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“Aquí vive Guanacache” Una etnografía de la (re)producción étnica huarpe en San Luis, Argentina


Enviado por   •  1 de Septiembre de 2019  •  Práctica o problema  •  2.202 Palabras (9 Páginas)  •  251 Visitas

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Introducción

El “Pueblo Nación Huarpe” se encuentra en el noroeste de la provincia de San Luis, en

una zona rural donde confluye el límite provincial con San Juan. Está ubicada en el paraje La Represita del departamento de Ayacucho. Es una zona árida, caracterizada por sus lluvias escasas, suelo arenoso, cubierto de médanos y de una vegetación que oscila entre arbustos y algarrobos.

La Comunidad huarpe de Guanacache, allí localizada, fue conformada en marzo de 2006

y obtuvo la personería jurídica nacional en septiembre de 2007. Está integrada por tres

grupos familiares extensos: los Carrizo, los Calderón y los Valdez, emparentados entre sí.

El trabajo pretende indagar sobre el proceso de comunalización y reemergencia de este

colectivo, que se vinculó al reclamo por el desecamiento de las aguas de Guanacache, también, analiza cómo se re-articularon estas autoadscripciones huarpes a la “agenda de culturas originarias”, inaugurada por el Estado provincial de San Luis a finales 2006 y cómo impacto en su organización y en sus vidas ser reconocidos en tanto comunidad huarpe.

Capítulo 1: La configuración del desierto y devenires Huarpes.

Los desiertos son protagonistas del clima árido que habita en las montañas y planicies de

la región de Cuyo. Pero también están los oasis, aquellos valles fluviales que derivan de los ríos originados en la cordillera andina. El área de Guanacache es caracterizado a través de la literatura e historiografía sobre la región, como un oasis apto para la agricultura que persistió gracias a los sistemas de riego de los colectivos originarios que la habita(ra)n.

La construcción de esta área en tanto desierto estuvo relacionada a transformaciones socio-económicas sujetas a proyectos de modernización de las provincias durante el periodo de consolidación del Estado Nación a fines del siglo XIX y comienzos del XX.

A partir de 1880, las provincias de Mendoza y San Juan se integraron al modelo agroexportador nacional mediante el aprovechamiento de la industria vitivinícola. Se paso de una producción de ganado y de cultivo de la vid a pequeña escala, al modelo agroindustrial capitalista.

A medida que se fue afirmando la ‘comunidad nacional’, en Cuyo se fue consolidando un imaginario social de estas provincias como “blancas”, “libres del problema del indio” y “productivas” y en consecuencia de ello, lo indígena se estableció como sinónimo de atraso, de contramoderno. En este sentido, la integración económico-política definitiva de la población huarpe a la comunidad nacional/provincial fue en tanto “mestizos y puesteros”.

El éxodo rural en la zona de Guanacache se produjo durante las primeras décadas del siglo XX, cuando las familias huarpes migraron hacia centros urbanos en busca principalmente de trabajo. Aquellos que permanecieron en el campo, vivieron en puestos alejados uno del otro y se dedicaban a la cría de ganado caprino y bovino. Cada puesto contaba con su respectiva casa de adobe en la que habitaban padres y hermanos, pero una vez que los niños alcanzaban la edad para ingresar al sistema escolar, eran mandados a la ciudad o alguna localidad cercana, a la casa de algún pariente en donde hubiera escuela.

Los actuales descendientes se reapropian de ese pasado rural/huarpe, teniendo en cuenta que el éxodo rural provocó el desplazamiento de gran parte de las familias que habitaban la zona.

Capítulo 2: De desiertos patrimonializados y Huarpes comunalizados.

Las políticas hídricas fueron claves para la construcción de oasis agrícolas y del desierto y, articulados a estos, los discursos hegemónicos sobre la “extinción” de los huarpes. Casi un siglo después, existen políticas estatales que procuran la conservación y recuperación de estos espacios, entre otras, organizaciones no gubernamentales dedicadas a la preservación de los humedales.

La provincia de San Luis promovió el Pacto Ambiental de Nuevo Cuyo, pero no participó en la integración de las Lagunas como Sitio Ramsar por lo que las aguas del lado sanluiseño quedaron fuera de la Convención. El territorio que compone el actual Parque Nacional Sierras de las Quijadas fue cedido a Nación, para una mejor preservación del mismo.

La ONG “Inti Cuyum” de San Luis, emprendió el “proyecto Guanacache”, el cual instó, a los gobiernos de la región de Cuyo para que realizaran la acciones pertinentes en pos de frenar la desertificación en el área. Se planteó como una salida posible a la ausencia del Estado, la intervención de organismos no gubernamentales y organizaciones internacionales, al menos en un comienzo para “reponer” el agua de las lagunas.

El proyecto Guanacache” se ocupó en sus primeros años de cuestiones ambientales, en su devenir, la ONG tuvo un giro inesperado y se involucró con un grupo de familias de La Represita y de allí se dio inicio a una etapa de trabajo en conjunto.

En las provincias de San Juan y Mendoza a mediados de los ´90, se dio a conocer una activa militancia huarpe, primero en las ciudades y que se extendió hacia las zonas rurales.

En San Luis, las denominadas ‘reemergencias étnicas’ no aparecieron públicamente hasta pasado el año 2000 y fue la Comunidad huarpe de Guanacache, la primera comunidad originaria de la provincia reconocida públicamente.

A partir de que los indígenas ocuparon el espacio público como sujetos políticos y de derechos, los Estados nacionales y provinciales comenzaron a sancionar legislaciones y dispositivos burocráticos encargados de regular y conducir dichas interpelaciones.

Surgen los “ocultamientos” en la adscripción huarpe colectiva que no implicaron una falta de conciencia sobre su ascendencia y pasado huarpe, sino que guardan relación con distintos contextos que fueron atravesando.

Las adscripciones son la manera en que nos posicionamos en relación al pasado y al futuro, desde el presente a través de las narrativas del pasado, son posicionales y relacionales.

A partir del acercamiento entre la ONG y las familias Calderón, Carrizo y Valdez comenzaron a plantearse la posibilidad de reclamar al Estado, nacional y provincial, y ser reconocidos como huarpes. En aquel momento estas familias se encontraban dispersas, algunos en zonas rurales como y otros en las ciudades de San Luis y San Juan.

El pedido de la personería fue el disparador para que memorias filiares y personales se recrearan y sobre la base de éstas es que se sustentó el proceso de comunalización.

Capítulo 3 De la presencia ausente, el Estado ‘deviene-estar': “política de reparación histórica de las culturas originarias”.

En el año 2006, se firma entre el Poder Ejecutivo, representado

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