ANECDOTAS DE ALBERT EINSTEIN
Enviado por karenxitaaa • 22 de Septiembre de 2013 • 1.409 Palabras (6 Páginas) • 596 Visitas
ANECDOTAS DE ALBERT EINSTEIN
Einstein fue un personaje en toda regla y su vida estuvo llena de anécdotas geniales que pasaron a la historia. En ellas demostraba su gran inteligencia e ingenioso, aunque otras veces parecía parecía ser un poco despistado, aunque esto no es de extrañar en un genio.
Para empezar a conocerlo algo más nada mejor que mostrar algunas curiosidades sobre él, que son muchas.
EINSTEIN Y CALVINO
Einstein era indiferente a las convenciones y siempre estaba dispuesto a reírse; era enemigo natural de la pompa, la autoridad y la ceremonia. Cuando un amigo lo persuadió para que asistiese a las festividades de la Universidad de Ginebra en conmemoración del 350 aniversario de su fundación por Calvino, marcho entre los profesores togados en la procesión académica con un viejo sombrero de paja y un traje arrugado, pues no tenía ropa más adecuada, y recordaba que en el banquete posterior: “le dije a un patricio ginebrino sentado junto a mí: ¿sabe usted que haría Calvino si estuviese aquí ahora? … Nos haría quemar a todos por glotonería pecadora. El hombre no volvió a abrir la boca”. En resumen, era un bohemio y un rebelde y nadie le habría considerado un candidato a la eminencia científica.
LAS ARUGAS DEL PANTALON
Otra anécdota que puede corroborar la anterior puede ser esta:
En 1919, Einstein fue invitado por el inglés lord Haldane a compartir una velada con diferentes personalidades. Entre éstas había un aristócrata muy interesado en los trabajos del físico. Tras una larga conversación, el inglés explicó a Einstein que había perdido recientemente a su mayordomo y que aún no había encontrado un sustituto. “La raya del pantalón la he tenido que hacer yo mismo, y el planchado me ha costado casi dos horas. A lo que Einstein comentó: “Me lo va a decir a mí. ¿Ve usted estas arrugas de mi pantalón? Pues he tardado casi cinco años en conseguirlas.”
MI CHOFER
Al poco tiempo de haber publicado A. Einstein su primer trabajo sobre la teoría de la relatividad, empezó a hacerse famoso en toda Europa y lo invitaban a muchas universidades para dar charlas sobre ella. El lugar donde él trabajaba puso a su disposición un auto con su chófer para trasladarse a estas universidades. En todas ellas tuvo gran éxito, es decir que al final de sus presentaciones lo aclamaban con un aplauso atronador. Pero, debido a lo novedoso y difícil del tema, en ningún lugar surgían preguntas.
Así iban Einstein y el chófer recorriendo universidades, el chófer siempre sentado en primera fila y escuchando atentamente la exposición del profesor. Después de algunos meses, el chófer le dice a Einstein:
“Profesor, le quiero proponer un trato. Yo no entiendo ni una palabra de lo que usted dice en sus conferencias, pero tengo una excelentísima memoria, y recuerdo palabra por palabra de su exposición, incluyendo todas las fórmulas. Además me imagino que usted estará cansado de repetir siempre lo mismo y que nadie le hace preguntas. Por otro lado, a mi, como pobre chófer, jamás nadie me aplaudió, y entonces le propongo que cambiemos nuestros roles, yo doy la conferencia, total nadie hace preguntas, mientras usted descansa y puede meditar sobre otros problemas.”
Einstein piensa un poco, le pide al chófer que dé la conferencia, verifica que efectivamente la puede dar sin un solo error, y accede al pedido. El chófer se deja crecer un poco el pelo para parecerse más a Einstein, éste se pone el traje azul oscuro y el gorro del chófer y comienzan la experiencia.
El chófer da perfectamente la conferencia, siempre coronada con grandes aplausos, mientras Einstein se sienta en primera fila, fumando pipa y descansando.
Todo va perfecto, sin ninguna pregunta, hasta que llegan a una universidad de Baviera. Cuando el chófer termina la charla, y ya los asistentes están comenzando a aplaudir, del fondo de la sala se escucha una voz que dice:
“Dr. Einstein: yo no comprendí todo lo que usted dijo y quisiera que me explique con detalle el significado de los términos de la ecuación número 3, que todavía se puede ver arriba a la izquierda del pizarrón.”El chófer titubea un solo instante, imperceptible para el público, y enseguida replica:
“Mi querido profesor, me extraña que usted me haga esta pregunta. Lo que usted quiere saber,
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