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Cultura Combi Peruana


Enviado por   •  15 de Agosto de 2013  •  1.703 Palabras (7 Páginas)  •  601 Visitas

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estamos de mal en peor

El Perú es un país de tradición minera, la que viene desde la época precolombina.

A nivel nacional el sector minero ha sido el pionero en reglamentar e incorporar los

asuntos sociales, ambientales y económicos dentro de las actividades que

desarrolla, dando como resultado que éstas se realicen dentro del marco de

desarrollo sostenible

No todo en una mina es oro

Domingo, 13 de febrero de 2011 | 5:00 am

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En cinco de las diez regiones con mayores ingresos por actividad minera, más del 50% de su población aún se encuentra en condición de pobreza. La pregunta cae sola: es la minería –y otras industrias extractivas– el motor del desarrollo en el país? ¿Han mejorado realmente las condiciones de vida de la gente en el interior? Un reciente informe del grupo Propuesta Ciudadana pone en cuestión tales afirmaciones y plantea la discusión sobre el modelo de desarrollo económico que queremos tener. Un asunto que bien merece ser debatido en la presente campaña electoral tan huérfana de temas de fondo.

•Actualmente hay seis regiones que económicamente crecen más que Lima según un informe del Grupo Propuesta Ciudadana, que evaluó a todas después de la crisis financiera mundial del 2008-2009. Tres de ellas, Ica, Ayacucho y San Martín, no tienen ingresos importantes por actividades extractivas como la minería (menos del 6% de su presupuesto total). Incluso San Martín ocupa el puesto 24, el último lugar regional en ingresos mineros. Estas tres regiones han crecido ligadas más bien a sectores como la agricultura, la manufactura, la construcción y el turismo. Son la prueba de que no necesariamente las actividades extractivas –minera, gasífera o petrolera– son la locomotora del desarrollo en el interior del país como parecen creer los gobiernos desde hace más de una década. “El caso anterior obliga a repensar el modelo de crecimiento que tenemos. No hay una relación directa por la que se pueda afirmar que ahí, donde hay mucha actividad extractiva, hay crecimiento económico y bienestar en la población”, señala Carlos Monge, investigador de Desco.

Para el especialista no se trata de descalificar a la minería, pero sí dejar en claro que no basta que las industrias extractivas entren a una región para generar un impacto inmediato y positivo, como muchos creen. “Hay casos como Pasco, en donde hay mucha actividad extractiva, pero no hay crecimiento económico ni bienestar en la población. Hay otros casos como Cusco, Loreto o Cajamarca, que tienen grandes proyectos gasíferos, petroleros y de minería aurífera, donde la actividad extractiva sí provoca crecimiento económico, pero no hay mejora de la calidad de vida. Y hay casos en donde se logra un equilibrio entre actividad extractiva, crecimiento económico y reducción de la pobreza, que es el caso de Arequipa”. En esta región la industria minera se articuló a la economía regional y contribuyó a potenciar otros sectores. “Arequipa tiene una sociedad diversificada capaz de producir bienes y servicios para esta industria. Su economía se engancha mejor con estas actividades y se ha desarrollado”, continúa Monge. Esta región crece equilibradamente porque ya desde antes tenía sectores productivos importantes no extractivos.

El bienestar que no llega

•Las actividades extractivas significan cerca de 16 mil millones de dólares por exportaciones en ingresos para el país. No obstante, en regiones como Pasco, Cajamarca o Áncash, donde a pesar de que la actividad minera representa entre el 30% y el 55% de sus ingresos, más de la mitad de su población vive en la pobreza. Un ejemplo más dramático: en Huancavelica, también con importante presencia minera, 77% de su población es pobre. El economista José de Echave, integrante de la ONG Cooperacción, explica por qué el crecimiento no alcanza a la gente: “Las actividades extractivas en general y la minería en particular usan poca mano de obra. De los 14 millones que integran la Población Económicamente Activa (PEA), solo 130 mil están empleados en la minería. Es decir, solo el 1%. Además demanda un empleo calificado, que no puede ser provisto por la población aledaña a los proyectos, que es casi siempre rural”. Echave cita otras cifras: en Huancavelica el índice de desnutrición infantil ha subido de 38% a 42%, y en Cusco ha pasado de 25% a 31% en el último lustro.

No decimos aquí que la minería provoca la pobreza, sino que su presencia no ha contribuido a reducirla en gran medida. Carlos Monge, de Desco, intenta explicarlo. “La pobreza en las regiones puede cambiar por dos factores: 1) La actividad extractiva la impacta de manera positiva generando empleo y encadenamientos económicos con otros sectores. 2) El gobierno local hace buen uso de los recursos recibidos y plantea proyectos que pueden ser de agua, desagüe, infraestructura agrícola, etcétera, con lo que mejoran los estándares de calidad de vida. Actualmente hay esfuerzos, pero todavía no se logra efectos importantes”. En algunos casos incluso se presentan nuevos problemas económicos con las poblaciones rurales, que deberían ser las más beneficiadas. “Por ejemplo, en Cajamarca, la minera reclama bienes y servicios. Pero los encuentra en el espacio urbano: restaurantes, hoteles, colegios, productos manufacturados. Y el poblador rural, que también debe ir

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