Artefactos de guerra: El dilema

Artefactos de guerra: El dilema

La guerra ha estado presente en las sociedades a lo largo de la historia, y se ha desarrollado de la mano de las evoluciones científicas y tecnológicas. Las primeras armas, consistían en piedras y lanzas, posteriormente arcos y flechas eran los principales medios para ir a la guerra. Más adelante, lo fueron las espadas, y así hasta darle paso a los cañones, y las armas de fuego. Sin embargo, los avances han continuado, aviones de combate y misiles han caracterizado las últimas guerras modernas. Finalmente, el desarrollo más aterrador de la industria militar han sido las armas nucleares, que consisten en explosivos de alto poder de destrucción que utilizan energía nuclear. El lanzamiento de la bomba atómica en Hiroshima fue determinante para el fin de la Segunda Guerra Mundial, un conflicto que de otra manera, pudiese haber continuado por más tiempo. Sin embargo, sus consecuencias sobre las personas fueron tan devastadoras que causaron gran conmoción.

Desde su fundación las Naciones Unidas ha perseguido la eliminación de este tipo de armas, “en su primera resolución (1946), la Asamblea General estableció una Comisión para tratar, entre otros, los problemas derivados del descubrimiento de la energía atómica”. Los diferentes Estados, han fomentado no solo el desarme nuclear, sino también de otras armas como  minas, armas trampa y otros artefactos (municiones y artefactos colocados manualmente que funcionan por control remoto o en forma automática mediante acción retardada). El uso de estas armas es regulado debido al poder destructivo de las mismas, y a fomentar un código ético, que limite los efectos de la guerra.

Los numerosos Protocolos suscritos por los Estados parte de las Naciones Unidas, para regular el uso de artefactos de guerra, son evidencia suficiente para afirmar que no es conveniente para los ciudadanos el uso de estas armas, puesto que causan pérdidas humanas y materiales, desplazamientos y traumas psicológicos. Sin embargo, los beneficios políticos y económicos de las guerras, son los principales incentivos para que la mayoría de los países, prefieran limitar el empleo de armas de guerra, en lugar de renunciar a los conflictos armados. Aunque son pocos, algunos países como Costa Rica, no tienen ejército ni unidades artilladas, sus conflictos internacionales, se resuelven mediante la diplomacia, y todo el gasto militar es destinado a áreas de interés social como la salud y la educación. Este ejemplo, no solo demuestra, que no es conveniente ni las armas ni la guerra.  

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