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Brazos baratos para el café


Enviado por   •  1 de Junio de 2014  •  Tutorial  •  3.058 Palabras (13 Páginas)  •  465 Visitas

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Brazos baratos para el café. 

Hay quienes aseguran que el café resulta tan casi importante como el petróleo en el mercado internacional. A principios de la década del cincuenta, América Latina abastecía las cuatro quintas partes del café robusta, de África de peor calidad pero de precio bajo. 

El café había traído consigo la inflación a Brasil; entre 1824 y 1854, el precio de un hombre se multiplico por dos. Ni el algodón del norte ni el azúcar del nordeste, agotados ya los ciclos de la prosperidad, podían pagar aquellos caros esclavos. 

En los años prósperos que siguieron a la primera guerra mundial, la voracidad de los cafetaleros determino la virtual abolición del sistema que permitía a los trabajadores de las plantaciones cultivar alimentos por cuenta propia. 

En Guatemala las plantaciones de café pagan aún menos que las de algodón. 

En Colombia, territorio de vertinentes, el café disfruta de la hegemonía. Según un informe publicado por la revista time en 1962, los trabajadores solo reciben el cinco porciento, a través de los salarios, del precio total que el café obtiene en su viaje desde la mata a los labios del consumidor norteamericano. 

La cotización del café arroja al fuego las cosechas y marca el ritmo. 

En 1889 el café valía 2 centavos y seis años después había subido a nueve; tres años después había bajado a cuatro centavos y cinco años después a dos. 

Si la cosecha de 1964 se hubiera vendido, en el mercado norteamericano, a los precios de 1955, Brasil hubiera recibido doscientos millones de dólares más. El café beneficia mucho más a quienes lo consumen que a quienes lo producen. 

Pero el auge de los precios no tiene mejores consecuencias. Desencadenada grandes siembras, un crecimiento de producción, una multiplicación del área destinada al cultivo del producto afortunado. 

Diez años que desangrados a Colombia. 

La violencia había empezado como un enfrentamiento entre liberales y conservadores, pero la dinámica del odio de clases fue acentuando cada vez más su carácter de lucha social. 

Y en definitiva, el terror indiscriminado había aparecido también, mezclado con las reivindicaciones de justicia, en la revolución mexicana de Emiliano Zapata y Pancho Villa. El café no trajo consigo la felicidad y la armonía, como había profetizado Nieto Arteta. Es verdad que gracias al café se activo la navegación del Magdalena y nacieron líneas de ferrocarril y carreteras y se acumularon en capitales que dieron origen a ciertas industrias. 

La varita mágica del mercado mundial despierta a Centroamérica. 

Las tierras de la franja centroamericana llegaron a la mitad del siglo pasado sin que se les hubiera infligido mayores molestias. Además de los alimentos destinados al consumo, de América Central producían la grana, y el añil, con pocos capitales, escasa mano de obra y preocupaciones mínimas. 

Treinta años después de esta victoria de los laboratorios sobre la naturaleza, llego el turno del café. Centroamérica se transformo. De sus plantaciones recién nacidas provenía, hacia 1880, poco menos de la sexta parte de la producción del café. Como en todas partes, el cultivo de café desalentó, en su expansión sin frenos, la agricultura de alimentos destinados al mercado interno. 

Desde principios de siglo aparecieron, en Honduras, Guatemala y Costa Rica, los enclaves bananeros. Para trasladar el café a los puertos, habían nacido ya algunas líneas de ferrocarril financiadas por el capital nacional. 

Los filibusteros al abordaje. 

En la concepción geopolítica del imperialismo, América Central no es más que un apéndice natural de los Estados Unidos. 

A mediados del siglo pasado, el filibustero William Walter, que operaba en nombre de los banqueros Morgan y Garrison, invadió Centroamérica al frente de una banda de asesinos que se llamaban a si mismos. 

A su regreso fue recibido en los Estados Unidos como un héroe nacional. Desde entonces se sucedieron las invasiones, las intervenciones, los bombardeos, los empréstitos obligatorios y los tratados firmados al pie de cañon. 

Las tierras quedaban tan exhaustas como los trabajadores: a las tierras les robaban el humus y a los trabajadores los pulmones, pero siempre había nuevas tierras para explotar y mas trabajadores para exterminar. 

La crisis de los años treinta: Es un crimen más grande matar una hormiga que un hombre. 

El café dependía del mercado norteamericano, de su capacidad de consumo y de sus precios; las bananas eran un negocio norteamericano y para norteamericanos. 

La epopeya de Augusto Cesar Sandino conmovía al mundo. La larga lucha del jefe guerrillero de Nicaragua había derivado a la reivindicación de la tierra y levantaba en vilo la ira campesina. 

También en El Salvador estallaron las tensiones como consecuencia de la crisis. Casi la mitad de los obreros bananeros de Honduras eran salvadoreños y muchos fueron obligados a retornar a su país. 

Como todos los tiranos del Caribe, Ubico se creía Napoleón. Vivía rodeado de bustos y cuadros del Emperador, que tenia, según el, su mismo perfil. 

¿Quién desato la violencia en Guatemala? 

En 1944, Ubico cayo de su pedestal, barrido por los vientos de una revolución de sello liberal que encabezaron algunos jóvenes oficiales y universitarios de la clase media. 

La reforma agraria se proponía desarrollar la economía capitalista campesina y la economía capitalista de la agricultura en general, pero una furiosa campaña de propaganda internacional se desencadeno contra Guatemala.

La caída de Arbenz marco a fuego la historia posterior del país. La misma fuerza que bombardearon la ciudad de Guatemala, Puerto Barrios y el puerto de San José al atardecer del 18 de junio de 1954, esta hoy en el poder. Todo a lo largo del tiempo del desprecio y de la cólera inaugurada en 1954, la violencia ha sido y sigue siendo una transpiración natural de Guatemala. 

La primera reforma agraria de América Latina: Un siglo y medio de derrotas para José Artigas. 

A cargar de lanza o golpes de machete, habían sido los desposeídos quienes realmente pelearon, cuando despuntaba el siglo XIX, contra el poder español en los campos de América. En México, Hidalgo y Morelos habían caído derrotado tiempo antes y transcurriría un siglo antes de que rebrotaran los frutos de su predica por la emancipación de los humildes y la reconquista de las tierras usurpadas. 

Al sur, José Artigas encarno la revolución agraria.

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