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Acoso callejero en la ciudad de Medellín


Enviado por   •  24 de Septiembre de 2019  •  Ensayo  •  2.412 Palabras (10 Páginas)  •  120 Visitas

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¿CÓMO UNA PRENDA PUEDE HACER VULNERABLE A LA MUJER FRENTE AL ACOSO SEXUAL EN LA CALLE?

Elisa Acevedo Ángel

Valentina Rojas Naranjo

Ana Maria Sossa Londoño

Docente Moda y Contexto

Universidad Pontificia Bolivariana

Facultad de Diseño de Vestuario

Medellín

2019

Este proyecto surge de la relación que existe entre la moda con el contexto social, apareciendo entonces en el rastreo[a], el acoso callejero y en el cual se puede observar cómo en la mayoría de las veces[b], se juzga a la mujer por la forma en la que está vestida al ser víctima de un acoso en la calle.

Para comenzar a relatar la problemática, se empieza definiendo el concepto de acoso callejero, que según la Secretaría Distrital de la Mujer dela Alcaldía de Bogotá, Colombia: “Es una forma de violencia contra las mujeres, que se comete de forma específica en los espacios públicos como la escuela, la universidad, el trabajo, la calle, el transporte público, entre otros[c].(d.c, 2018, pág. pg.1) . Teniendo en cuenta la cita anterior, se puede observar que este tipo de acoso es más grave de lo que se piensa, siendo normalizado en la cotidianidad de las mujeres, que aunque les desagrade este tipo de actos, se resignan a pensar que es a lo que están expuestas y por ende buscan que sus prendas al momento de salir a la calle sean diferentes a lo que les gustaría llevar puesto[d].

También encontramos en la problemática [e]el concepto de acoso sexual, [f]el cual habla de todo tipo de insinuaciones verbales de naturaleza sexual en la calle, que no es deseada por la persona, en este caso, las mujeres[g]. Esto se relaciona[h] desde los “piropos” mal llamados por la sociedad, que las personas le dicen a las mujeres y no piensan en que de esta forma están violentando a esta mujer que no desea escuchar este tipo de cosas acerca de su físico [i]y que de cierta forma las hace sentir vulnerables, entrando acá [j]el tercer concepto que se maneja durante el proyecto, la vulnerabilidad, entendiéndola como la capacidad disminuida de una mujer para anticiparse, y resistir a los efectos de un peligro, causados por el acoso sexual en la calle por sus prendas de vestir y siendo esta vulnerabilidad causada por el agresor y no que la mujer es vulnerable en sí.[k]

La investigación acerca del acoso callejero, se hará[l] específicamente en la Universidad Pontificia Bolivariana de la ciudad de Medellín, con las mujeres pertenecientes a la facultad de Diseño de Vestuario en un rango de edad de los 16 a los 25 años, se[m] busca rastrear como las estudiantes se han sentido frente a estas situaciones, el tipo de acosos verbales que han recibido relacionados a la forma en la que van vestidas, para llegar a identificar si varían o no según las prendas que llevaban puestas. Pues, es esencial que las personas dejen de pensar que las prendas de vestir y las mujeres tienen la culpa de este tipo de acosos, mostrando que muchas veces, las agredidas no llevan ninguna prenda que pueda llamar la atención, y aunque lo hiciera, no le da ningún tipo de derecho a otra persona a comentar al respecto, ni a violentarla de ningún tipo. Es importante, reconocer a las mujeres como foco de este proyecto, pues se ha podido evidenciar que en Medellín, las adolescentes son las que sufren con mayor frecuencia un acoso sexual callejero de diferentes tipos, según un estudio de la alcaldía de Medellín[n], el 34,9% de adolescentes son acosadas varias veces en un día y un 30,2% en su entorno inmediato, como la esquina de su casa. Se puede clasificar el acoso callejero, según la alcaldía en las 3 formas más comunes: los piropos con un promedio de 21%, las miradas lascivas con un 15% y los silbidos y otros sonidos con un 12%, siendo los piropos los que se dan con mayor frecuencia, los que más intimidan y causan temor a las mujeres en un 40,3% en las calles de la ciudad.

[pic 1]

Imagen tomada del estudio de la Alcaldía de Medellín con la Secretaría de Mujeres.[o]

Teniendo en cuenta lo presentado anteriormente, y durante la investigación de la problemática, se observa cómo la tendencia a culpar a la mujer y a sus prendas aparece en los mandatos sociales más comunes, irónicamente aceptados por mujeres mayores de 40 años, con un porcentaje de 59,6% y el rechazo por parte de las mujeres entre los 14 y los 29 años de edad[p]. También se puede observar cómo con estos mandatos sociales, se trata de excusar al hombre con frases como “Los hombres hablan así” o lo hacen por su formación machista, que evidencia que desde las mismas mujeres se necesita cambiar ese pensamiento igualmente machista que respalda a los hombres por sus acciones indebidas y comenzar a pensar en la liberación de las mujeres de todo tipo de restricción a la hora de vestir por sentirse insegura en la calle.

Por otro lado, otra de las evidencias que respalda el proyecto, es la exposición realizada en la Universidad de Kansas llamada ¿What Were You Wearing? [q]En la cual se muestra y se relata la forma en la que iban vestidas 18 mujeres en el momento en el que fueron violadas, con el fin de evidenciar que no son las prendas las que determinan estos actos, y que por lo tanto es incorrecto pensar que son estas las que pueden dar más posibilidades, o no, de ser violadas. Se hizo con la necesidad de cambiar esos mandatos sociales que juzgan a la mujer y la señalan como culpable, pues la única persona que tiene la culpa de cualquier acto que violente a una mujer es aquel que lo realiza, no se puede excusar por formaciones machistas, ni ningún tipo de excusas que traten de respaldar estos hechos, pues una mujer debe ser libre de usar lo que desee, de igual forma que un hombre, pues se debe comprender que el mundo está en un constante cambio, que los pensamientos de ahora no son los mismos de hace 50 años, que se debe dejar de pensar en que es lo correcto e incorrecto, sino que cada uno es libre de expresar con su cuerpo lo que quiera, sin embargo su libertad termina en el momento en el que pueda ofender a otra persona, y se debe entender entonces que por el hecho de que una mujer se vista a su gusto, no le da derecho a otras personas a opinar al respecto, ni de hacer comentarios obscenos, ni “piropos”, pues la ropa que ella lleve puesta no va a determinar su disposición a ser violentada. Por esto, lo principal para empezar con este cambio de mentalidad es convencer a la víctima que lo que sucede no es normal, que no se puede dejar pasar y no hacer nada al respecto, pues es un fenómeno que esta normalizado en nuestra sociedad y hay que cambiar ese pensamiento al respecto. También, se puede empezar a convencer a los agresores, que son mayormente hombres, que no está bien, pues según un reportaje encontrado realizado en Bogotá por Hollaback[r]! encuentran que la mayor resistencia al cambio de este comportamiento son los hombres adultos y de la tercera edad quienes se han excusado en decir que son “piropos callejeros” y que es un derecho que la Constitución Nacional les otorga bajo el principio de la libre expresión.

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