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Analisis De Patas Arriba De Eduardo Galeano


Enviado por   •  2 de Octubre de 2014  •  4.351 Palabras (18 Páginas)  •  4.024 Visitas

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Patas Arriba

OBJETIVOS:

 El autor, Eduardo Galeano, brinda en su libro una gran cantidad de información sobre la situación actual del mundo, manejada por las grandes empresas.

 El objetivo del libro es informar con un tono ameno y sarcástico la artificialidad y la ceguera de un mundo enfocado en autodestruirse por la manera más rápida.

La escuela del mundo al revés

• Educando con el ejemplo

El mundo al revés desprecia la honestidad, castiga el trabajo, recompensa la falta de escrúpulos y alimenta el canibalismo. La aptitud más útil para abrirse paso y sobrevivir, el killing instinct, el instinto asesino, es virtud humana cuando sirve para que las empresas grandes hagan la digestión de las empresas chicas y para que los países fuertes devoren a los países débiles, pero es prueba de bestialidad cuando cualquier pobre tipo sin trabajo sale a buscar comida con un cuchillo en la mano. Los enfermos de la patología antisocial, locura y peligro que cada pobre contiene, se inspiran en los modelos de buena salud del éxito social.

La economía mundial es la más eficiente expresión del crimen organizado. El arte de engañar al prójimo, que los estafadores practican cazando incautos por las calles, llega a lo sublime cuando algunos políticos de éxito ejercitan su talento.

Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen.

• Los alumnos

Los niños de arriba, niños rico, son educados en la realidad virtual, se deseducan en la ignorancia de la realidad real, que solo existe para ser temida o para ser comprada. Desde que nacen, los niños ricos son entrenados para el consumo y para la fugacidad.

Los ciberniños navegan por el ciberespacio con la misma soltura con que los niños abandonados deambulan por las calles de las ciudades. Mientras los niños juegan a la guerra con balas de rayos láser, ya las balas de plomo amenazan a los niños de la calle. Niños son, en su mayoría, los pobres; y pobres son, en su mayoría, los niños.

Son esclavitos o esclavitas de la economía familiar o del sector informal de la economía globalizada, donde ocupan el escalón más bajo de la población activa al servicio del mercado mundial.

La prostitución es el temprano destino de muchas niñas y, en menor medida, también de unos cuantos niños, en el mundo entero. La prostitución infantil existe desde que en 1536 se inauguró la primera casa de tolerancia en Puerto Rico. Cada año aumenta la cantidad de niñas arrojadas al mercado de consumo: según estimaciones de los organismos internacionales, por lo menos un millón de niñas se incorporan, cada año, a la oferta mundial de cuerpos.

Desde el punto de vista del orden establecido, ellos empiezan robando el aire que respiran y después roban todo lo que encuentran. El mismo sistema productivo que desprecia a los viejos, teme a los niños. La vejez es un fracaso, la infancia es un peligro. Los gobiernos y algunos expertos en el tema comparten la obsesión por los niños enfermos de violencia, orientados al vicio y a la perdición.

Entre una punta y la otra, el medio. Están los niños que tienen bastante más quenada, pero mucho menos que todo. A estos niños les confisca la libertad, día tras día, la sociedad que sacraliza el orden mientras genera el desorden. La clase media defiende el orden como si fuera su propietaria, aunque no es más que ina inquilina agobiada por el precio del alquilar y la amenaza del desalojo.

• Curso básico de injusticia

La publicidad manda consumir y la economía prohíbe. El mundo es igualador en las ideas y en las costumbres que impone, y desigual en las oportunidades que brinda. La dictadura de la sociedad de consumo, ejerce un totalitarismo simétrico al de la dictadura de la organización desigual del mundo.

La igualación no se puede medir. A través de los medios masivos de comunicación, los dueños del mundo nos comunican la obligación que todos tenemos de contemplarnos en un espejo único, que refleja los valores de la cultura del consumo. La televisión se encarga de convertir en necesidades reales las demandas artificiales que el norte del mundo inventa. La televisión enseña a confundir la calidad de vida con la cantidad de cosas, además, rinda cotidianos cursos audiovisuales de violencia, que los videojuegos complementan.

La economía mundial exige mercados de consumo en perpetua expansión. El mismo sistema que necesita vender cada vez más, necesita también pagar cada vez menos.

En cambio, la desigualdad económica tiene quien la mida. La confisca el Banco Mundial y la confirman los diversos organismos de las Naciones Unidas. Dentro de cada país se reproduce la injusticia que rige las relaciones entre sus países.

La economía latinoamericana es una economía esclavista que se hace la posmoderna: paga salarios africanos, cobra precios europeos.

En muchos países del mundo, la justicia social ha sido reducida a justicia penal. El Estado vela por la seguridad pública: de los otros servicios, ya se encargará el mercado; y de la pobreza, gente pobre, regiones pobres, ya se ocupará Dios, si la policía no alcanza. La pobreza mata cada año, en el mundo, más gente que toda la segunda guerra mundial, que a muchos mató. En estos tiempos neoliberales, los derechos públicos se reducen a favores del poder, y el poder se ocupa de la salud pública y de la educación pública.

El poder, que practica injusticia y vive de ella, transpira violencia por todos los poros. Sociedades divididas en buenos y malos: en los infiernos suburbanos acechan los condenados de piel oscura, culpables de su pobreza y con tendencia hereditaria al crimen: la publicidad les hace agua la boca y la policía les echa de la mesa.

Hasta hace veinte o treinta años, la pobreza era fruto de la injusticia. Lo denunciaba la izquierda, lo admitía el centro, rara vez lo negaba la derecha. Mucho han cambiado los tiempos, en tan poco tiempo: ahora la pobreza es el justo castigo que la ineficiencia merece.

Cada vez que se reúnen, y se reúnen con inútil frecuencia, los presidentes de las Américas emiten resoluciones repitiendo que “el mercado libre contribuirá a la prosperidad”. A la prosperidad de quién, no queda claro.

• Curso básico de racismo y de machismo

El racismo se justifica, como el machismo, por la herencia genética: los pobres no están jodidos por culpa de la historia, sino por obra de la biología. En la sangre llevan su destino y, para peor, los cromosomas de la inferioridad suelen mezclarse con las malas semillas del crimen.

El filósofo Inmanuel Kant, sentenció que los indios eran incapaces de

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