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Bases Militares De Usa Enlatinoamerica


Enviado por   •  29 de Octubre de 2013  •  2.790 Palabras (12 Páginas)  •  453 Visitas

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INTRODUCCION

Hace unos años, se puso de moda, durante un tiempo, hablar de la “desterritorialización” del imperio, con lo que se quería decir que el control imperial se había visto sustituido por otras formas de control político más sutiles. Pero si echamos una ojeada a las redes de bases militares extranjeras en todo el mundo, esta teoría se desmonta, puesto que aún siguen en funcionamiento más de 1.000 bases e instalaciones de este tipo, la mayoría de las cuales gestionadas por el ejército estadounidense, que tiene presencia militar en más de 130 países. Éstas van desde extensas instalaciones, como en la bahía de Guantánamo, a centros de espionaje o campos de entrenamiento conjunto de menores dimensiones, depósitos para misiles nucleares, instalaciones de “descanso y recuperación” y estaciones de repostaje. Además, los Estados Unidos y algunos de sus aliados de la OTAN complementan esta amplia presencia militar con una red aún más elaborada de derechos: derechos de puertos de escala, de aterrizaje para aviones espía y militares, de repostaje y de sobrevuelo. Instalar bases militares en territorio ajeno es algo tan antiguo como el propio concepto de ejército organizado. Pero la historia de la actual red mundial de bases militares extranjeras empieza en la época colonial, durante la que el Reino Unido y otras potencias europeas establecieron infraestructuras militares con miras a reprimir el descontento de la población local, protegerse de otras potencias y dar apoyo a todo tipo de operaciones militares o civiles en torno a las posesiones coloniales. Gran Bretaña y Francia aún mantienen bases más allá de sus fronteras –restos del colonialismo–, pero la gran mayoría de bases militares extranjeras actuales pertenece a los Estados Unidos. De base a base

Aunque los Estados Unidos intentaron mantener el aura de una política exterior no colonialista durante todo el siglo XX, sus primeras bases en el extranjero se establecieron en 1898, después de ganar la última guerra hispano-estadounidense y hacerse con Puerto Rico, la bahía de Guantánamo, Filipinas, Guam y Hawai. Por aquel entonces, el Gobierno McKinley consideraba que Hawai era un territorio vital “para ayudarnos a conseguir la parte que nos corresponde de China”. Una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos expandieron su imperio de bases rápidamente, forjando el mapa político bipolar con el envío de tropas y armamento a Europa y Asia Oriental, en un intento por “frenar” las aspiraciones de la URSS y poder librar guerras por delegación en Asia, América Latina y África.

Después de 1989, los Estados Unidos iniciaron un importante programa de “reestructuración de bases”. El programa perseguía reducir el número de soldados estadounidenses estacionados en Europa y Asia Oriental y, al mismo tiempo, ampliar el alcance militar mundial de Washington abriendo bases estratégicas, aunque fueran pequeñas, en zonas donde hasta entonces no había presencia del ejército estadounidense. En la última década, esta carrera por el “dominio integral” se ha concentrado en el establecimiento de una red mundial de centros de espionaje en la línea de los “puestos de escucha” de Echelon, como Menwith Hill en el Reino Unido; de las instalaciones necesarias para el proyecto de defensa antimisiles, y de pequeños centros operativos “de avanzada” que permiten a los Estados Unidos atacar con rapidez cualquier lugar y en cualquier momento. Este proyecto sigue en marcha, y el 20 de febrero de 2007 el Gobierno estadounidense anunció que existían acuerdos provisionales para establecer nuevas bases de radares para “defensa antimisiles” en Polonia y la República Checa.

Sin embargo, la incapacidad para mantener invasiones militares sobre el terreno –en Somalia durante los años noventa y, más recientemente, en Irak y Afganistán– ha despertado dudas entre las elites militares estadounidenses sobre el objetivo original de reducir la presencia de tropas terrestres en el extranjero. En consecuencia, parece haberse detenido la retirada de tropas de Alemania, Italia, Japón y Corea. Además, los Estados Unidos parecen estar proyectando una docena de bases “duraderas” con las que dar apoyo a miles de soldados en Irak y Afganistán, ampliar su infraestructura militar en el exterior y poner el debate sobre la “retirada” de los Estados Unidos bajo una nueva perspectiva. Pero las bases no son fortalezas militares aisladas. Sin su extensa red de bases militares en todo el mundo, los Estados Unidos no habrían podido efectuar más de 300 intervenciones militares en el extranjero durante el siglo XX. Sin ellas, habría sido mucho más difícil derrocar gobiernos latinoamericanos democráticos y simpatizantes del cambio socialista, e involucrarse tan intensamente en guerras y campañas en Asia Oriental. Y evidentemente, también habrían resultado mucho más complicadas las prolongadas campañas de bombardeo de Irak durante los años noventa, por no hablar de las invasiones de Afganistán e Irak, dirigidas por los estadounidenses, o de la invasión del Líbano por parte de Israel, respaldada también por Washington. Y si las bases de Turquía, Arabia Saudí y Diego García fueron fundamentales en estas campañas, la actual concentración de medios militares en Irak, Afganistán, Asia Central, Pakistán y los estados del Golfo permitiría a los Estados Unidos controlar o incluso invadir Irán en el futuro.

DESARROLLO

Según el informe elaborado por el Centro para Políticas Internacionales (CIP), el Grupo de Trabajo para Asuntos Latinoamericanos (LAWGEF) y la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), bajo el pretexto de abogar por las políticas de seguridad para la región y la lucha contra el narcotráfico, EE.UU. usa cada vez más sus comandos especiales para labores de capacitación e inteligencia en el terreno suramericano.

Esta dinámica de posicionamiento bélico estratégico responde a la misma intención que Estados Unidos usó como excusa en el tema de las armas de destrucción masiva en Irán y ahora en Siria. Solo que en este caso resulta más escalofriante, pues según el mencionado informe, una vez en el territorio latinoamericano, además de recopilar información secreta de puntos estratégicos, los militares gringos se familiarizan con las peculiaridades de cada lugar, la cultura y los oficiales clave de los países en los que podrían operar después.

Son muchos los politólogos, expertos, pensadores críticos que ven con claridad cómo las instalaciones estadounidenses en América Latina no son para controlar el narcotráfico sino para espiar.

Pablo Ruiz, miembro de Observadores de la Escuela de las Américas,

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