CONTROL DEL DELITO Y ORDEN SOCIAL

CONTROL DEL DELITO Y ORDEN SOCIAL

COMENTARIO

La evolución cultural que presenta nuestro mundo conlleva a que de la misma forma se modernice todo el sistema que rige al ser humano de modo tal que las políticas y prácticas se adapten a estos cambios culturales y generacionales, sin embargo, la adaptación del control del delito ha tenido que enfrentarse a una economía mundialmente insegura, a una sociedad decadente en cuanto a valores, a una taza en alzada de violencia social, grupos elitistas, pérdida del origen de la familia, generándose intentos obsesivos por controlar individuos, poblaciones y escenarios.

Con el afán de controlar todo lo que se pueda, hemos caído en el extremo, generándose una serie de controles exagerados que reprimen a la sociedad produciendo inestabilidad, intolerancia, en algunos casos molestia generalizada ya que durante mucho tiempo se han mantenido las libertades individuales, sociales y culturales donde el estado ha procurado ser garante de los derechos individuales y sociales.

El establecimiento de los controles rompe de nuevo en la palestra mundial, retomando su función en el marco general imponiendo disciplinas y controles actualizados pero dirigido a grupos sociales particulares. Aun así no se logra el objetivo de tener una sociedad donde las tasas de delito estén controladas y la convivencia comunitaria sea el eje de la sociedad, al contrario se impone un tipo de control que afecta directamente a los más necesitados, a los excluidos sociales. Se imponen penas severas para los que cometen delitos tipificados como graves, pero no hay conciencia de un cambio, sólo se esperanzan en que los controles den la estabilidad social que tanto anhelan.

Todo apunta a los grupos más vulnerables de la sociedad, los estigmatizados, los desempleados, inclusive los delincuentes de carrera son vistos como un estorbo social que de una u otra forma debe ser eliminado para implantar la calma que la sociedad exige vehementemente a las autoridades competentes, detener los altos índices de criminalidad e inseguridad ciudadana. Lamentablemente ya el Estado dejó de ser el garante de la seguridad ciudadana y los sistemas judiciales han perdido credibilidad por decisiones mal tomadas que más han beneficiado a los infractores que a las propias víctimas.

Se pretende, por tanto reinventar la privación de libertad como un método en apariencia civilizado y constitucional para apartar a los molestos criminales que roban la paz y tranquilidad a la sociedad moderna. Lo extraño es que las cárceles están abarrotadas de supuestos delincuentes, pero los índices de violencia y criminalidad continúan en ascenso.

La sociedad exige tanto que los gobiernos que en su incapacidad para generar propuestas efectivas de inclusión activa y productiva para las clases marginadas optan por contener en la vía penal y en el encarcelamiento como medida efectiva de control social donde cada quien paga por su conducta, dejado una sociedad en teoría más tranquila y confiada.  

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