CRUCES DE MAYO, UNA GRAN TRADICIÓN ALVARADEÑA

Se ha manifestado siempre a través del tiempo, la existencia del pequeño Puerto denominado desde 1600, San Cristóbal de Alvarado, el cual asentado en donde con anterioridad se encontraba una comunidad que llamaban Atlizintla, que significa "junto al agua abundante".

Desde entonces nacieron costumbres que se hicieron tradiciones, que con el paso del tiempo se arraigaron de tal forma que varias de ellas aún permanecen activas, vivas con la fuerza del entusiasmo que fluyen del alma de nuestros coterráneos.

Una de esas tradiciones es la Cruz de Mayo, que surgieron como réplica de las festividades del jueves de Corpus, fiesta religiosa celebrada con más grande solemnidad en la Colonia. Fue hasta fines del siglo XVIII que se pudo exponer en provincia, utilizando para el caso altares improvisados adheridos a la pared y levantados en casa de uno de los barrios seleccionados.

Fue poco el tiempo que se realizó esta celebración en provincia, en el año 67 del siglo XIX fueron canceladas las celebraciones externas y quedaron atrás las romerías que en la capital mexicana acarreaban gente de todos los rincones del país, llevando para la venta los productos de cada región como en nuestro caso pescado y camarón seco de Alvarado.

Pero no murió del todo esa tradición, los alvaradeños retiraron los altares que servían de descanso al paso del Santísimo e idearon un precioso y artístico monumento popular, sólo que ahora levantado en el cruce de dos calles del barrio designado, no sólo un día, sino cada domingo de mayo, hasta el entonces "Jueves de Corpus".

Está celebración comienza el 3 de mayo día de "La Santa Cruz" y culmina el último domingo del citado mes, esta fiesta adquiere cada año mayor importancia, pues propios y visitantes la convirtieron sobradamente en expresión de júbilo y donaire, dándole el sello del jarochismo ancestral y el actual; allí el fandango muestra sus mejores bailes y la improvisación versificada, con el fin de atesorar y preservar la esencia popular desbordante de alegría, de veracruzanidad orgullosa de su pasado y constructora de un futuro brillante y bullanguero, pero responsable.

Para "La Sultana del Papaloapan", la cruz de mayo, es la expresión viva del ser jarocho, que ha constituido una forma de vida con que nuestra entidad es identificada y reconocida, así ha dado origen el concepto sociológico de "lo jarocho", por esto Alvarado ha sido calificada como "Atrio y Santuario del Jarochismo".

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