Análisis: El Sindicalismo en Colombia

Análisis: El Sindicalismo en Colombia

El derecho a la huelga se ha venido perdiendo en Colombia, ya que es el único país en América Latina en que el gobierno tiene la facultad de disolver un sindicato, que declara ilegal pactos colectivos para así darle poder a los empleadores, impidiendo la organización de los trabajadores y así que los sindicatos se fortalezcan. El sindicalismo en el país, lejos de ser visto como una actividad legal y que fortalece todos los derechos de todos los trabajadores, es visto por muchos como un ejercicio de antagonismo social, de discusiones con el gobierno, de la parálisis y pérdidas económicas por medio de los paros, las protestas y las huelgas. La mayoría de la sociedad se cuestiona por la insuficiente capacidad de articulación social, la limitada fuerza gremialista y su deficiente representación de los intereses públicos y sociales de los trabajadores y del conjunto de la sociedad en general.

Ya no hay verdaderos líderes que luchen por intereses sociales, el sindicato más grande es FECODE, y es precisamente el que a más paros convoca, el politólogo Marco Fidel Agudelo, dice que “históricamente, el sindicalismo colombiano ha estado influenciado en lo político, en su mayoría por las corrientes de izquierda, más que por el sindicalismo patronista, lo que implica una concepción del estado existencialista o esencialista”. Por eso, en los últimos años, la tendencia sindicalista tiende a disminuir tanto el número de trabajadores sindicados como el número de sindicatos, y Colombia está en el rango de los países con menor tasa de sindicalización del mundo, con un paisaje muy nublado por la excesiva ideologización política, que exagera el uso de la figura del derecho de asociación, donde confunden el derecho a la huelga con la protesta pública, bloqueando o perjudicando los compromisos laborales, la estabilidad económica de un país donde siempre es la clase obrera la más perjudicada. En nuestro país son contados con los dedos de las manos los sindicatos que no están infectados por el mal de la corrupción, de la inmoralidad, donde solo se benefician dizque líderes tratando de sonsacar a las empresas lo que más pueden sin ningún otro objetivo que su beneficio particular.

Pero tampoco hay que desconocer la historia del sindicalismo en Colombia y en el mundo. Gracias al movimiento obrero hoy se trabajan ocho horas diarias, se tiene un salario mínimo legal, se cuenta con la seguridad social integral, con vacaciones, primas, horas extras, licencias de maternidad, y se ha dejado de ver al trabajador como el esclavo, pero realmente el poder real de negociación del movimiento sindical, se reduce cada vez más y se aleja de las conquistas laborales de otras décadas, por eso, a los movimientos sindicalistas les recomiendo la frase de Josep Pla: “El derecho del obrero no puede ser nunca el odio al capital, es la armonía, la conciliación, el acercamiento común de uno y del otro.”

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