¿Cómo se crea un investigador Reflexivo?

Tamia Campo

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¿Cómo se crea un investigador Reflexivo?

A través del estudio de Carmen de la Cuesta Benjumea me enfocare en describir cuáles son las características necesarias para ser un investigador reflexivo. Utilizando la reflexividad como herramienta de análisis, por medio de una introspección individual y empleando la reflexividad en la investigación colaborativa.

Cuando me refiero a “utilizar la reflexividad como herramienta de análisis” (Cuesta 2011,164) hago énfasis en un proceso, en donde yo como investigadora sea capaz de examinar como la subjetividad y la intersubjetividad influyen al hacer una indagación, es decir me obliga a mi como observadora a volver sobre mí misma, para identificar en mi cuánto influyen mis creencias y conocimientos previos antes de considerar la metodología correspondiente para comenzar un estudio. Lo que se busca en este procedimiento, es que el investigador/a cree una cualidad propia que le permita contar un carácter formativo, aun después de que este culmine su análisis.

Cuando hablo acerca de “una introspección individual” (Cuesta 2011,165) me refiero al autoanálisis de conciencia sobre nuestras reacciones personales que realizamos inconscientemente, por ende yo como observadora tenga la capacidad de  ver la reflexividad como un “relato confesional”  (Cuesta 2011,165) mediante el cual pueda reconocer mis fortalezas y debilidades, para transformar mis falencias en actos positivos y a su vez yo obtenga la habilidad de poder pensar antes de actuar, con el fin de comprender y ampliar mi mente ante los nuevos conceptos y situaciones que se presenten dentro de una investigación.

La aplicación de la “reflexividad en la investigación colaborativa” (Cuesta 2011,165) implica que yo como investigadora le dé la oportunidad a los participantes que se sitúen en  el rol de observadores, por lo tanto  mediante sus reflexiones y experiencias puedan trasmitirme sus conocimientos, compartirme sus vivencias y dejarme practicar la empatía sobre una realidad diferente a la mía, que me enriquezca como indagadora per sobre todo como ser humano.

La reflexividad en la investigación colaborativa además permite que el proceso de estudio, se dé dentro de un ambiente de confianza y dinamismo en el cual los participantes puedan sentirse seguros de expresarse, dar ideas y proporcionar al observador un relato completamente sincero, que me permita a mi como investigadora tener una oportunidad de transformación vivencial, desarrollo de mi yo interior y aplicar una dosis sustancial de honestidad intelectual no solo en trabajos de búsquedas e investigaciones sino, más bien en la vida cotidiana y en las oportunidades que les brindamos a los demás.

En conclusión, yo creo que el estudio que realiza Cuesta Benjumea acerca de la reflexividad en la investigación cualitativa ayuda  esencialmente en el fundamento sólido para crear a un investigador reflexivo. Mediante el cual yo pueda utilizar la reflexividad como una herramienta de análisis que me dé la oportunidad de hablar en primera persona para examinar mi intersubjetividad y enfocarme en como mis valores y principios están determinando mi manera pensar y de ver el mundo antes de empezar un estudio. A su vez  realizarme una introspección individual, en donde conscientemente sea capaz de reconocer falencias individuales que me impiden el crecimiento personal y profesional para hacer un cambio dentro de mi yo interior, que me dé la capacidad de interpretar primero las diferentes precepciones y formas de pensar, ampliar mi mente para examinarlas y después razonar en cómo voy o no aplicar esto dentro de mi investigación. Con la aplicación de la reflexividad en la investigación colaborativa yo como investigadora logro practicar la empatía con mis participantes, de manera que pueda experimentar nuevas sensaciones y emociones que me ayuden acercarme más a ser una observadora reflexiva. Por lo tanto, lo importante no es hacer investigaciones reflexivas, sino ser un investigador reflexivo. “ser mejores personas es lo mejor que nos puede pasar”  (Cuesta 2011).

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