propios aprobados por los supervisores. Con esto se diversificaron las tendencias de medición y el seguimiento de distintas clases de riesgo; esto debido a que el acuerdo de Basilea I no tomaba en cuenta la capacidad de devolución del prestatario. En conclusión fueron 3 los puntos de mayos énfasis: metodologías internas, revisión de la supervisión y disciplina del mercado.

Basilea III: aprobado en 2010, se realizo debido a la crisis vivida en años anteriores y para intentar adaptarse a ella; el punto central fue atender el peligro que representaban en gran parte de los bancos los “activos tóxicos” reflejados en los balances bancarios y derivados que circulaban por el mercado. Las nuevas recomendaciones para evitar un efecto dómino fueron: criterios más duros para préstamos, aumento del volumen de capital para asegurar una mayor capacidad de absorción de perdidas, modificación en los criterios de cálculo de riesgo para disminuir el riesgo, creación de “colchones” de capital en tiempos de bonanza para hacer frente al ciclo económico y la implementación de un nuevo ratio de apalancamiento como complemento al ratio de solvencia.  

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