CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA REALIDAD
Enviado por SHUAMPI25 • 16 de Septiembre de 2022 • Apuntes • 2.639 Palabras (11 Páginas) • 76 Visitas
CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA REALIDAD
La sociedad como realidad objetiva
P. Berger y T. Luckmann
Ficha de cátedra
El ser humano, a diferencia de los demás mamíferos superiores, no posee ambiente específico para su especie. Todos los demás animales, como especie o como individuos, viven en hábitas específicos, en sistemas cerrados cuyas estructuras están definidas por determinaciones biológicas. Por el contrario, las relaciones del hombre con su ambiente se caracterizan por su apertura al mundo: no sólo ha logrado establecerse sobre la mayor parte de la superficie terrestre, sino que la relación con su mundo circundante está escasamente estructurada por su propia constitución biológica. De hecho, la particularidad de la constitución biológica del hombre radica en que sus componentes instintivos podrían calificarse de subdesarrollados si se los compara con los otros mamíferos superiores. El ser humano tiene impulsos, sí pero son sumamente inespecíficos y carentes de dirección. Sin embargo, esto le permite aplicar su constitución interna a un campo de movimientos, conductas y actividades muy amplio, y además el organismo puede variar considerablemente a partir de las mismas. Dicho de otro modo, el organismo humano no nace preparado para desenvolverse en el mundo, sino que se sigue desarrollando biológicamente cuando ya está en relación con su ambiente.
En términos ontológicos, ¿cómo llega el ser humano a ser tal? En interrelación con el ambiente, y este ambiente es tanto natural como humano: nuestro mundo es natural, pero también es un marcocultural y social específico, mediatizado por otros (a lo largo de toda la vida, pero especialmente en la infancia). No solo la supervivencia de la criatura humana depende de ciertos ordenamientos sociales, sino también la dirección del desarrollo de su organismo está socialmente determinada (presenta una enorme plasticidad en su reacción ante las fuerzas ambientales que operan sobre él), y, de más está decirlo, su configuración psíquica.
Ahora bien, las maneras de llegar a ser hombre son tan numerosas como las culturas. En este sentido, no hay “naturaleza humana” en tanto sustrato establecido biológicamente que determine la variabilidad de las conductas del ser humano. Tomemos como ejemplo la sexualidad: toda cultura tiene una configuración sexual distintiva, con sus propias pautas especializadas de comportamiento. Su variedad y rica inventiva, indican que son producto más bien de las propias formaciones socioculturales que de una naturaleza humana biológicamente establecida. Por lo tanto, solo se puede hablar de “naturaleza humana” en el sentido de ciertas constantes antropológicas que son delimitadas y permitidas por las formaciones socioculturales del entorno específico. Dicho de otro modo, la “naturaleza humana” es la que moldean las formaciones socioculturales. Y puesto que estas formaciones son, de hecho, una producción humana, podemos afirmar que el hombre constituye su propia naturaleza: se produce a sí mismo.
Su auto-producción es siempre y necesariamente una empresa social. Los seres humanos producen juntos su ambiente social, incluyendo en éste la totalidad de sus formaciones socioculturales y psicológicas. Así como es imposible que se desarrolle como tal en un aislamiento, también es imposible que el hombre aislado produzca un ambiente humano. Tan pronto como se observan fenómenos específicamente humanos, se está en el dominio de lo social; la humanidad y la sociabilidad están entrelazadas íntimamente.
Anteriormente mencionamos la plasticidad del humano en su reacción al ambiente, y también la variabilidad y rica inventiva de su constitución en diversos aspectos. Sin embargo, en la experiencia humana, el ambiente se caracteriza por una cierta estabilidad: nuestros mundos se nos aparecen con continuidad, permanencia, solidez. ¿Pero cómo es eso posible? La estabilidad del mundo humano deriva de que todo desarrollo individual del organismo está precedido por un orden social dado: la apertura al mundo es siempre transformada por el orden social en una relativa clausura al mundo.
Podemos preguntarnos ahora: ¿de qué manera surge el orden social? Se trata de una producción humana constante, realizada por el hombre en el curso de su continua externalización (es decir, a medida que pone en el “mundo externo” su constitución biológica y subjetiva). El humano no puede ser tal dentro de una esfera cerrada de interioridad estática; continuamente tiene que externalizarse en actividad. La misma inestabilidad inherente a su organismo le exige como imperativo que construya un contorno estable para su comportamiento. Estas circunstancias hacen posible y necesaria la producción del orden social.
Ha quedado claro, entonces, que el orden social no forma parte de la “naturaleza de las cosas” y no puede derivar de las “leyes de la naturaleza”. Existe solo como producto de la actividad humana.
Veamos ahora distintos procesos entramados en ella…
Toda actividad humana está sujeta a la habituación: todo acto que se repite con frecuencia crea una pauta que luego puede reproducirse con economía de esfuerzos, y que es aprehendida como pauta por el que la ejecuta, es decir que la acción puede volver a ejecutarse en el futuro de la misma manera (y con idéntica economía de esfuerzos). La habituación comporta la “ventaja psicológica” de restringir las opciones, y en consecuencia, el gasto energético.
Como correlato, los significados que tienen esas acciones habitualizadas se cristalizan como conocimientos que se dan por establecidos, haciendo innecesario volver a definir cada situación de nuevo, paso por paso. Ese depósito de conocimiento queda disponible para situaciones futuras, que serán comprendidas de acuerdo con estos significados otorgados por el hombre a su actividad.
Así, la habituación proporciona un trasfondo estable para la actividad humana, haciendo posible anticipar la actividad y desarrollarla con un margen mínimo de decisiones; dicho de otro modo, provee lo que falta en el equipo biológico del hombre, direcciones definidas para la acción, y alivia la tensión de los impulsos no dirigidos instintivamente. Esto libera energía para otras situaciones que sí requerirán deliberación e innovación.
Los procesos de habituación dan lugar a los de institucionalización, es decir, a la conformación de las instituciones compartidas y accesibles por un determinado grupo social. Las instituciones se forman a partir de “una tipificación recíproca de acciones habitualizadas por tipos de actores”, es decir, se trata de una tipificación tanto de acciones como de actores. Desarmemos un poco esta definición. Cuando decimos “tipificación” nos referimos al ajuste o adaptación de varios elementos a un modelo o norma común. Por “acciones habitualizadas” entendemos actos con significado que son repetidos con frecuencia, hasta constituir una pauta de conducta, práctica o costumbre. Hasta aquí queremos decir, entonces, que las instituciones se construyen a partir de conjuntos de acciones con significado, repetidas con frecuencia, que conforman un cierto modelo de acción o norma. Pero también mencionamos los “actores”: cuando los miembros de un grupo social ejecutan con frecuencia estos actos, se establece no sólo un modelo de acción sino también un modelo de actor. Es decir, los individuos en su interacción repiten de manera constante ciertas conductas, ciertas acciones habitualizadas, al punto que los otros individuos con los que comparten el orden social llegan a anticipar esas conductas, y a generar expectativas respecto al comportamiento del otro, armando así un cierto modelo del comportamiento del otro y de la interacción que se ha de establecer. Entonces, a partir de que los sujetos van llevando a cabo conjuntos de acciones con significado, que son repetidas con frecuencia, se conforman recíprocamente modelos de actividad y de sujetos que la desarrollarán. Este proceso es lo que llamamos “institucionalización”.
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