Chalecos amarillos

“Se llevan la sombrilla y… la guillotina, por si se ofrece”

Organizados a través de las redes sociales más de 500 mil personas han salidos a las calles a protestar contra impuestos, contra la pobreza y a exigir la destitución de su presidente, se toman carreteras, se realizan mítines en plazas públicas, varias personas han resultan heridas y muchas otras muertas, en la primera semana el gobierno despliega fuerzas policiacas para reprimir a los manifestantes y en la segunda se despliega el ejército. Suena a una movilización en México sin embargo no es así, todas estas cosas sucedieron entre octubre de 2018 a la fecha de hoy en Francia.

La marcha de los chalecos amarillos en París es un claro ejemplo de que la lucha de las clases sociales no ha desaparecido y quizá estamos muy lejos de que eso suceda. Ha mostrado también que los movimientos de colectivos en lucha por derechos específicos, si bien son importantes y deben hacerse, cuando se logran no solucionan los problemas de raíz concretos de los que menos tienen.

El movimiento de los chalecos amarillos tiene como precedente la pauperización de las clases bajas y medias de Francia, el poder adquisitivo de los franceses ha ido en detrimento desde la crisis del 2008 hasta hoy en más del 50%, todo este detrimento eclipsa en 2016 cuando la capacidad adquisitiva cae, de un solo golpe, en un 16% a causa del impuesto sobre la gasolina, en 2018 el nuevo impuesto aumenta 1.2% más el precio de los energéticos, entonces los trabajadores comienzan a exigir su anulación a través de facebook, twitter y youtube, por ser inoperable, excesivo e impositivo.

El 29 de mayo de 2018 una motorista lanza una petición para bajar el precio de la gasolina, el 25 de octubre la petición ya había alcanzado las 226 mil firmas y tras un escalada sin precedentes en noviembre alcanza más del millón, el 10 de octubre de 2018 conductores hacen un llamado nacional a través de redes sociales para bloquear varias carreteras, el 9 de noviembre en la ciudad de Albert, el presidente Emanuel Macrón preside una ceremonia conmemorativa del armisticio de 1918, cuando llegan los protestantes vestidos con sus chalecos amarillos a la plaza, con la intención de encontrarse con el presidente y discutir la medida, así como exigirle que considere las condiciones laborales y la pauperización que hacen inoperable el impuesto para las clases trabajadoras, para este momento al llamado han acudido ya obreros, jubilados, desempleados y estudiantes, Macrón hace caso nulo y la policía nacional los enfrenta y reprime.

En el desarrollo de los siguientes días de las protestas, diversos policías aumentan gradualmente el uso de la violencia, creyendo de manera estúpida que no serían vistos, los videos de las represiones en las redes sociales se viralizan, mostrando imágenes de policías golpeando, gaseando y disparando contra jubilados, estudiantes y trabajadores, tras la negativa de escuchar los reclamos por parte del gobierno francés, aumentan las protestas, las tomas de carreteras y los mítines, y la escalada de violencia no se hace esperar, algunos protestantes se defienden contra los represores, hay heridos y muertos, y los enfrentamientos empeoran rápidamente, imágenes tan icónicas como la fotografía de cuando los protestantes “sacaron a pasear la guillotina”, se viralizan, en un muy fuerte, simbólico y tajante recordatorio al gobierno de que son sólo representantes del pueblo no sus dueños.

Entonces aquí es donde hay que prestar especial atención, en medio de las protestas del 15 y 16 noviembre grupos de extrema derecha impulsados y promovidos por la política y activista Marine Le Pen y la Agrupación Nacional, grupo de ultraderecha neofascista, vandalizan la protesta (quema de coches, pintas, ataques a monumentos históricos y consignas racistas y homofóbicas son parte de su arcaica, desgastada y típica acción política) y provocan a la policía con el objetivo de ensuciar y deslegitimizar la protesta.

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