Comunicación, transversal en el servicio asistencial

Comunicación, transversal en el servicio asistencial

Por: Marisol Flórez

Más allá de la mera interacción, entendida en el contacto entre el profesional de la enfermería y el paciente, está el concepto de la comunicación como eje transversal en el proceso asistencial.

Esta concepción se remonta a las premisas de la enfermera y escritora italiana Florence Nightingale, y de la teorizadora estadounidense Hildegard Peplau, que reconocían el poder que tiene la comunicación para permitir la comprensión del ser y establecer la relación de ayuda.

La comunicación, como puente que viabiliza la interacción paciente–enfermera hacia la relación terapéutica, representa, al mismo tiempo, un factor que se contrapone a la instrumentalización del sistema, en la medida en que humaniza el aspecto técnico del servicio asistencial.

No obstante, aunque el aspecto comunicativo ni siquiera genere costo alguno, en muchos prescinde y, por consiguiente, afecta el saber hacer de estos profesionales.

El modelo básico comunicativo se equipara con el proceso de la salud en cuanto a los elementos que los componen: la enfermería que presta los servicios es el emisor, el paciente le da vida al receptor, mientras el canal y el transmisor se ven condicionados por el entorno. Cada uno de estos aspectos se vuelven clave en la exposición de los hechos, que requiere en cierta forma del otro nivel de contenido: el establecimiento de relación.

Cabe resaltar que la comunicación por sí misma exige el factor de la retroalimentación, sin esta no existe tal. Es decir, si no hay una respuesta al emisor, nunca hubo comunicación.

Ahora bien, como las respuestas pueden producirse en forma verbal y no verbal, la observación es determinante para interpretar las gesticulaciones del paciente, incluso síntomas, y acertar con la relación que ya se ha venido abordando.

Ahondando en la parte terapéutica, esta define al efecto que se quiere conseguir, entre otras, las llamadas comodidades de la asistencia.

En resumidas cuentas, enfermeros y enfermeras deben valerse de su sentido profesional y formación académica en procura de humanizar la prestación de los servicios de salud. Si bien no se pueden desconocer las variables socioculturales y las características de la personalidad que influyen en el patrón de comportamiento y conductas, estos mismos deben usarse a favor de una buena relación con el paciente que, en últimas, favorecerá a la sociedad.

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