Crónica de la Fundación Miró

                                 Joan Miró,

                               Burlando a la muerte

Por: Jennifer Ramírez

“Yo quiero asesinar la pintura“, reflexionaba Joan Miró, durante los años de la Guerra Civil, que hicieron que tiñera su obra de drama y dolor, agresivo y grotesco, escapando de la realidad a través de su pincel. Obras salvajes de monstruos deformes y humorísticos que pierden su consistencia, con nuevas técnicas de sombreados, y perspectivas, e innovando con el collage. Desde el renacimiento, la pintura era una reproducción descriptiva de la realidad. Para Miró, el collage representaba varias realidades puestas en un solo lugar sin necesidad de plasmarla directamente en un lienzo, una realidad incrustada.  Su lado más agresivo, está expuesto en la sala tres, de ocho nuevos espacios transformados recientemente en la Fundació Miró. Este es el 40 aniversario del centro de arte, que aunque abrió sus puertas en 1975, por la muerte de Franco no pudieron celebrar el aniversario hasta un año después.  La exposición incluye 150 obras-20 nuevas donadas por la familia- en donde el visitante se mete en el mundo del pintor, y sufre con él.

“Violencia, evasión“ es el nombre de la sala tres, en donde las obras tienen un realismo particular, donde la figuración aparece deformada. Una expresión de agresividad instintiva y de la vulnerabilidad del ser humano. Otras, conforman la visión idealizada de un mundo de seres en armonía con la diversidad celeste. “Constelaciones“, 27 litografías, de 48, son expuestas en este espacio, que hacen que viajes a un mundo paralelo junto al pintor. Sensaciones de irrealidad verosímil, con colores intensos y ácidos.  Obras que a simple vista solo son un papel blanco con un punto negro de pintura, pero que para Miró significaba que “en el silencio el ruido adquiere una gran resonancia“.  

La sala tres tiene vida propia. La mayoría de obras que aquí se encuentran, por no decir todas, fueron pintadas en papel, por lo que la luz debe estar baja, como para sentir la agresividad y deseo de escapar del pintor. “Inquietante“ como describiría Jordi Clavero, Director del Departamento Educativo de la Fundació Miró. Por lo delicado del material, solo pueden estar expuestas por no más de cuatro meses. Un reto difícil para la Fundación Miró, y su directora, Teresa Montaner, que debe  renovar y cambiar esta sala temporal, tenebrosa y oscura, como las pinturas que están expuestas, y darles “nueva vida“. En cuatro meses la sala tres tendrá otro tenebroso aspecto, pero con las mismas pinturas grotescas y violentas, con figuras que pudieron burlar a la muerte.

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